La t¨¦cnica sin bistur¨ª resuelve ya el 90% de las taquicardias
El sistema requiere min¨ªma hospitalizaci¨®n
"Nunca he fumado, nunca he bebido, lo ¨²nico que he hecho en la vida ha sido trabajar y criar cuatro hijos", relata Dolores Ruiz, una mujer de 46 a?os que hasta pasada la treintena no hab¨ªa sentido nada parecido: "un d¨ªa, cuando ven¨ªa de recoger a mi hija del colegio, not¨¦ que el coraz¨®n se me aceleraba como si se me fuera a salir".Las taquicardias, una dolencia que se manifiesta a cualquier edad y sin previo aviso, se caracterizan por el aumento repentino del ritmo del coraz¨®n que puede superar los 200 latidos por minuto. Tratarlas supon¨ªa abrir el estern¨®n, parar el coraz¨®n y cortar por la zona lesionada. Otra alternativa era, seg¨²n el caso, medicarse de por vida. En la actualidad, se llega al coraz¨®n con cat¨¦teres y se quema el origen de la arritmia. No es una operaci¨®n convencional. No hay sangre ni bistur¨ª y en 24 horas el paciente est¨¢ en su casa y se han eliminado los riesgos derivados de abrir el t¨®rax. El sistema "es muy eficaz porque trata con ¨¦xito el 90% de los casos de taquicardia", se?ala Juli¨¢n Villacast¨ªn, especialista del Hospital Gregorio Mara?¨®n de Madrid, centro pionero en este tratamiento desde 1990.
No todas las anomal¨ªas en el ritmo cardiaco tienen el mismo ¨ªndice de peligrosidad. Si el impulso el¨¦ctrico se dispara en la parte superior del coraz¨®n, "se ha nacido con un cable de m¨¢s y produce un cortocircuito" se trata generalmente de una arritmia supraventricular que "nunca mata a nadie", precisa Villacast¨ªn, y afecta a un 80% de los casos. Algunas taquicardias, que se originan en el ventr¨ªculo y pueden ser mortales, tambi¨¦n se resuelven en un 90% de las veces. En cambio, las arritmias adquiridas a ra¨ªz de un infarto, igualmente peligrosas y que ocupan el 20% en las estad¨ªsticas, tienen un ¨¦xito al someterlas con radiofrecuencia -la energ¨ªa que quema la lesi¨®n- del 60%.
"Notaba como un vuelco, entonces el coraz¨®n se me paraba y perd¨ªa el conocimiento", cuenta A. C. M., una mujer de 40 a?os que sufr¨ªa taquicardias malignas. "Me daban unas taquicardias que en una de ellas me pod¨ªa haber quedado". Su taquicardia derivaba en parada. "Pero como ten¨ªa un coraz¨®n muy fuerte por hacer deporte, era lo que me aguantaba". Tras dos episodios, esta mujer, que jam¨¢s hab¨ªa tenido ning¨²n s¨ªntoma, se traslad¨® a Madrid para someterse a esta intervenci¨®n que en su ciudad a¨²n no se practica. En tres d¨ªas acab¨® con el problema. "Ahora mi vida est¨¢ muy tranquila y no tengo alteraciones".
Dolores Ruiz ten¨ªa la suerte de cara. Sus taquicardias eran benignas y no le imped¨ªan trabajar en el bar de su propiedad durante 10 horas diarias. Cada vez que se le desbocaba el coraz¨®n iba a urgencias, le daban una pastilla y a casa. "?ltimamente me faltaba la vida y despu¨¦s de cada episodio era como si me hubieran dado una paliza".
Esa angustia, que ataca a un 40% de la poblaci¨®n sana sin ning¨²n tipo de consecuencias, es un problema cuando se trata de una patolog¨ªa. La intervenci¨®n, en jerga m¨¦dica ablaci¨®n, no deja se?ales. Tampoco hay dolor. Tanto Dolores Ruiz como A. M. C. coinciden en que s¨®lo se nota "una punzada en el pecho durante unos segundos", el tiempo que se tarda en quemar la lesi¨®n. En el coraz¨®n queda una cicatriz de un cent¨ªmetro que se trata durante dos meses con aspirina. En la piel, durante unos d¨ªas, quedan un par de marcas en los brazos e ingles, que es por donde se introduce el cat¨¦ter, no m¨¢s evidentes que la huella de una grapa. "Me ha cambiado la vida", concluye Dolores Ruiz. "Ya no estoy pendiente todo el d¨ªa en si me da o no me da y por la noche ya no me siento el coraz¨®n".
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