La sombra de Urralburu
Posiblemente ahora Javier Otano, hasta ayer mismo presidente del Gobierno navarro y del Partido Socialista de Navarra (PSN), recuerde la frase que hace casi un a?o pronunci¨® en su investidura: "Sin ¨¦tica no -hay pol¨ªtica". Acababa de ser elegido presidente con los votos de su propio partido, de Convergencia de Dem¨®cratas Navarros (CDN) y de Eusko Alkartasuna (EA) y gracias a la abstenci¨®n de Izquierda Unida (IU). Era un caluroso d¨ªa del mes de julio de 1995 y la sombra de quien presidiera antes el Ejecutivo de la comunidad foral, Gabriel Urralburu, sobrevol¨® por un instante el sal¨®n del Parlamento. Ayer, casi exactamente 11 meses despu¨¦s, Otano, con voz firme y segura, anunciaba a trav¨¦s de la ondas radiof¨®nicas que dimit¨ªa de todos sus cargos p¨²blicos y de los del propio partido. Con la misma firmeza trataba de justificar, en un complicado ejercicio de autoexculpaci¨®n, la existencia de una cuenta suya en Suiza descubierta por la juez que investiga el caso Urralburu. Fue la confianza, confianza ciega, en Urralburu, seg¨²n Otano, lo que le ha perdido.
Javier Otano ha sido algo m¨¢s que el sucesor de Gabriel Urralburu. Cuando en junio de 1994 Urralburu abandonaba la m¨¢xima responsabilidad del Partido Socialista de Navarra, Otano se presentaba como el hombre de su absoluta confianza y asum¨ªa, con la oposici¨®n de m¨¢s de un tercio de la organizaci¨®n, la direcci¨®n del socialismo navarro. El esc¨¢ndalo que acabar¨ªa con la carrera de Urralburu no hab¨ªa hecho m¨¢s que anunciarse y las salpicaduras alcanzaban ¨²nicamente a Olivia Balda, la esposa del hasta entonces m¨¢ximo dirigente.
Los que entonces ped¨ªan "una extensa y profunda renovaci¨®n del socialismo navarro" no inclu¨ªan a Otano entre los candidatos a llevarla a buen fin. Pero entonces Urralburu conservaba en el aparato del partido el poder y las influencias suficientes como para imponerle al frente de la organizaci¨®n, en un intento de mantener la misma l¨ªnea y la misma pol¨ªtica con la que ¨¦l la , hab¨ªa pilotado. Otano negoci¨® y ampli¨® los ¨®rganos de direcci¨®n para dar cabida a todas las tendencias, acallando las cr¨ªticas de sus detractores y logrando ser reconocido como el sucesor de Urralburu.
Nacido en Tudela, en 1946, Javier Otano se licenci¨® en Filosof¨ªa y Letras y se especializ¨® en Lenguas Rom¨¢nicas. Es profesor de Instituto. Su carrera pol¨ªtica empez¨® en 1979, cuando form¨® parte, como independiente, de las listas electorales del PSOE al Ayuntamiento de su ciudad natal y sali¨® elegido concejal. Cuatro a?os m¨¢s tarde pidi¨® su ingreso en el PSN y ese mismo a?o fue elegido parlamentario foral por el partido socialista.
Su carrera pol¨ªtica se ha movido con una rapidez asombrosa. En tan s¨®lo 13 a?os de militancia, Otano, Casado y con dos hijos, ha ido escalando, casi en un paseo triunfal, los primeros puestos en la responsabilidad no s¨®lo de su partido, sino tambi¨¦n de la vida pol¨ªtica navarra. En 1987, reelegido diputado foral, se convirti¨® en el portavoz del Grupo Parlamentario Socialista y consigui¨® el cargo de vicepresidente primero de la C¨¢mara navarra. Cuatro, a?os m¨¢s y Otano lograba alzarse con la presidencia del Parlamento.
La ca¨ªda definitiva de Gabriel Urralburu fue la palanca que le impuls¨® al m¨¢s alto cargo del Gobierno navarro. Fue cabeza de lista del PSN. Y, por primera vez, las instituciones navarras no tuvieron que recurrir al procedimiento autom¨¢tico que estipula el Amejoramiento del Fuero para designar presidente al candidato m¨¢s votado. Otano, en un dificil¨ªsimo equilibrio, logr¨® el acuerde, de su propio partido, de CDN y de EA. Despu¨¦s de tres votaciones, la abstenci¨®n de IU permiti¨® que el candidato socialista fuera elegido finalmente presidente.
Las cualidades negociadoras de Otano llegaron hasta el extremo de obtener el apoyo de Juan Cruz All¨ª, el hombre al que ¨¦l mismo iba a desplazar de la silla de la presidencia. All¨ª aceptaba a Otano como su sucesor y bajaba a la vicepresidencia. Bien es verdad que virtud, necesidad y ajuste de cuentas entre la UPN y el partido de All¨ª se conjugaron para que el candidato socialista, cuyo partido hab¨ªa tenido una importante sangr¨ªa de votos como consecuencia del esc¨¢ndalo protagonizado por Gabriel Urralburu, obtuviera la presidencia. D¨ªas despu¨¦s, un Otano satisfecho y feliz proclamaba, solemne, en su discurso de investidura, la necesidad de recuperar la confianza de los ciudadanos en la clase pol¨ªtica y lanzaba un mensaje lapidario: "Sin ¨¦tica no hay pol¨ªtica".
Apenas seis meses antes, el partido que ¨¦l mismo dirig¨ªa hab¨ªa entonado p¨²blicamente ante la sociedad navarra un tremendo Mea culpa. El PSN ped¨ªa perd¨®n por las "pr¨¢cticas antisocialistas" de su antiguo dirigente Gabriel Urralburu y el que fuera consejero de Obras P¨²blicas, Antonio Arag¨®n, y, iras reconocer que "no hab¨ªa sabido evitar lo sucedido", aseguraba, para tranquilidad de todos, que era "una etapa hist¨®rica pasada". Pero la historia todav¨ªa no estaba escrita ni, por lo que parece, tampoco hab¨ªa pasado.
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