El Festival de los Pirineos, con 25.000 abonos vendidos, cuelga el cartel de "no hay entradas"
La organizaci¨®n pide que no acuda nadie m¨¢s para evitar el colapso del recinto
Un ¨¦xito de p¨²blico. El Doctor Music Festival, que se desarrolla en Vall d'?neu, en el Pirineo de Lleida, desde el jueves y hasta ma?ana, domingo, colg¨® ayer el cartel de "no hay entradas". Los 25.000 abonos previstos se han vendido ya y la organizaci¨®n pidi¨® ayer que quienes no dispongan de entrada se abstengan de viajar hasta el lugar para evitar el colapso del recinto, pues, advirtieron, los servicios del festival est¨¢n calculados para albergar a un m¨¢ximo de 25.000 asistentes y es imposible ampliar el aforo.
Primer amanecer en el Doctor Music Festival. El aire es limpio y embriaga como el de las cumbres de Kedarnath, en el Himalaya del Garwhal. Sale un tipo de Sevilla de su tienda y dice: "Joder, qu¨¦ fr¨ªo he pasado". El poblado despierta, poco a poco, y m¨¢s de uno lleva resaca. Sigue arribando gente -lo har¨¢ todo el d¨ªa- y el campamento se extiende ya hasta donde alcanza la vista: an¨¢rquico, lleno de color, y con un rascarse bastante un¨¢nime pues los mosquitos y otras alevosas bestias han hecho esta noche reservas de plasma para todo el a?o. El parte de bajas hasta ahora es asumible: heridas por abrelatas, corta¨²?as y cuchillitos que han resbalado sobre la longaniza; mareos, gente que pide que le administren las mismas inyecciones que en casa y una ¨²nica intoxicaci¨®n et¨ªlica (de momento; al tiempo, que la cerveza corre que da gusto).El ambiente en las duchas es normal: la gente se ducha y, queda m¨¢s limpia. No obstante, conviene no pasar mucho tiempo rondando por all¨ª porque, por ejemplo, pillas a una chica que se pone la ropa interior -de seda, oye- y te toma por un voyeur. Los servicios provocan alguna cola de gente inquieta. El sexo fuerte lo tiene bien porque hay urinarios -los de mejor vista del mundo- repartidos por todas partes. Y unas casitas comunes en las que orinas sobre una especie de rejilla redonda que sugiere un altavoz, lo cual es muy pertinente. Este reportero. desconoce los detalles sobre los servicios de chicas -sobre todo despu¨¦s de la bronca de las duchas-. El s¨²per (una gran carpa) va a tope. Est¨¢ muy bien surtido. Una joven que se ha puesto dos litros de pachul¨ª adquiere papel higi¨¦nico para seis meses.
A las once de la ma?ana Suede hace pruebas de sonido. Su cantante, Brett Anderson, es un tipo esmirriado pero muy guapo y va de negro con lo que est¨¢ cayendo. Es blanco de piel, pero aqu¨ª se le pasar¨¢, seguro. Poco despu¨¦s de mediod¨ªa se abre el recinto de conciertos y la gente, agolpada desde media hora antes en la verja, entra y se desparrama con un entusiasmo que recuerda las descripciones de Claudio Claudiano (siglo V) sobre la invasi¨®n goda de Panonia. Pasa un tipo enorme con un tatuaje de Toro Sentado en un biceps. Ya se ve mucho torso desnudo y mucho piercing. Una chica con top y los vaqueros muy sixties sosteni¨¦ndose precariamente a una altura escalofriante de su rotunda pelvis se detiene y exclama: "?Qu¨¦ guapo!". Pero las campanas no doblan por ti. Es por el escenario, recort¨¢ndose contra el perfil de las monta?as, vaya imagen. La gente se dispersa por el campo con la ilusi¨®n de novios estrenando piso. Descubre nuevas instalaciones, zonas que no funcionaban a¨²n anoche. El mercadillo est¨¢ a tope y atrae mucho p¨²blico. Hay que moverse, porque si no te tat¨²an y te piercean o te endosan una camiseta.
Trasladarse por el ampl¨ªsimo recinto tiene su ¨¦pica. Esto es que no te lo acabas. Como decir me voy a ver a los primos arapajoes al otro lado del campamento de Caballo Loco en el Rosebud -3.000 titis, mi reino por un poni-. El sol parece reblandecer el cerebro. ?Ha sido ego un mugido? S¨ª, el¨¦ctrico. Empieza la marcha. Una sacudida de m¨²sica estremece los pastos. Vamos all¨¢. Alegr¨ªa. Ombligos. Yeah! Y la gente baila y se cimbrea y se gusta. Toca Doctor Calypso. Una pareja se besa como si bebiera ambros¨ªa. Un rasta se rasca con rabia los rizos -"es complicado ducharse, amigo"-. Dos chicas sonr¨ªen y sus labios llenos de anillos resplandecen bajo el sol. Veteranos de Woodstock r¨ªen sin dientes. Alode tal vez sea el m¨¢s joven del baile, tiene un a?o y lo lleva su padre a la espalda en mochilita. Mastica con fuerza su chupete: los Ya T'Ho Dir¨¦ tocan con volumen. Mam¨¢ lleva a su hermanito de tres a?os de la mano y una sombrilla. La familia es de aqu¨ª, de cerca de Sort. Por la noche, los adultos, colocan a los cr¨ªos y regresan con otro plan, claro. Por la tarde, reina un ambiente de siesta general. Menos cimbreo. Un prepararse para la apoteosis de la noche con el duque Bowie.
Babelia
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