Vacas claras
COMENZ? COMO crisis pol¨ªtica y comienza a, convertirse en esc¨¢ndalo. El asunto de las vacas locas brit¨¢nicas crece d¨ªa a d¨ªa a medida, que se conoce hasta qu¨¦ punto la Comisi¨®n Europea ha intentado ocultar las opiniones cient¨ªficas que desaconsejaban suavizar el embargo contra las exportaciones de vacuno y sus derivados procedentes del Reino Unido. Y c¨®mo se ha esforzado en resaltar recomendaciones favorables a las tesis brit¨¢nicas contra el embargo. Todo ello ha sucedido, al parecer, con fuertes presiones sobre funcionarios informados, entre ellos un alto cargo espa?ol que ha presentado su renuncia con tal motivo. Los intereses pol¨ªticos y comerciales parecen haber primado rotundamente sobre la defensa de la salud p¨²blica. Es un acto deshonesto y grave que mina la credibilidad en las instituciones europeas. La crisis viene de lejos. En 1988-89, el Reino Unido prohibi¨® la venta de carne y derivados de vacuno aquejados de encefalopat¨ªa espongiforme bovina en su pa¨ªs, pero sigui¨® exportando dichos productos al continente. Los compradores eran conscientes de lo que adquir¨ªan. S¨®lo hace unos meses, Londres lanz¨® la voz de alarma sobre la posible relaci¨®n entre aquel mal y la muerte de algunas personas por la llamada enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, cuyo periodo de incubaci¨®n puede ser superior a los 20 a?os.
El embargo total sobre las exportaciones vacunas fue impuesto por el Comit¨¦ Cient¨ªfico Veterinario de una Comisi¨®n Europea que ya dispon¨ªa de informes t¨¦cnicos al respecto antes de que estallara p¨²blicamente la crisis. Pero se cruz¨® la debilidad del Gobierno de John Major, que exigi¨® que se suavizara el bloqueo a ciertos productos -sebo, semen y gelatina- y un calendario para el levantamiento total del embargo. Para lograr sus objetivos no dud¨® en tomar como reh¨¦n a toda la UE, paralizando toda decisi¨®n que requiriera aprobaci¨®n brit¨¢nica.
Ante tal amenaza, algunos Gobiernos -entre ellos el espa?ol, pese a no tener intereses econ¨®micos en juego- empezaron a ceder. El 5 de junio, la Comisi¨®n Europea relajaba unilateralmente el embargo haciendo caso omiso de hasta seis informes cient¨ªficos elaborados entre abril y mayo en los que se advert¨ªan los riesgos, o al menos las incertidumbres, derivados del levantamiento del embargo para los tres productos mencionados, que se utilizan para fabricar f¨¢rmacos, cosm¨¦ticos y alimentos, entre otros.
La UE, en el c¨®nclave ministerial del lunes, ha considerado insuficiente el plan de erradicaci¨®n de la enfermedad vacuna presentado por los brit¨¢nicos. Londres, por su parte, parece estar flexibilizando su actitud, con una mejor disposici¨®n a aceptar el marco general que ahora se le ofrece para el eventual y gradual levantamiento del embargo. Major debe buscar una salida al estrecho callej¨®n en el que se ha metido, y al que ha arrastrado al resto de la Uni¨®n Europea. Con su planteamiento radical cre¨ªa agrupar al Partido Conservador. Hoy este partido est¨¢ a¨²n m¨¢s pro fundamente dividido sobre el tema europeo y al tiempo han disminuido sus perspectivas electorales.
Cualquiera que sea la conclusi¨®n de esta crisis, el Reino Unido saldr¨¢ de ella menos europeo. En cierto sentido, el Gobierno de Major no ha buscado la soluci¨®n a un grave problema de salud p¨²blica, sino una bandera antieurope¨ªsta con la que combatir al ala m¨¢s euroesc¨¦ptica de su partido. Las vacas locas dominar¨¢n, por desgracia, el Consejo Europeo de Florencia, el viernes y el s¨¢bado, distrayendo a los jefes de Estado y de Gobierno de otras cuestiones a abordar, como el desempleo, la moneda ¨²nica o la reforma institucional. De ah¨ª que lo m¨¢s l¨®gico ser¨ªa que la integraci¨®n europea siguiera sin el lastre de quienes la sabotean.
Tras lo ocurrido se encuentra tambi¨¦n una estrategia dirigida a minar las competencias de la Comisi¨®n Europea en el camposanitario y veterinario, en el que el Reino Unido tiene serias carencias. En esta pugna, la Comisi¨®n Europea ha perdido plumas y credibilidad. Aun as¨ª, la salida razonable deber¨ªa partir de la mayor coincidencia posible entre los cient¨ªficos y de la mayor firmeza de los pol¨ªticos frente a un chantaje londinense.
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