Cacahuetes para el nene
Nuestro siempre querido y benem¨¦rito, ilustrado, huecograbado, grapado, encuadernado, tricornudo y charolado diario mon¨¢rquico de la ma?ana, el ¨²ltimo d¨ªa de los Juegos Ol¨ªmpicos de Atlanta, se complugo en regalarles magn¨¢nimamente a los negros el m¨¢s cabal y efusivo reconocimiento de su notable superioridad para una amplia gama de deportes, como las principales modalidades de atletismo, el baloncesto, el f¨²tbol y alguno que otro m¨¢s, dedicando a la negritud", como la llama, sin especificaciones nacionales, nada menos que la portada, el editorial peque?o y una doble p¨¢gina interior. Y, en efecto, parece haber una especial configuraci¨®n anat¨®mico-fisiol¨®gica de la raza negra que la capacita m¨¢s que a otras para una gran parte de las destrezas f¨ªsicas, con la notable excepci¨®n de las artes natatorias, donde -seg¨²n he o¨ªdo decir, aunque no puedo asegurar si es cierto- debe su se?alada inferioridad respecto de los bl¨¢ncos u otras razas a la mayor ligereza de sus huesos, por la que arrojar¨ªa una relaci¨®n peso-volumen inapropiada para el agua, o, dicho brevemente, flotar¨ªa demasiado para -poder aspirar a "la excelencia" -como ahora gustan de decir- en nataci¨®n.Pero, con su generoso reconocimiento de la superioridad f¨ªsica del negro para la mayor¨ªa de los deportes, nuestro siempre querido y benem¨¦rito no deja de hacer gala de su ejemplar falta de prejuicios raciales ("La nueva situaci¨®n pol¨ªtica internacional, que un¨¢nimemente condena toda forma de racismo, ha conducido felizmente a la desaparici¨®n de viejas discriminaciones" -leemos en el breve editorial), casi como podr¨ªa igualmente hacer gala de su falta de prejuicios sexuales o machistas reconociendo, con no menor magnanimidad, la notable superioridad de las mujeres no s¨®lo para la gestaci¨®n y la lactancia, o aun para las labores de punto, o de ganchillo, y para la administraci¨®n dom¨¦stica, sino incluso para la gesti¨®n de centralitas telef¨®nicas y hasta para la taquigraf¨ªa, la mecanograf¨ªa y la estenotipia. A diferencia del racista Hitler, que rechinaba los dientes de pura indignaci¨®n ante los triunfos de Owens en los Juegos Ol¨ªmpicos del 36, nuestro siempre querido y benem¨¦rito reconoce noblemente, sin prejuicios raciales, las excelencias de la negritud all¨ª donde las tenga y manifieste, siguiendo, por lo dem¨¢s, la acrisolada tradici¨®n castellana y portuguesa, que desde el siglo XVI supo apreciar la enorme superioridad del negro, en cuanto a capacidad de esfuerzo y de tes¨®n, disciplina de trabajo, sentido del deber y esp¨ªritu de sacrificio, respecto de otras razas, y valorar debidamente su extraordinaria rentabilidad en las duras tareas de la esclavitud y en la grandiosa epopeya de la colonizaci¨®n de Am¨¦rica.
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