El malestar de la diplomacia espa?ola
El proyecto innovador de Matutes, aumentar la presencia en Asia, no tiene visos de concretarse
"A este paso ir¨¦ a despachar de madrugada". Son las 21.30 y el subdirector se queja amargamente de seguir esperando a esas horas en su despacho a que le llame el director general de ?frica, Asia y Pac¨ªfico, Manuel Alabart, para pasar revista a las relaciones con varios pa¨ªses de su zona geogr¨¢fica.
Una entrevista con Alabart es la cita m¨¢s codiciada en el Ministerio de Exteriores porque la reestructuraci¨®n de su organigrama por el Gobierno hace depender de este director nada menos que los dos tercios de las embajadas y las tres cuartas partes de los pa¨ªses con los que Espa?a mantiene relaciones. "Sus dominios son tan amplios que a su direcci¨®n la llamamos la del Imperio, porque nunca se pone el sol", ironiza un joven funcionario.
La creaci¨®n de esta macrodirecci¨®n, impuesta por la Presidencia del Gobierno, fue el primer contratiempo que sufri¨® Abel Matutes tras ser nombrado al frente de Exteriores. En sus primeras declaraciones y en su investidura, el nuevo ministro anticip¨® que la pol¨ªtica exterior ser¨ªa continuista, pero aire¨® dos ideas nuevas.
La primera emanaba de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, aunque Matutes la formul¨® primero: apretar las tuercas a Cuba. Como los populares no hab¨ªan establecido previamente un cuerpo de doctrina sobre la pol¨ªtica a seguir con Fidel Castro, la exposici¨®n de sus intenciones fue una ceremonia de la confusi¨®n agravada por una reacci¨®n del Gobierno aparentemente tibia ante la ley Helms-Burton. Tras mes y medio de contradicciones, por fin est¨¢n aclarando qu¨¦ cooperaci¨®n cortar¨¢n con la isla.
Ayudar a las empresas
La segunda idea innovadora era de Matutes y tiene que ver con su perfil de empresario y con una de las comisar¨ªas europeas que desempe?¨®: reforzar la presencia en Asia, el continente emergente, con un objetivo: "Que por una vez no lleguemos tarde a una cita con la historia".Sab¨ªa que Espa?a no es Italia, donde las empresas se abren camino solas en el extranjero, y que los hombres de negocios espa?oles necesitan la ayuda de la Administraci¨®n para penetrar en los mercados, como ha sucedido, con cierto ¨¦xito, en China.
En un brindis al Sol, el ¨²ltimo Gobierno socialista aprob¨® la creaci¨®n de cinco embajadas, una de ellas en Vietnam, un pa¨ªs en pleno auge econ¨®mico, y la reapertura del consulado en Shanghai que llevar¨ªa aparejado una oficina comercial reclamada a gritos por los empresarios. Cada representaci¨®n diplom¨¢tica de esas caracter¨ªsticas cuesta entre 100 y 150 millones anuales.
Ninguna de ellas podr¨¢ ser inaugurada mientras persista el ajuste. "Si de verdad se quiere apostar por ese continente y no hay dinero para hacerlo, no entiendo por qu¨¦ no se cierran embajadas menores en ?frica, como Tanzania o Zimbabue, para, con ese ahorro, aumentar la implantaci¨®n en Asia",, se pregunta un embajador en Africa.
Matutes no s¨®lo no quiere cerrar embajadas, sino que, con el "adelgazamiento" al que ha dejado someter el organigrama de Exteriores, ha hecho desaparecer la antigua direcci¨®n general que llevaba Asia central, Extremo Oriente y EE UU, para fusionarla con ?frica y Oriente Pr¨®ximo.
Al frente ha colocado a Alabart, un diplom¨¢tico con experiencia en Asia, pero desconocedor del Magreb y, en general, del Mediterr¨¢neo, el ¨¢rea geogr¨¢fica m¨¢s importante para Espa?a.
