Platos rotos por Cuba
BILL CLINTON ha jugado a aprendiz de brujo con la ley Helms-Burton y ha puesto en marcha una peligrosa din¨¢mica en su pa¨ªs que afectar¨¢ a los intereses de Espa?a y del conjunto de la Uni¨®n Europea no s¨®lo en Cuba, sino tambi¨¦n en otros pa¨ªses enemigos de Estados Unidos. Ha quedado mal con casi todo el mundo. Con los europeos, por situarse en la estela del Congreso y romper con esa ley las reglas reci¨¦n, estrenadas de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio; con el electorado cubano-americano, por haberse sometido a la exigencia europea de aplazar seis meses la puesta en pr¨¢ctica del art¨ªculo m¨¢s pol¨¦mico de esa ley, y con los cubanos de Cuba, porque ellos son los que m¨¢s van a sufrir este nuevo rigor del embargo y la ley va a dificultar sin duda la transici¨®n hacia el poscastrismo. Demasiados platos rotos para una operaci¨®n cargada de tintes electorales norteamericanos.Por una vez la Uni¨®n Europea ha reaccionado con rapidez. La batuta la han llevado el Reino Unido, Francia y Espa?a, que seguramente ha desempe?ado un papel m¨¢s discreto e ingenuo de lo que le hubiera correspondido como antigua metr¨®poli. La unidad y rapidez de la reacci¨®n europea se debe, evidentemente, no a las simpat¨ªas hacia el r¨¦gimen de Castro, sino a que EE UU ha roto las reglas de la OCM, reciente y c¨ªnicamente reconfirmadas por Clinton en la cumbre del G-7 en Ly¨®n. En este sentido, el endurecimiento por el Senado de otra ley -la Kennedy-D'Amato- medidas a¨²n m¨¢s duras contra empresas que inviertan en Libia o Ir¨¢n puede tener consecuencias muy graves para todos los pa¨ªses europeos, y desde luego para Espa?a.
Clinton ha dejado sensatamente en suspenso por seis meses la posibilidad de que ciudadanos o compa?¨ªas norteamericanos acudan ante los tribunales estadounidenses contra empresas que trafiquen en Cuba con bienes que les fueron expropiados. Tal medida hubiera llevado a un caos jur¨ªdico y comercial. Pero este aplazamiento no impide que se aplique toda una panoplia de sanciones que dificultar¨¢ la operaci¨®n de empresas espa?olas y de otros, pa¨ªses en Cuba y en EE UU. Por ello, la UE, pese a que Clinton se haya detenido ante el precipicio comercial, no debe cejar en su empe?o de perseguir esta legislaci¨®n estadounidense ante la OCM y de tomar las medidas de represalia decididas en sus l¨ªneas generales el pasado lunes.
Entre estas medidas existe la posibilidad de que Espa?a refuerce sus instrumentos jur¨ªdicos para defenderse frente a esta agresi¨®n comercial y extraterritorial estadounidense, como han hecho ya otros pa¨ªses. El Gobierno podr¨ªa haberse adentrado por esta senda hace ya varias semanas. La demora no acaba de explicarse. Tampoco la confianza depositada por el Gobierno del PP en un personaje como Jorge Mas Canosa, dirigente de la Fundaci¨®n Nacional Cubanoamericana, por mucho que este tipo de contactos se inscriban en un marco general de relaciones con la oposici¨®n cubana.
La pol¨¦mica ley no facilita, desde luego, la apertura de Cuba a la inversi¨®n extranjera y, en ¨²ltima instancia, a la econom¨ªa de mercado. Sembrar dudas sobre qui¨¦n tiene hoy los derechos de. propiedad de bienes confiscados hace m¨¢s de 35 a?os no facilitar¨¢ desde luego ese tr¨¢nsito. Adem¨¢s, la actitud de Washington probablemente habr¨¢ servido para afianzar a Castro lejos de debilitarle. Frente a tanto castigo y tantas trabas -que no se aplican a otros pa¨ªses como China-, el levantamiento del embargo por EE UU podr¨ªa generar un shock de oferta en la isla que probablemente no resistir¨ªa el r¨¦gimen castrista. La abundancia puede ser el arma m¨¢s eficaz para derrotar a Castro. Pero Clinton prefiere hablar ahora de construir un frente internacional contra ¨¦l. En el mejor de los casos, habr¨¢, que esperar a que, Clinton salga reelegido y cambie de discurso, alej¨¢ndose de un nuevo unilateralismo que recuerda al 98 del siglo pasado y resulta perjudicial para una apertura democr¨¢tica en Cuba.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.