Las medallas ya est¨¢n en Espa?a
Caluroso recibimiento a los deportistas ol¨ªmpicos que compitieron en Atlanta
Los medallistas que faltaban ya est¨¢n en casa. Ayer por la tarde, y en dos vuelos diferentes, lleg¨® a Espa?a el resto de la delegaci¨®n ol¨ªmpica que ha estado en Atlanta hasta la clausura de los Juegos. El ambiente en la terminal internacional estaba dominado por familiares, amigos y curiosos que esperaban la llegada de los nuevos medallistas ol¨ªmpicos. La expedici¨®n que cont¨® con m¨¢s adeptos fue la de las nuevas chicas de oro, las de la gimnasia r¨ªtmica. Provistos de tambores que hac¨ªan sonar al m¨¢s puro estilo brasile?o, pancartas en las que se le recordaba que eran el orgullo de su tierra, y canciones conocidas con la letra cambiada al efecto, un numeroso grupo de amigos y amigas de las gimnastas, as¨ª como sus padres, amenizaron la espera y animaron al resto del p¨²blico.Aunque no a todos les dio por lo festivo. Los padres de una de las gimnastas afirmaban haberlo pasado muy mal durante las semifinales, en las que su hija hab¨ªa cometido alg¨²n fallo. Y no les apetec¨ªa unirse a la fiesta de la bienvenida. Estaban demasiado nerviosos: "Adem¨¢s, nosotros no somos los protagonistas de nada, son ellas. Otros han aprovechado para salir en la tele, pero lo que tenemos que hacer los padres es cuidar de ellas, nada m¨¢s".
Y de repente, se oy¨® un sonoro aplauso. Las puertas se abrieron y apareci¨® Miguel Indur¨¢in, el primer ol¨ªmpico en llegar, fuertemente custodiado por cuatro polic¨ªas que rodearon su equipaje. Los gritos, los aplausos y los c¨¢nticos al uso, dieron paso a los empujones para ver al medalla de oro en la contrarreloj, hasta que despareci¨® por una de las puertas que conducen al aparcamiento. Fue visto y no visto. En el primer vuelo, que aterriz¨® a las tres de la tarde, no vino ning¨²n deportista m¨¢s. S¨®lo Indur¨¢in. El grueso de la expedici¨®n llegar¨ªa a las cinco de la tarde.
Para el segundo recibimiento la polic¨ªa ya tom¨® medidas: construy¨® un pasillo que nadie pod¨ªa traspasar por el que fueron pasando los deportistas. Pasadas las cinco de la tarde, se volvieron a abrir la puertas y empezaron a salir m¨¢s ol¨ªmpicos. Una se?ora, en primera fila, se dedic¨® pedir la identificaci¨®n de todos cuantos viajeros con ch¨¢ndal se asomaron. Y si el nombre le sonaba, lo repet¨ªa en voz alta y lo acompa?aba con aplausos.
Llegaron los jugadores de la selecci¨®n de balonmano. Sus familiares y amigos portaron una pancarta en la que se le¨ªa Deme, el brazo asesino de Francia, en referencia al importante papel de Demetrio Lozano en la lucha por el bronce contra la selecci¨®n gala. Los que esperaban al equipo de hockey, prefirieron llevar una camisa con la foto de Pablo Usaz.
La llegada de Ferm¨ªn Cacho, plata en 1.500 metros, fue tambi¨¦n como la de Indur¨¢in, vista y no vista. Se dej¨® ver Rafa Lozano, medalla de bronce en la categor¨ªa minimosca de boxeo. Y al final, llegaron las m¨¢s esperadas: las ni?as de gimnasia. Muy aclamada fue Nuria Cabanillas, ya que un grupo de su ciudad, Badajoz, hab¨ªa coreado su nombre con insistencia desde primeras horas de la tarde.
Con la llegada de las gimnastas, los familiares rompieron el cord¨®n policial y se avalanzaron sobre ellas. Una de las madres tuvo que espetar a un polic¨ªa -"soy su madre"-, para que le dejara pasar. Algunas de las protagonistas lloraban y miraban de un lado para otro un tanto asustadas por el ruidoso recibimiento. Las l¨¢grimas que ocupaban por completo sus peque?as caras fueron el reflejo de su emoci¨®n, la ¨²ltima de las muchas que han experimentado en estos d¨ªas.
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