Otro ejercicio ag¨®nico salv¨® a Espa?a
La selecci¨®n espa?ola jugar¨¢ los cuartos de final ante Inglaterra en Wembley
Otro ejercicio ag¨®nico salv¨® a la selecci¨®n espa?ola y la embarc¨® hacia Wembley, escenario de los cuartos de final, donde jugar¨¢ el s¨¢bado ante Inglaterra, el pr¨®ximo obst¨¢culo. De nuevo s¨®lo es posible explicar la victoria desde la capacidad de sufrimiento que tiene el equipo, desde su negativa a aceptar las derrotas, desde su admirable lado combativo. Durante una hora, Espa?a fue un p¨¢ramo. No encontr¨® un solo recurso para desbaratar el exquisito juego de Rumania, una selecci¨®n que dej¨® los mejores momentos del encuentro. Pero los rumanos plegaron velas en la ¨²ltima media hora. Vamos, que se fueron del partido sin dar explicaciones, ni atender a razones. Se produjo entonces la carga final de la selecci¨®n espa?ola, a golpe de corneta, con m¨¢s desesperaci¨®n que otra cosa, con delanteros y centrocampistas arracimados sobre el ¨¢rea. Pero el arrebato fue suficiente: Rumania se encerr¨®-, se defendi¨® mal y permiti¨® la crecida espa?ola. La victoria s¨®lo pod¨ªa llegar en un jugada de corte racial: la pelota larga, la carrera de Sergi por la banda izquierda, el centro porque s¨ª, la dejada de Alfonso y la definitiva irrupci¨®n de Amor, uno de nues tros grandes llegadores.El abandonismo rumano en el ¨²ltimo tercio del partido result¨® inexplicable. Su autoridad sobre el juego hab¨ªa sido manifiesta, casi sangrante para la selecci¨®n espa?ola. Con la pelota dieron una lecci¨®n, con un f¨²tbol bien articulado, lleno de detalles notables. Sin el bal¨®n, era un equipo menor, soportado a duras penas por Popescu, que gan¨® todos los asaltos a Nadal en el combate que mantuvieron durante el primer tiempo.
Pero los centrales no daban la talla. Les faltaba calidad defensiva, manejo y sentido t¨¢ctico. Estos problemas eran menores porque la pelota era para el uso exclusivo de Ruman¨ªa, que le tir¨® un baile a la selecci¨®n espa?ola en varias fases del primer tiempo.
La excelente arquitectura del juego rumano puso de manifiesto las numerosas deficiencias de la selecci¨®n espa?ola, que se encontr¨® con un gol de rechace, como es de ley, pero no consigui¨® mantenerlo. Antes y despu¨¦s del gol de Manjar¨ªn, Espa?a persegu¨ªa sombras sobre el campo. No encontraba la manera de detener la tejedora su adversario, que primero entr¨® por la banda de L¨®pez y despu¨¦s por todos los sectores. Espa?a no constru¨ªa nada. Se sent¨ªa paralizada, inerme para encontrar otra soluci¨®n que no fueron los pelotazos a Kiko, siempre eficaz para defender el bal¨®n de espaldas a la porter¨ªa. Pero el recurso era tan simpl¨®n que daba grima.
El gol rumano caracteriz¨® su juego y abund¨® en los problemas que ten¨ªan Alkorta y Abelardo para contener a Raducioiu. La jugada fue espl¨¦ndida. Stinga y Petrescu se dieron conversaci¨®n con la pelota en la banda derecha, tic, tic, y desbarataron la presi¨®n de los jugadores espa?oles. Luego encontraron a Hagi, que meti¨® la pelota entre Alkorta y Abelardo. El primero hab¨ªa salido arrastrado por Raducioiu, el segundo no ley¨® el desmarque. En medio qued¨® un agujero estrepitoso. Por all¨ª entr¨® el delantero rumano como un tiro para superar a Zubizarreta.
El desequilibrio entre los dos equipos se hizo m¨¢s evidente despu¨¦s del gol rumano. Espa?a se sostuvo a duras penas. No ten¨ªa juego y tampoco se sent¨ªa con pujanza f¨ªsica. El equipo parec¨ªa al borde de la capitulaci¨®n. El comienzo de la segunda parte fue m¨¢s de lo mismo. Pero de repente, Rumania se borr¨® del partido y del mapa. Dej¨® de existir sin motivo alguno, sin la presi¨®n del resultado, sin remedio. Fue una especie de colapso colectivo. El primero en dimitir fue Hagi, quieto como un tancredo en la banda derecha. Despu¨¦s de Hagi, todos. Los rumanos abandonaron la pelota y se quedaron sin ganas de jugar m¨¢s. Se acordonaron alrededor de su ¨¢rea y se entregaron al impetuoso ataque de la selecci¨®n.
Apenas hubo otra cosa que coraz¨®n en la carga espa?ola. Clemente tir¨® por las bravas y form¨® un racimo de delanteros, centrocampistas llegadores y cabeceadores. El dibujo no ten¨ªa sentido. La banda derecha se despobl¨® en beneficio de la izquierda por donde circulaban Manjar¨ªn y Sergi. El asunto era cazar alg¨²n bal¨®n, convertir en gol la desesperaci¨®n, con la ayuda de los defensas rumanos, amontonados sin criterio y sin soluciones. En la tromba llegaron un par de oportunidades, precedentes del gol de Amor, un tanto de en¨¦rgico y apasionado: se dir¨ªa que las dos ¨²nicas cualidades de Espa?a en el ¨²ltimo tramo. Antes, nada: un p¨¢ramo futbol¨ªstico.
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