Sida, un rayo de luz
UNA MEZCLA de esperanza e incertidumbre sigue dominando. las cumbres mundiales sobre el sida. Con todo, varios equipos m¨¦dicos han avanzado en Vancouver (Canad¨¢) que un tratamiento de larga duraci¨®n con los c¨®cteles farmacol¨®gicos que se est¨¢n ensayando puede evitar que los seropositivos desarrollen el sida. No se vislumbra todav¨ªa en el horizonte pr¨®ximo la anhelada vacuna, que sigue siendo un desaf¨ªo pendiente para. la ciencia. Pero entre tanto se registran importantes avances en el tratamiento terap¨¦utico de la enfermedad y se abre la esperanza de poder eliminar con f¨¢rmacos en un plazo relativamente breve la enfermedad, evitar su desarrollo en los seropositivos y, desde luego, alargar la supervivencia de los infectados y mejorar su calidad de vida.En Vancouver, los datos aportados al respecto son alentadores, aunque haya, como es l¨®gico, que acogerlos con suma cautela. El sida no est¨¢ en modo alguno vencido, y afecta a m¨¢s de 21 millones de portadores del virus. Pero el hecho de que una. combinaci¨®n de f¨¢rmacos -una especie de c¨®ctel farmacol¨®gico inhibidor de la proteasa, enzima clave en la reproducci¨®n del VIH- pueda bloquear el virus e incluso erradicarlo de la sangre sit¨²a la enfermedad en un nuevo y esperanzador escenario. Ahora, el esfuerzo cient¨ªfico se centra en encontrar el combinado m¨¢s eficaz y que cause los menores efectos secundarios en el organismo.
Con un panorama farmacol¨®gico m¨¢s optimista que hace, dos a?os en Yokohama (Jap¨®n), no es extra?o que en Vancouver la inquietud de los afectados haya basculado hacia el precio de los medicamentos. Se calcula que el coste medio de la terapia combinada presentada en Vancouver no bajar¨¢ del mill¨®n y medio de pesetas al a?o. Ello ha llevado a afirmar a algunos que el sida ha pasado a ser m¨¢s un problema econ¨®mico que cient¨ªfico. Evidentemente, se trata de una exageraci¨®n en tanto no se consiga la vacuna que frene de ra¨ªz la expansi¨®n de la enfermedad. Pero es evidente que el alto coste de la nueva terapia plantea serios problemas sobre su aplicaci¨®n.
En los pa¨ªses desarrollados, ese coste queda fuera del alcance de la inmensa mayor¨ªa de los pacientes y gravar¨¢ todav¨ªa m¨¢s los ya renqueantes sistemas p¨²blicos de salud. En Espa?a, el censo de seropositivos asciende a 120.000 personas, de las que 38.000 han desarrollado la enfermedad. El coste del tratamiento actual por enfermo y a?o asciende a unos tres millones de pesetas, a los que habr¨ªa de a?adirse un mill¨®n m¨¢s. Es l¨®gico, pues, que a partir de ahora se libre una fuerte batalla para que los grandes laboratorios que han invertido en investigaci¨®n y que han hecho su agosto con el tratamiento del sida rebajen el excesivo precio de los nuevos f¨¢rmaco. Y es de esperar que esta batalla no la libren s¨®lo los pacientes. Los Gobiernos y las organizaciones internacionales, especialmente la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), tambi¨¦n deben tomar parte en ella.
En los pa¨ªses del Tercer Mundo, la aplicaci¨®n de la nueva terapia resulta -es terrible tener que reconocerlo- sencillamente ilusoria. En estos pa¨ªses, en los que se encuentra el grueso de los pacientes de sida, la lucha contra la enfermedad se presenta con rasgos m¨¢s sombr¨ªos: su erradicaci¨®n depende hoy, como hace 15 a?os, del descubrimiento del ant¨ªdoto que la prevenga y evite su contagio.
Pero, entre tanto, en todos ellos sigue siendo imprescindible la informaci¨®n y la prevenci¨®n. En Vancouver se han dado datos inquietantes sobre la laxitud preventiva que sigue produci¨¦ndose frente al riesgo de contagio. Quince a?os despu¨¦s de la aparici¨®n de la enfermedad en el Primer Mundo -en el seno de la comunidad homosexual californiana-, no se ha logrado acabar del todo con el rechazo social, la desinformaci¨®n, y los prejuicios que siguen limitando la eficacia de los m¨¦todos de prevenci¨®n, especialmente el m¨¢s eficaz frente al contagio por v¨ªa sexual: el preservativo.
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