.Bombas globales
LA GLOBALIZACI?N no se limita a la econom¨ªa. Los l¨ªderes del Grupo de los Siete (G-7), que hab¨ªan puesto este concepto en el centro de sus debates en Ly¨®n, se han visto obligados a ampliarlo ante la onda expansiva del cami¨®n bomba lanzado contra un inmueble de tropas estadounidenses en Arabia Saud¨ª. El terrorismo es otra de las caras de este complejo fen¨®meno de la globalizaci¨®n, de cuyas oportunidades financieras, medi¨¢ticas o tecnol¨®gicas tambi¨¦n se aprovecha. Pese a que suela tener connotaciones nacionales e? terrorismo ha cobrado una dimensi¨®n global, y para combatirlo se requieren medidas tambi¨¦n globales. La Uni¨®n Europea ha dado pasos importantes en este sentido. En Ly¨®n, el G-7 ha desempolvado viejas propuestas e impulsado una acci¨®n conjunta de los pa¨ªses m¨¢s industrializados contra ese fen¨®meno transnacional que Clinton ha se?alado como "el reto para la seguridad en el siglo XXI".No obstante, tras el acuerdo aparente entre los Siete se esconden profundas diferencias sobre el origen de algunos movimientos terroristas y la forma de, combatirlos. Estados Unidos pretende imponer su propia visi¨®n y -como en el caso de la ley Helms-Burton contra Cuba- tomar represalias contra las empresas de cualquier pa¨ªs que mantengan v¨ªnculos con Ir¨¢n y Libia, a los que acusa de fomentar actividades terroristas. Este tipo de imposiciones sit¨²a a Estados Unidos -y as¨ª se lo han recordado sus socios del G-7- fuera del marco legal definido por la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC). El G-7 est¨¢ especialmente interesado en mantener las reglas definidas en la OMC para una mayor libertad de comercio, reglas que Washington no s¨®lo debe cumplir cuando le favorecen. Tambi¨¦n se han propuesto reforzar esas reglas con unas normas sociales m¨ªnimas que impidan fen¨®menos como el trabajo infantil, habitual en muchas econom¨ªas emergentes.
Los dirigentes del G-7 se han comprometido igualmente a buscar medidas que favorezcan una mayor estabilidad de los mercados financieros, que en los pr¨®ximos a?os tendr¨¢n que digerir la aparici¨®n del euro, -la moneda ¨²nica europea-, que los norteamericanos empiezan ya a tomarse con mayor seriedad y cierta preocupaci¨®n. Moneda com¨²n o no, son estos mercados los encargados de juzgar si los Gobiernos cumplen una estrategia econ¨®mica compartida por todos los pa¨ªses industrial¨ªzados: saneamiento de las finanzas p¨²blicas, adelgazamiento del Estado, baja inflaci¨®n y reformas estructurales.
M¨¢s all¨¢ de estos planteamientos y de unas buenas palabras sobre la necesidad de mejorar la ayuda exterior para que la globalizaci¨®n no margine a los pa¨ªses m¨¢s atrasados, en Ly¨®n se han confrontado, dos modelos econ¨®micos b¨¢sicos. Por una parte, el americano, que produce m¨¢s crecimiento econ¨®mico en la actualidad y m¨¢s empleo a cambio de mayor desigualdad social, y el europeo, con unos niveles inaceptables de paro pero mayor cohesi¨®n social. Junto a ellos existe un tercer modelo que compite en este mundo globalizado: el de los tigres asi¨¢ticos, que registran un espectacular crecimiento. A costa, eso s¨ª, de autoritarismo pol¨ªtico, escasos derechos sociales y libertades restringidas. Un modelo que no nos vale. Europa est¨¢ obligada a buscar soluciones dentro de su propia v¨ªa.
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