Busca y captura
LA CREDIBILIDAD de la comunidad internacional, y en particular de la OTAN, se ver¨¢ seriamente socavada de no lograr que comparezcan r¨¢pidamente ante el Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya dos de los principales acusados por cr¨ªmenes de guerra y genocidio perpetrados en los ¨²ltimos cuatro a?os en Bosnia: Radovan Karadzic y el general Ratko MIadic. Las fuerzas internacionales de la lfor deben detenerlos y entregarlos a la justicia internacional para que den cuenta de lo que la acusaci¨®n ha calificado como "los cr¨ªmenes de guerra m¨¢s horrendos e inimaginables cometidos en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial". De no mediar su detenci¨®n o entrega voluntaria en los pr¨®ximos d¨ªas, el alto tribunal dictar¨¢ orden de busca y captura apoy¨¢ndose en los testimonios de la semana pasada en La Haya.Han sido testimonios estremecedores. Han revelado pocas novedades en t¨¦rminos generales, pero han aportado todo g¨¦nero de detalles. Por primera vez, un testigo ha acusado directamente a MIadic de haber organizado y dirigido personalmente las matanzas de musulmanes en julio de 1995 tras la ca¨ªda de Srebrenica, en las que fueron asesinados m¨¢s de 2.000 civiles seg¨²n las estimaciones actuales. M¨¢s all¨¢ de este terrible crimen en Srebrenica, la instrucci¨®n del juicio deja claramente sentado que la limpieza ¨¦tnica y el genocidio cometido por los serbobosnios no nacieron del calor de la batalla, sino que fueron planificados y ejecutados de manera sistem¨¢tica como parte integrante de la estrategia general serbia.
Todo juicio internacional tiende a ser siempre objeto de controversias tanto jur¨ªdicas como morales, especialmente ante un conflicto en el que se han producido atrocidades por parte de todos los bandos. El Tribunal de La Haya no debe cejar en su empe?o de juzgar a todos los criminales de guerra de todos los bandos, aunque la equidistancia resulte dif¨ªcil ante el tenor de los cr¨ªmenes cometidos por los serbobosnios. ?ste debe ser un juicio justo, lo que -seg¨²n el mandato del propio tribunal- exige la comparecencia de los acusados, en particular de Karadzic y MIadic. Karadzic se escuda, por intermedio de sus abogados, en que este juicio, tal como est¨¢ planteado, exige, en su opini¨®n, que el acusado invierta la carga de la prueba.
El tribunal no dispone de polic¨ªa judicial, por lo que, para detener a un acusado y traerlo ante la justicia, depende de los Estados y de la fuerza internacional. Pese a sus carencias -pues esta justicia no es comparable a la de un Estado-, el tribunal cuenta con su propio peso moral y su efecto en las conciencias individuales y colectivas, y con la capacidad investigadora que ha quedado patente la pasada semana con algunos de los relatos pormenorizados preparados por investigadores internacionales con mandato de las Naciones Unidas. Los investigadores internacionales prosiguen una labor sobre el terreno que requiere a menudo una protecci¨®n militar para seguir abriendo fosas y descubriendo cad¨¢veres.
Hasta ahora, las fuerzas internacionales se han resistido a buscar a Karadzic y a MIadic. Carecen de una orden concreta al respecto, y temen adem¨¢s incurrir en bajas en el proceso. Pero justamente los dos principales acusados han sido maestros en utilizar el miedo -perfectamente comprensible- de las fuerzas internacionales a tener bajas para protegerse e incluso para intentar en toda ocasi¨®n socavar el plan de paz de Dayton. Que el tribunal dictara la orden de busca y captura podr¨ªa cambiar la situaci¨®n, salvo que Karadzic haya pactado dejar el primer plano de la actividad pol¨ªtica a cambio de no sentarse en el banquillo de los acusados en La Haya.
Si estos -y otros- cr¨ªmenes quedan impunes, se facilitar¨¢ su repetici¨®n en esas u otras tierras en un futuro m¨¢s o menos lejano. Y en lo inmediato se ver¨¢ dificultado el proceso de paz, que tiene en el horizonte del 14 de septiembre una cita importante con las elecciones en Bosnia, comicios que constituyen m¨¢s un instrumento de pacificaci¨®n que un objetivo en s¨ª, dada la proximidad de la fecha y sus dificultades.
En este contexto, se produce hoy el primer viaje de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar como presidente del Gobierno a la zona. Afortunadamente, lejos quedan ya las dudas del PP sobre la presencia militar espa?ola en Bosnia. La presencia de Aznar deber¨ªa servir para ratificar el compromiso de Espa?a con la paz en esa regi¨®n. Aunque con ello haya que prever continuar la presencia de las fuerzas aliadas m¨¢s all¨¢ de fin de a?o.
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