'Caso Whitewater"
TRECE MESES de investigaci¨®n parlamentaria sobre el asunto Whitewater no han servido a los republicanos para lograr su objetivo de pillar en un renuncio indiscutible al presidente Clinton o a su esposa Hillary. Estos esfuerzos ni siquiera parecen haber hecho mella de momento sobre las intenciones electorales, a juzgar por los sondeos. Pero la propia acumulaci¨®n de casos en torno a los Clinton supone un riesgo a medida que se acerca la convocatoria electoral de noviembre.Con Robert Dole como candidato probable pero poco entusiasmante, los republicanos est¨¢n intranquilos. No puede sorprender la b¨²squeda de un punto d¨¦bil en el presidente o en su entorno, aunque Estados Unidos no sea pa¨ªs que se haya caracterizado hasta ahora por una judicializaci¨®n de su vida pol¨ªtica. Y en el pa¨ªs del Watergate, el papel de la Prensa ha sido esta vez sumamente discreto. Los medios de comunicaci¨®n han ido a remolque de la actualidad judicial o parlamentaria, aunque no han faltado revelaciones.
Quiz¨¢s el caso Whitewater resulte demasiado alejado y enmara?ado. Las sospechas de que los Clinton -y en particular Hillary- hab¨ªan mezclado pol¨ªtica y negocios en su Estado natal de Arkansas no se han disipado. Pero la comisi¨®n de investigaci¨®n del Senado no ha resultado concluyente, pese a sus 13 meses de trabajo y al desfile de 245 testigos. Tras este esfuerzo cuyo coste ahora critican los ciudadanos, la mayor acusaci¨®n de los diez republicanos que integraban la comisi¨®n, junto a otros nueve dem¨®cratas que han llegado a conclusiones opuestas, ha sido de ocultaci¨®n, manipulaci¨®n de la verdad y abuso de poder.
Ninguna prueba, ni tampoco nuevos datos. S¨®lo cr¨ªticas o insinuaciones sobre el comportamiento de la primera dama, por haber destruido documentos de su bufete en Arkansas, por dificultar la investigaci¨®n del suicidio en 1993 de un consejero jur¨ªdico de la Casa Blanca y por no reconocer su papel en el cese del personal de viajes de la Presidencia ese mismo a?o. La ¨²nica acusaci¨®n sustanciada contra el presidente es que hizo uso de los servicios jur¨ªdicos de la Casa Blanca para afrontar el caso Whitewater y otros problemas. La palabra la tienen ahora las investigaciones judiciales en curso, tanto en Arkansas como en Washington.
Si el asunto Whitewater parece por el momento controlado, Clinton tiene los pies en otra serie de lodos que van desde una denuncia por acoso sexual hasta la financiaci¨®n ilegal para su campa?a de 1990 a la reelecci¨®n como gobernador de Arkansas. Pero quiz¨¢s el potencialmente m¨¢s grave ata?e a su Jefe de seguridad, Craig Livingstone, que ha dimitido esta semana tras las revelaciones de que hab¨ªa pedido al FBI informes de varios centenares de personalidades vinculadas a la Casa Blanca en anteriores administraciones, es decir, informaci¨®n sobre los hoy rivales pol¨ªticos. Este caso ha generado ya nuevas investigaciones parlamentarias, tanto en la C¨¢mara de Representantes como por parte del Comit¨¦ Judicial del Senado. Y, en contra de Whitewater, el asunto de los informes del FBI no se refiere a Arkansas ni a los a?os setenta u ochenta. Sino a Washington, con los Clinton en la Casa Blanca.
Las aguas no bajan nada limpias. Y si se siguen removiendo pueden acabar ensuciando a los moradores de la Casa Blanca. Es la gran esperanza de los republicanos frente a un Clinton que se ha apoderado del centro del escenario pol¨ªtico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.