La democracia rusa y sus l¨ªmites

LE MONDELa elecci¨®n presidencial del 16 de junio en Rusia es un acontecimiento. ( ... ) Por vez primera, las urnas deciden el futuro, y no ya los compl¨®s urdidos en las antec¨¢maras doradas de los palacios de San Petersburgo o en las siniestras oficinas moscovitas de los appar¨¢tchiki comunistas.

Todo es posible a¨²n, ciertamente, y Mosc¨² bulle de rumores sobre las maniobras para anular la segunda vuelta, si el candidato comunista tiene posibilidades de vencer. De momento, la campa?a de la primera vuelta est¨¢ lejos de haber sido ejemplar. ( ... ) Entre un Yeltsin de compromisos democr¨¢ticos vacilantes y un Ziug¨¢nov que sue?a con el retorno de la URSS, hubiese sido preferible otra alternativa. ( ... ) Pero, una vez m¨¢s, los rusos votan. Y, por otra parte, hubiese sido una buena dosis de ingenuidad, y aun de hipocres¨ªa, olvidar que no se sale indemne de siglos de oscurantismo. ( ... ) Con Yeltsin se ha instalado un r¨¦gimen h¨ªbrido, autocr¨¢tico y ca¨®tico, en el cual el veleidoso d¨¦spota busca de vez en cuando la unci¨®n del sufragio universal. La democracia no existe sin elecciones libres, pero no se- reduce a ellas. Muchos de los dem¨®cratas desean menos la victoria de Yeltsin, con frecuencia pr¨®ximo a los ultranacionalistas, que la derrota de Ziug¨¢nov, por la simple raz¨®n de que el Partido Comunista no hubiese organizado jam¨¢s una elecci¨®n de esas caracter¨ªsticas. Es aqu¨ª, y no en los candidatos, donde est¨¢ el progreso.

17 de junio