Avalancha musical de alto voltaje

Resulta dif¨ªcil hablar de la tercera jornada del Festival de Vitoria por la acumulaci¨®n de acontecimientos de una intensidad inusitada que se sucedieron en el curso de pocas horas. Henry Threadgill, Joe Lovano-Jim Hall y Kenny Garrett-Path Metheny, una cascada de sensaciones dif¨ªciles no ya de explicar sino de asimilar. Tres conciertos totalmente diferentes pero igualmente atractivos; arrebatadores, incluso, cada uno en su estilo. Despu¨¦s, ya de madrugada, Leroy Jones soplaba como un poseso en el Jazz de Medianoche.La avalancha de m¨²sica de alto montaje comenz¨® ya en la secci¨®n Jazz del Siglo XXI. Todo un lujo recibir a Henry Threadgill, un creador que por su talla hubiera merecido una noche estelar pero cierto es que su m¨²sica no es f¨¢cil y en el entorno m¨¢s acogedor del Teatro Principal pudo degustarse m¨¢s c¨®modamente. El jazz de Threadgill es complejo y valiente, mira hacia adelante sin miedo y mezcla cualquier tipo de influencias para crear un producto nuevo, personal y altamente sugestivo.

Ideas geniales

Joe Lovano y Jim Hall, por su parte, no se lanzaron a la b¨²squeda de novedades. No hac¨ªa ninguna falta: simplemente el Body and soul (en d¨²o, sin acompa?amiento r¨ªtmico), que cerr¨® su concierto fue de los que le devuelven a cualquiera su confianza en la actualidad del jazz. ?Todav¨ªa se puede conseguir que Body and soul suene nuevo! El concierto de Hall y Lovano fue sencillamente apasionante. El saxofonista despleg¨® esa sonoridad de fieltro repleta de ideas geniales de la que pocos, muy pocos, saxofonistas pueden presumir y llen¨® el polideportivo de una m¨²sica densa y palpitante que, en muchos momentos, pon¨ªa la carne de gallina.En la segunda parte cambi¨® casi radicalmente el ambiente y se pas¨® del estremecimiento continuado a la contundencia m¨¢s apabullante. Fue necesario cambiar el chip mental por segunda vez y dejar reposando en alg¨²n lugar de la memoria todo lo anterior para sumergirse en la propuesta de Kenny Garrett y Pat Metheny que, dejando de lado sus trabajos habituales se centraron en un recuerdo a John Coltrane. El p¨²blico acab¨® de pie coreando y palmeando las intervenciones de un Garrett convertido en uno de los monstruos del saxo alto actual.

Como no todo pueden ser alegr¨ªas, mientras en la pista de Mendizorrotza reinaba el j¨²bilo, entre bastidores se extend¨ªa la triste noticia del fallecimiento en el accidente a¨¦reo neoyorquino de Ana Mar¨ªa, la esposa de Wayne Shorter que dos d¨ªas antes hab¨ªa inaugurado esta vig¨¦sima edici¨®n del Festival de Vitoria.