A los aguadores:

Al margen de los n¨¢uticos, no hay ning¨²n deporte que necesite tanta agua como el ciclismo. Hay etapas en que los cuerpos tienen que drenar seis litros. El humilde oficio de los aguadores, los ciclistas que acarrean agua para los l¨ªderes, es imprescindible. El ciclista aguador es como un zahor¨ª en el desierto. El pelot¨®n ofrece una imagen de medusa que se contrae y dilata, una masa viscosa de c¨¦lulas uniformes. Pero en su interior hay lazos funcionales de la m¨¢xima importancia. Si fallasen los aguadores, la carrera se marchitar¨ªa como una hiedra en el asfalto. El de aguador es un oficio de aprendices. Llevar agua en el botijo es la primera misi¨®n del ni?o labrador o alba?il. Detr¨¢s de todo gran ciclista hay una memoria de aguador. Por eso las ceremonias de final de etapa son tan poco exultantes. El ganador agita la botella de champa?a como si fuese gaseosa. Y luego, a solas, bebe religiosamente agua.-