Riis, el l¨ªder isot¨¦rmico
En mitad del secarral siciliano -40 grados a la sombra- Bjarne Rlis consigui¨® en el Giro de 1993, ya con 29 a?os, el segundo triunfo importante de su carrera. El lunes helaba en la cumbre del Galibier que cruz¨® en coche, y en Sestriere no har¨ªan m¨¢s de 5 grados cuando levant¨® los brazos ganador. Todo un derroche de isotermia y maduraci¨®n tard¨ªa. Con tres a?os m¨¢s y 35 grados menos, el dan¨¦s calvo -"necesita una peluca para que le quede bien el maillot amarillo", dice riendo su antiguo director, Emanuele Bombini- se ha convertido en un potencial ganador del Tour.Hay quien dice, simplemente viendo su historial, que el l¨ªder del Tour es un mercenario en toda regla. En 11 a?os como profesional ha vestido ocho camisetas distintas de cuatro pa¨ªses diferentes. Empez¨® en B¨¦lgica -Roland y Lucas-, sigui¨® en Francia -Toshiba, Super U y Castorama-, cruz¨® los Alpes -Ariostea y Gewiss-, para terminar vadeando el Rubic¨®n -Telekom-. Y vive en un pa¨ªs anodino -Luxemburgo- por las facilidades impositivas. ?l mismo reconoce que un buen sueldo es siempre su objetivo. Pero hay algo m¨¢s. Su carrera es la de un ap¨¢trida ciclista -aunque afirma que su gran ilusi¨®n es dar una alegr¨ªa a "su peque?a Dinamarca", de la que se siente embajador-, que ha subido todos los escalones convencido de que pod¨ªa. Su mayor orgullo en un principio fue ser gregario de confianza de Laurent Fignon, con el que coincidi¨® tres a?os. Quemada esa etapa se convirti¨® en un hombre clave en la estrategia conquistaetapas del Ariostea. Con el equipo de Ferretti no s¨®lo gan¨® una etapa en el Tour del 93, tambi¨¦n termin¨® quinto, en la general final. Su cerebro entonces hizo clic. Se convirti¨® en un hombre Tour.
El a?o pasado, Riis termin¨® contrato con la Gewiss y Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri intent¨® ficharlo para convertirlo en ayudante de Indur¨¢in. El dan¨¦s le respondi¨® que se lo agradec¨ªa pero que lo que ¨¦l quer¨ªa era ganar el Tour, no ayudar a nadie a ganarlo. Esa seguridad, mentalizaci¨®n, convencimiento o como se le quiera llamar es precisamente la mayor fuerza de Riis. "No s¨¦ si este Tour tiene un patr¨®n, pero Riis cree que lo es ¨¦l", dice Ferretti. Tras a?os de persistencia, por fin ha encontrado sin siquiera provocarlo lo que buscaba: un desfallecimiento de Indur¨¢in. El m¨¦todo del campe¨®n dan¨¦s, el extremo.
Al dan¨¦s -32 a?os, cuatro meses m¨¢s que Indur¨¢in- no le duelen prendas por ser un imitador. Mide 1,87 -un cent¨ªmetro menos que el navarro-, pero s¨®lo pesa. 72 kilos. En teor¨ªa deber¨ªa ser un mediocre contrarrelojista y un mediocre escalador, pero se convenci¨® de que pod¨ªa ser bueno en todo. El ejemplo se lo dio la forma de ganar los Tours de Indur¨¢in. Se le meti¨® en la cabeza ser tan bueno como el navarro en las contrarreloj y casi lo consigui¨®. Lo mismo con sus dotes en la monta?a. Le falta, sin embargo, aprender otra lecci¨®n: soportar la presi¨®n de llevar el maillot amarillo. Ayer por la ma?ana un enjambre de chavales le rode¨® en la salida pidi¨¦ndole aut¨®grafos. Riis, ensimismado, ni se dign¨® en decirles que no, hizo de autista. Un muchacho italiano se volvi¨® enfadado gritando: "Merda de maglia gialla [maillot amarillo]. Forza Indur¨¢in".
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