La justicia mexicana absuelve al segundo acusado de la muerte de Colosio
Las investigaciones del turbio asesinato de Luis Donaldo Coloslo, candidato del oficial Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de M¨¦xico, tiroteado de 1994 en Tijuana, parecen caminar en c¨ªrculo. Oth¨®n Cort¨¦s, acusado por la fiscal¨ªa de ser el "segundo tirador" contra el pol¨ªtico pri¨ªsta, fue absuelto ayer por la justicia mexicana ante la inexistencia de pruebas.
La sentencia es un duro rev¨¦s para el actual equipo de la Procuraduria General de la Rep¨²blica (PGR, equiparable al Ministerio de Justicia), que con la condena de Cort¨¦s esperaba probar que el asesinato del probable sucesor de Carlos Salinas fue producto de un compl¨® orquestado desde el partido en el poder.Por el contrario, la absoluci¨®n del acusado hace regresar el caso, que desat¨® uno de los periodos m¨¢s inestables de la reciente historia mexicana, a su punto de partida, al relanzar la hip¨®tesis de que el crimen fue obra de un "loco solitario": Mario Aburto, autor confeso de los dos disparos, que est¨¢ condenado a 45 a?os de c¨¢rcel.
Hasta ahora, los tres fiscales especiales que desde 1994 se hicieron cargo sucesivamente de las investigaciones hab¨ªan coincidido en que se trat¨® de una acci¨®n aislada, versi¨®n que choc¨® contra el escepticismo de la sociedad mexicana.
Las cosas cambiaron con la llegada del nuevo equipo a la Procuradur¨ªa: Pablo Chapa, fiscal especial, declar¨® en febrero de 1995 que las investigaciones estuvieron plagadas de irregularidades, que se destruyeron pruebas materiales y que Colosio muri¨® ejecutado por dos personas. Dio entonces el nombre del segundo tirador: Oth¨®n Cort¨¦s, militante del PRI en Tijuana, diab¨¦tico, con fama de trabajador, que se encontraba cerca de la v¨ªctima. La pruebas eran sin embargo insostenibles. Incluso los tres testigos que, al cabo de un a?o, creyeron reconocer a Cort¨¦s como el hombre que estaba a la izquierda de Colosio, fueron incapaces de sostener su testimonio. Las im¨¢genes de un v¨ªdeo hicieron el resto.
El superfiscal Chapa queda en mal lugar: su actitud intervencionista en el poder judicial provoc¨® la renuncia del anterior magistrado que llevaba el caso, que consideraba que no hab¨ªa fundamentos para procesar a Cort¨¦s. La exculpaci¨®n parece ahora darle la raz¨®n. El trabajo de la fiscal¨ªa ha estado adem¨¢s jalonado de constantes filtraciones a la prensa, que finalmente no han sido fundamentadas. Por si esto fuera poco, el general Domiro Garc¨ªa Reyes, jefe de la seguridad de Colosio, acaba de publicar un libro en el que acusa al procurador general, Antonio Lozano, de presionarle para que declarara en contra del expresidente Carlos Salinas.
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