"Manel, soy el Rey"
Don Juan Carlos se sum¨® por tel¨¦fono a la fiesta del waterpolo tras ganar la medalla de oro
El tel¨¦fono m¨®vil de Manel Estiarte, el veterano capit¨¢n de la selecci¨®n de waterpolo, son¨® cuando estaba en el vestuario prepar¨¢ndose para asistir a la ceremonia de la imposici¨®n de medallas. "Manel, soy el Rey". La llamada era de don Juan Carlos. "Me dijo que tanto ¨¦l como la Reina hab¨ªan llorado de alegr¨ªa al ver nuestra victoria. Me hizo una ilusi¨®n tremenda".Los Reyes vieron el partido por la televisi¨®n desde su residencia de verano en el palacio de Marivent, en Palma de Mallorca. Su hija la infanta Cristina represent¨® a la familia real junto a la infanta Pilar.
Hace cuatro a?os, los Reyes estuvieron en aquella final que perdieron ante Italia en los Juegos de la Olimpiada de Barcelona. Ellos sab¨ªan las l¨¢grimas que por entonces derramaron los integrantes del equipo de waterpolo.
En esta ocasi¨®n, la plata no val¨ªa. Hac¨ªa falta el oro. Manel Estiarte, de 34 a?os, el veterano l¨ªder de este equipo, que lleva 21 a?os como jugador y que ha participado en cinco Juegos de la Olimpiada, confiesa que durante los d¨ªas previos al gran partido record¨® lo sucedido en la piscina Picornell.
Juan Antonio Samaranch, presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI), acudi¨® a la final porque sospechaba que pod¨ªa haber triunfo espa?ol. ?l sinti¨® tambi¨¦n una emoci¨®n especial al imponer la medalla de oro a los espa?oles. All¨ª, en el podio, comenz¨® una fiesta que se prolong¨® toda la noche.
La celebraci¨®n fue por todo lo alto. El Comit¨¦ Ol¨ªmpico Espa?ol (COE) organiz¨® una cena en el hotel Holliday Inn a la que asisti¨® la plana mayor de las autoridades deportivas presentes en Atlanta y los tres invitados reales: la infanta Elena y Jaime de Marichalar, su esposo, y la infanta Cristina.
Los duques de Lugo supieron al llegar al aeropuerto de Atlanta que Espa?a se hab¨ªa proclamado campeona. "Nos ha dado una pena terrible no ver el partido, pero afortunadamente" dijo do?a Elena, "ya estamos aqu¨ª. Os lo merec¨ªais".
El protocolo, en la cena -comida espa?ola regada con vino de Rioja-, se rompi¨® pronto. El jugador Pedro Garc¨ªa ejerci¨® de maestro de ceremonias en la celebraci¨®n, y al grit¨® de "?Talism¨¢n, talism¨¢n, talism¨¢n!" oblig¨® a las infantas a realizar breves discursos. Nadie se escap¨®, ni siquiera Jaime de Marichalar, que, algo abrumado, dirigi¨® algunas palabras ante el jolgorio de los presentes. Los jugadores est¨¢n convencidos de la buena suerte que la familia real da al deporte espa?ol.
Estiarte era de los m¨¢s serenos tras la victoria. Hab¨ªa esperado muchos anos para poder colgarse una medalla de oro. "En Barcelona, en la v¨ªspera de la final, todo el mundo celebraba la plata. Esta vez, no".
El capit¨¢n, que juega en el Pescara, un equipo italiano, desde 1982, anunci¨® que ¨¦stos han sido sus ¨²ltimos Juegos de la Olimpiada -ha estado en cinco-. Eso s¨ª, seguir¨¢ en la competici¨®n un a?o m¨¢s, hasta el Campeonato de Europa del a?o pr¨®ximo en Sevilla. "Siendo en Espa?a no me lo puedo perder".
S¨®lo Jes¨²s Rull¨¢n, el portero, se atrevi¨® a salir de fiesta con la medalla para disfrutar de la noche de Atlanta. "?La m¨ªa?", dijo Estiarte. "Est¨¢ bien escondida. No vaya a ser que despu¨¦s de lo que me ha costado la pierda". A primera hora del lunes todav¨ªa hab¨ªa jugadores que no hab¨ªan llegado a la Villa Ol¨ªmpica.
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