David Trueba trata en su primera pel¨ªcula la crisis de la adolescencia
'La buena vida' se rueda en Madrid con actores noveles
El argumento es, quiz¨¢s, lo de menos. Son las sensaciones y angustias adolescentes las que yacen en La buena vida, el largometraje con el que el guionista David Trueba se ha iniciado en la direcci¨®n. Es ese primer enfrentamiento de la adolescencia ante la muerte y el amor, la lucha entre la imaginaci¨®n y la realidad. La buena vida se rueda estos d¨ªas en Madrid con actores noveles y el prestigioso director de fotograf¨ªa franc¨¦s William Lubtchansky.
Ten¨ªa muy claro que su paso a la direcci¨®n, algo que rondaba en su cabeza, ser¨ªa con una historia que ¨¦l pudiera contar mejor que nadie, no por oficio, que no posee de momento, sino por el esp¨ªritu que quiere impregnar en su pel¨ªcula. Cuando comenz¨® a escribir el gui¨®n de La buena vida no sab¨ªa que, por fin, le hab¨ªa llegado la historia adecuada para dar el paso. "Es un filme sutil, de sensaciones, no tiene grandes efectos, ni grandes movimientos de masas. Es una pel¨ªcula intimista", explica David, el hermano peque?o de Fernando Trueba, con el que colabor¨® en el gui¨®n de Two much.Lleva una semana de placer, desde que comenz¨® a rodar el pasado 1 de julio. Su actitud es la de que si alguien an¨®nimo llega al rodaje le cueste adivinar qui¨¦n es el director. Y de verdad, lo consigue. El lunes pasado, en un piso situado en la calle del Marqu¨¦s de Urquijo de Madrid, el que hac¨ªa las bromas y soltaba las risotadas m¨¢s fuertes era el propio director. En la cocina del piso, en un descanso del rodaje, Trueba mimaba a sus j¨®venes actores: Fernando Ramallo, un rubio de 15 a?os; Luc¨ªa Jim¨¦nez, una segoviana de 17, y Joel Joan, de mayor envergadura.
La elecci¨®n de Fernando Ramallo, en el papel de Trist¨¢n, personaje sobre el que gira el filme, fue larga y laboriosa. A David Trueba no le importaba que fuera moreno o rubio, alto o bajo, gordo o flaco. Lo que buscaba era alguien que combinara el sentido del humor y la tristeza, sentimientos ambos ¨ªntimamente ligados a la adolescencia, esa etapa de la vida en la que "tienes la sensaci¨®n de estar m¨¢s solo que la una".
Las calles de Estrecho
Elementos autobiogr¨¢ficos, m¨¢s en forma de esp¨ªritu que en detalles puntuales, existen en La buena vida. Por algo David Trueba rodar¨¢ en las calles de Estrecho, el barrio de su infancia, y centrar¨¢ su historia en la familia o, m¨¢s bien, en la "ausencia de ella". "Mi familia es de las pocas cosas de las que no podr¨ªa haber prescindido. No me imagino sin mis hermanos y mis padres. Todos salimos marcados de casa", dice el m¨¢s peque?o de los Trueba.Y por el piso de la calle del Marqu¨¦s de Urquijo pasea un aut¨¦ntico abuelo, el actor Luis Cuenca, quien consigue arrancar la adhesi¨®n de todo el equipo con una corta aparici¨®n arrastrando los pasos en zapatillas de cuadros en una escena de la pel¨ªcula. "Magistral, qu¨¦ m¨¢s se puede decir", le dice el director. "Mira que decir magistral a una pasada", le contesta el actor.
El proyecto, con un presupuesto de 350 millones de pesetas, es una coproducci¨®n espa?ola y francesa y distribuci¨®n italiana. Del total del costo, el 80% correr¨¢ a cargo de las tres productoras espa?olas Fernando Trueba PC, Olmo Films y Kaplan. El otro 20% proviene de Francia. Del equipo franc¨¦s destaca el director de fotograf¨ªa William Lubtchansky, asiduo colaborador de Godard, Truffaut y Alain Corneau. "Habr¨ªa que preguntarle a ¨¦l por qu¨¦ ha querido trabajar conmigo. Para m¨ª, es una persona que corre riesgos y no le importa equivocarse. Quiero para esta pel¨ªcula una fotograf¨ªa casi documental, realista, nada artificial, y Lubtchansky es ideal para ello".
Babelia
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