"No tenemos que seguir m¨¢s el juego de los ricos"
Nadie parec¨ªa haberse dado cuenta de su presencia hasta que Richard Rogers, una de las estrellas del congreso, le llam¨® "maestro" durante, una conferencia de prensa. Ralph Erskine, arquitecto de origen brit¨¢nico que ha pasado casi toda su vida en Suecia, hab¨ªa rechazado la invitaci¨®n de la organizaci¨®n para participar en los debates debido a su avanzada edad, 82 a?os. Pero a ¨²ltima hora, una antigua colaboradora argentina le convenci¨® de que participara en un serninario sobre Arquitectura y medio ambiente. Y all¨ª es taba, en el Palau Sant Jordi, todo un premio Pritzker de inc¨®gnito.Una vez descubierto se arm¨® un peque?o revuelo y Erskine acab¨® en la tribuna de los oradores. All¨ª lanz¨® un alegato a favor de la arquitectura social: "Pierdo confianza en esta profesi¨®n. No debemos seguir m¨¢s el juego de los ricos. Tenemos que implicarnos en las necesidades reales de las personas desfavorecidas. ( ... ) ?Arquitectos, implicaos en el destino de la humanidad! Y hacedlo de un modo distinto a los arquitectos de mi generaci¨®n. Rogers y yo seguimos trabajando en el mundo de los privilegiados".
Erskine explica que ha creado una fundaci¨®n, que lleva su nombre y el de su mujer para subvencionar aquellos proyectos de arquitectura de bajo coste, funcionales y bellos destinados a las personas m¨¢s necesitadas. Su trabajo se ha caracterizado siempre por su inter¨¦s por la adecuaci¨®n de la arquitectura al entorno social y clim¨¢tico en el que se encuentra y reivindica la participaci¨®n del usuario en el dise?o de las construcciones.
Enemigo de las modas, Erskine considera que una parte de los males de la arquitectura actual proviene de la competitividad: "Los arquitectos y los clientes compiten entre s¨ª, quieren diferenciarse del otro, dejar su se?al. Tenemos una cultura competitiva y construimos ciudades ca¨®ticas y competitivas. Y es obvio que eso no es bueno para los seres humanos".
En su opini¨®n, la arquitectura surgida del Movimiento Moderno ha acabado destrozando las ciudades. "Comenz¨® en la Bauhaus, que combinaba el inter¨¦s por los nuevos materiales y t¨¦cnicas de construcci¨®n con un inter¨¦s por lo social", afirma. "Pero esta filosof¨ªa, puesta en manos de los terribles arquitectos, se convirti¨® en un estilo. Un estilo de edificios todos blancos, techos planos y grandes ventanales. Se convirti¨® en un estilo dogm¨¢tico y perdi¨® todas sus ambiciones sociales y human¨ªsticas".
Pero era una est¨¦tica, a?ade, que interesaba a la producci¨®n industrial, a las industrias y los clientes. "Era muy interesante para las grandes firmas y los clientes. El nuevo estilo se junt¨® con las ambiciones de la industria y eso comport¨® que proliferaran en todo el mundo estos horribles barrios de edificios nuevos en todo el mundo".
"En los cascos antiguos de las ciudades hay todo tipo de viviendas y construcciones. Se constru¨ªa lentamente con materiales tradicionales y con una mezcla de funciones. Los cascos antiguos responden mejor al ser humano que estas nuevas urbanizaciones ca¨®ticas. El arquitecto tiene que ser consciente de que trabaja en una sociedad, para una comunidad, y que s¨®lo puede plantear, peque?as variaciones en un contexto m¨¢s amplio".
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