Desde que Madrid fue elegida en 1991 sede de la Conferencia de Paz sobre Oriente Pr¨®ximo hasta que acogi¨® en 1995 la Conferencia Euromed¨ªterr¨¢nea de Barcelona, "la diplomacia espa?ola cobr¨® un gran protagonismo" en esa regi¨®n que "ahora corre el riesgo de dilapidar por no dedicarle suficiente atenci¨®n", advierte uno de los art¨ªfices de esa pol¨ªtica.
El Mediterr¨¢neo es una parcela importante de la pol¨ªtica exterior, pero la parte del le¨®n se la lleva la Uni¨®n Europea. Matutes se resisti¨® a hacer experimentos con el instrumento, la Secretar¨ªa de Estado para la UE, que encauza la relaci¨®n de Espa?a con Bruselas, pero lo hicieron por ¨¦l desde La Moncloa. La dieta impuesta al organigrama supuso la desaparici¨®n de la Direcci¨®n General de Coordinaci¨®n Jur¨ªdica e Institucional, que intentaba armonizar las posiciones de los diversos sectores de la Administraci¨®n espa?ola para presentar en Europa una posici¨®n com¨²n.
Su supresi¨®n ha revalorizado el papel de la Representaci¨®n de Espa?a ante la UE, ya de por s¨ª la m¨¢s numerosa de los Quince, donde se hace ahora el grueso de la coordinaci¨®n bajo la batuta de Javier Elorza. Ello no obsta para que, a veces, ocurran desaguisados como, a finales de mayo, cuando Elorza se enter¨® por la prensa del cambio de Espa?a sobre las vacas locas porque la ministra de Agricultura, Loyola de Palacio, no le inform¨®.
Tras vencer las reservas de La Moncloa, Matutes logr¨® nombrar a su ex jefe de gabinete Ram¨®n de Miguel secretario de Estado para la UE y ampliar sus competencias hasta convertirlo en un aut¨¦ntico viceministro, con dos despachos, separados, eso s¨ª, por cinco kil¨®metros, para cada una de sus ¨¢reas (UE y resto del mundo).
Pero De Miguel se ha hecho cargo de una Secretar¨ªa de Est¨¢do desmembrada que le secunda menos en su labor. De ah¨ª que est¨¦ tambi¨¦n desbordado, como Alabart, aunque ¨¦l afirma que atiende todos los frentes. "Es que mis predecesores llevaban una vida muy placentera", afirm¨®, medio en broma, medio en serio, en un desayuno con periodistas en mayo.
Dos datos m¨¢s ilustran la desatenci¨®n relativa en la que ha ca¨ªdo Europa por parte del Gobierno, al margen del empe?o en cumplir los criterios de Maastricht. Ram¨®n Gil Casares, jefe de los asesores de Aznar en pol¨ªtica exterior, no tiene ninguna experiencia en temas europeos cuando, seg¨²n uno de sus predecesores, "el 80% de la labor de ese departamento es la UE". Asegura suplir su desconocimiento rode¨¢ndose de colaboradores expertos.
En el Comit¨¦ Pol¨ªtico de la UE, el ¨®rgano que coordina las pol¨ªticas exteriores d¨¦ los Quince, Espa?a es ahora el ¨²nico pa¨ªs que no est¨¢ representado por un funcionario con rango de director general o subsecretario. Jorge Dezcallar lo era pero, con el prop¨®sito de ahorrar, le quitaron en mayo los galones, el sueldo y el equipo.
"Como quedaba feo ser representado por un soldado raso, le nombraron embajador especial ' sin que por ello recupere sus emolumentos", se?ala un diplom¨¢tico. Ni que decir tiene que Dezcallar, considerado como una de las mejores cabezas de la -diplomacia espa?ola, est¨¢ deseando irse. Reh¨²sa hablar con la prensa, pero sus amigos dicen que tambi¨¦n teme que Espa?a se deje ahora recortar su influencia en Europa.
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