Una calle para Camus
Joaqu¨ªn Leguina -que acaba de publicar una gran novela sobre el origen de la revoluci¨®n cubana (La tierra m¨¢s hermosa, Alfaguara)- pide una calle en Madrid para Albert Camus (v¨¦ase Diario 16 del 13 de julio).. "A una ciudad como Madrid, que tiene en su callejero nombres perfectamente olvidables, le mereceria la pena subir el nivel medio con un nombre al cual el inexorable paso del tiempo no har¨¢ sino bien", escribe Leguina.?Cu¨¢l es el pretexto, aqu¨ª y ahora, para esa calle? No hay tal. Cualquier momento es bueno para Camus. La excusa, si se quiere una, es la aparici¨®n en castellano de las Obras de este escritor universal (Alianza Tres) en la excelent¨ªsima edici¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu, pero tambi¨¦n hubiera podido serlo la edici¨®n anotada de su ¨²ltima novela, recuperada treinta y cinco a?os despu¨¦s de su muerte, en base a los papeles manuscritos de Camus, que estaban en una carterita al lado de los hierros retorcidos del autom¨®vil del accidente.
En este mes de julio se pone a la venta el tercer tomo de las Obras, en el que se hace un alegato definitivo sobre Camus: "Pocas veces el conflicto entre vida y, obra ha sido tan dram¨¢tico como en el caso de Albert Camus (1913-1960). Un conflicto dram¨¢tico -el centro de un siglo considerado el m¨¢s cruel de la historia- ante el que nunca perdi¨® la cara. Por ello, el paso del tiempo sobre su vida y Su obra es ahora m¨¢s interesante que nunca. Su vida, que reuni¨® la ejemplaridad del h¨¦roe y la honestidad del hombre civil, ha salido indemne de los malentendidos y las malas intenciones con que fue atacada, e indemne incluso de sus vacilaciones en los momentos m¨¢s dif¨ªciles. Su obra literaria, la que estuvo a punto de sacrificar a su vida. de hombre comprometido, ha ido mostrando calidades nuevas, creciendo siempre, convirti¨¦ndose en un punto de referencia imprescindible para la comprensi¨®n del siglo XX".
En el Diccionario filos¨®fico de Fernando Savater (Planeta) se encuentran las mejores razones para entender la coherencia de esa vida / obra de Camus. "... le recordamos lo suficientemente bien como para saber que no defendi¨® cr¨ªmenes ni justific¨® masacres, no se regode¨® en el elogio pol¨ªtico o est¨¦tico (?Sade!) de ninguna forma de crueldad. No padeci¨® la cobard¨ªa f¨ªsica que suele empujar a los intelectuales al elogio de la violencia e incluso a lo que Chesterton justamente llam¨® el menos viril de los vicios: la fascinaci¨®n por la brutalidad. Regresamos a sus p¨¢ginas y se disipan los temores. Algunas discrepancias, ciertos fetichismos ling¨¹¨ªsticos ya obsoletos, pero por lo dem¨¢s Camus no tiene ni una arruga".En el a?o 1948 se produce el ¨²ltimo acto p¨²blico de consenso pol¨ªtico entre los intelectuales vinculados a la rive gauche francesa. Entre otros, coinciden los amigos Sartre y Camus, que representan dos modos diferentes de entender el compromiso; este ¨²ltimo adelanta algunos de los conceptos que se profundizar¨¢n en su libro El hombre rebelde, que le costar¨¢ la ruptura con ese grupo, tras una cr¨ªtica despiadada del mismo en Les Temps Modernes: "M¨¢s vale equivocarse sin matar a nadie que tener raz¨®n ante un mont¨®n de cad¨¢veres", prelud¨ªa Camus, refiri¨¦ndose a los campos de concentraci¨®n estalinistas. Sartre le tritura y lo expulsa de entre los mandarines, y s¨®lo recuperar¨¢ su densidad en el epitafio que ¨¦l dirige cuando Camus muere inesperadamente, en un fatal accidente de coche: [Camus] representaba en este siglo y a contracorriente de la historia la herencia de esa dinast¨ªa de moralistas cuyas obras constituyeron quiz¨¢ lo m¨¢s original de la literatura francesa. Su humanismo tenaz, r¨ªgido, puro, austero y sensual libraba un incierto combate contra los acontecimientos masivos y deformes de la ¨¦poca. Pero, inversamente, por el car¨¢cter pertinaz de sus repulsas, reafirmaba, en el centro neur¨¢lgico de nuestra ¨¦poca, contra el maquiavelismo, contra el becerro de oro del realismo, la evidencia. del hecho moral".
Admiramos mucho a Sartre, pero a quien quisimos de verdad fue a Camus. Adem¨¢s de leerlo, ?por qu¨¦ no ser un poco internacionalistas, marginar el casticismo pegajoso de nuestros d¨ªas y ponerle una calle que recuerde su compromiso? Me adhiero a la propuesta de Leguina.
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