Las estrellas salvaron los Juegos
Una bomba estuvo a punto de colapsar Atlanta 96Michael Johnson y Carl Lewis pasaron a la leyenda Alemania y Reino Unido, los grandes derrotados El balonmano dio la 17? medalla a Espa?a
Los Juegos Ol¨ªmpicos ya no volver¨¢n a ser los mismos. La fecha exacta que marcar¨¢ la ¨²ltima evoluci¨®n de la cita cuatrienal es la del s¨¢bado 27 de julio de 1996. De madrugada, una bomba mata a dos personas y hiere a 110 en pleno coraz¨®n de Atlanta. La explosi¨®n coloc¨® al olimpismo en el filo de la navaja. El caos organizativo -resultado l¨®gico de una organizaci¨®n enteramente privada, s¨®lo atenta al ahorro y a los beneficios- estuvo a punto de dar el paso definitivo hasta el colapso total. "Una segunda bomba habr¨ªa acabado con los Juegos", reconoce Juan Antonio Samaranch, presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Espa?ol (COI), quien tambi¨¦n afirma: "Nunca m¨¢s se volver¨¢ a ceder unos Juegos, a la iniciativa privada".De la ruina, de una primera semana en la que las noticias generadas desde Atlanta eran enteramente negativas -hasta el reinado en nataci¨®n de la irlandesa Michelle Smith, tres oros y un bronce, fue puesto en entredicho por oscuros rumores de dopaje- los Juegos del Centenario fueron rescatados no por el COI, ni por el comit¨¦ organizador, ni por la televisi¨®n, sino por sus verdaderos protagonistas: las estrellas deportivas y el p¨²blico que llen¨® todos los recintos para vibrar. Sidney, la ciudad que acoger¨¢ los Juegos del a?o 2000, tendr¨¢ que seguir esa lecci¨®n.
Cuando Donovan Bailey lleg¨® con sus 9,84 al oro de los 100 metros y a batir el r¨¦cord del mundo s¨®lo hab¨ªan transcurrido 24 horas desde la explosi¨®n, pero la aparici¨®n de la primera estrella supuso un cambio brutal: tras tanta amargura, los Juegos empezaron a tener una cara sonriente. Las ¨²nicas historias que interesan a la gente, las de triunfo y drama de miles de deportistas que entregaron cuatro a?os de su vida cotidiana a cambio de un triunfo ol¨ªmpico o de una derrota, fueron tambi¨¦n las ¨²nicas que empezaron a ser portada en todos los medios. A Bailey le sigui¨® el ¨²ltimo salto de Carl Lewis, su haza?a, su novena medalla en sus cuartos Juegos, contrapunteada por la rabia del Michel Powell que lesionado intent¨® un salto imposible. All¨ª, aquel mismo d¨ªa, empez¨® a lucir el gran protagonista.
Michael Johnson gan¨® los 400 metros, aperitivo de lo que ser¨ªa su particular haza?a: ser el primer atleta en ganar los 400 y los 200 metros. El colof¨®n fue mucho m¨¢s espectacular: corriendo los 200 metros en 19,32 segundos, el tejano se convirti¨® en el hombre m¨¢s r¨¢pido de la historia. Aquello lo eclips¨® todo, tap¨® a la francesa Marie Jose Perec, autora del mismo logro en categor¨ªa femenina, aunque sin r¨¦cord, y m¨¢s a¨²n a la rusa Masterkova, ganadora del 800 y el 1.500.
En un recuento final de medallas en el que Estados Unidos recupera la primac¨ªa, en el que Rusia deja de ser el otro polo dominante para difuminarse a casi la misma altura que otras grandes potencias, en el que Alemania y, sobre todo, el Reino Unido, aparecen como las grandes derrotadas en medio del florecimiento de muchas potencias medias, Espa?a se mantuvo a la altura de las expectactivas m¨¢s optimistas -17 medallas: 5 oros, 6 platas y 6 bronces- De hecho, Espa?a super¨® las previsiones de los t¨¦cnicos, que apuntaban a un logro de 14 medallas. Espa?a, adem¨¢s, ha logrado subir al podio en diez especialidades diferentes, un ejemplo que muestra que se trata de una conquista s¨®lida: pocos pa¨ªses hay que hayan conquistado medallas en m¨¢s de diez deportes.
El ¨¦xito espa?ol permite justificar que las 22 medallas conquistadas en Barcelona no fueron un hecho aislado. Buena parte de los medallistas -desde Indur¨¢in y Olano, pasando por Arantxa, Conchita, Bruguera, Cacho y Zabell- ven¨ªan precedidos de prestigio internacional. La improvisaci¨®n de otros tiempos ha dado paso a la planificaci¨®n.
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