El fin de un mito
Tanto los que s¨®lo ve¨ªan en los Juegos la desmesura como los que esperaban una tregua han perdido el tiempo. ( ... ) Los primeros pensaban que el mercantilismo recubrir¨ªa hasta el fanatismo. Los segundos so?aban con un mundo ideal en el que las haza?as trascendieran a las pasiones. Unos pecaban de presunci¨®n, los otros de ingenuidad. Todos olvidaban que en este fin de siglo el hombre es su principal enemigo. No hay que adentrarse en Africa para asistir a matanzas tribales. Tambi¨¦n se desarrollan en ese escenario de modernidad y tecnolog¨ªa que pretend¨ªa ser Atlanta. ( ... ) Al primar en la investigaci¨®n la pista del terrorismo interior, los americanos han tenido que reconocer su vulnerabilidad y sus propios demonios. ( ... )Desde hace tiempo, EE UU sabe que no volver¨¢ a ser la ¨²nica potencia mundial. Debe acomodarse a un mundo multipolar. Y es m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa admitir el fin de otros mitos nacionales. ( ... ) Esta gran naci¨®n que se descubre enferma de s¨ª misma ( ... ) est¨¢ m¨¢s dividida que nunca. Las milicias blancas, a veces te?idas de neonazismo, responden a las decisiones federales; los enfrentamientos ¨¦tnicos son frecuentes; la desigualdad social aumenta por el crecimiento de la pobreza y la criminalidad. Bill Clinton no se equivoca cuando asegura que el atentado de Atlanta est¨¢ dirigido "contra el esp¨ªritu de nuestra democracia". Esta dolorosa constataci¨®n llama a otra: el sue?o americano necesita un new look.
, 29 de julio
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