Andy por dos
D¨ªas de fortunaDirecci¨®n: Andrew Davis. Gui¨®n: Davis, Blesing, Blake y Kahn. Fotograf¨ªa: F. Tidy. M¨²sica: W. Olvis. EE UU, 1995. Int¨¦rpretes: Andy Garc¨ªa, Alan Arkin. Madrid: cines Palafox, T¨ªvoli, Acte¨®n, Canciller y Aluche.
No yerran quienes han visto en esta irregular, pretendidamente inocentona y en ocasiones divertida comedia ciertas referencias a Frank Capra. Como en el maestro norteamericano, hay aqu¨ª una reivindicaci¨®n del dinero como proveedor de felicidad, pero tambi¨¦n una denuncia a los excesos que el amor al billete verde puede acarrear, de la misma manera que hay una mirada admirativamente pr¨®xima al de m¨¢s abajo, en este caso a los emigrantes ilegales que trabajan en las granjas agr¨ªcolas de California. Y m¨¢s cosas, entre ellas el lucimiento de Andy Garc¨ªa, arquetipo del latino triunfante en el estrellato estadounidense, desdoblado en dos gemelos, uno rico por herencia y el otro rico por mala leche.
El filme cuenta la historia de estos dos hu¨¦rfanos, desde que son adoptados por una exc¨¦ntrica millonaria hasta que acaban enfrentados por la posesi¨®n del mayor rancho de California. Lo que sorprende, sin embargo, del filme son dos aspectos, alejados entre s¨ª, pero fundamentales en la construcci¨®n de la trama. Uno, cuyo origen est¨¢ en el propio gui¨®n, es la despiadada denuncia que el filme asume de la impunidad con que los servidores de la ley y la polic¨ªa se suman entusi¨¢sticamente a la n¨®mina de los capitalistas especuladores. Otro, su estructura oscilante, pero en todo caso funcional a los intereses que se ilustran.
Adem¨¢s de esto, los personajes apenas est¨¢n dise?ados, se nos pide que nos los creamos sin m¨¢s pre¨¢mbulos ni explicaciones, e incluso que aceptemos sin preguntas los repetinos cambios de humor de algunos de ellos. El cemento de todo ello, la mezcla de denuncia, buenos sentimientos y m¨²sicas de variada procedencia, mantiene un tanto provisionalmente unido el resultado final, un filme que sirve sobre todo para dar fe de la versatilidad de Garc¨ªa, del recuperado oficio de Alan Arkin y de la competente direcci¨®n de Andrew El fugitivo Davis. Y sobre el final, postizo, almibarado y rid¨ªculo, dejemos caer el olvido.
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