M¨²sico desde otra dimensi¨®n
Calificado como int¨¦rprete genial y ver¨ªdico, maestro de maestros, capaz de situar al oyente ante el hecho musical como algo irreversible, la leyenda de Sergiu Celibidache va m¨¢s all¨¢ de la m¨²sica. Estudioso del budismo y simpatizante del gur¨² indio Sa? Baba, obsesionado por la fenomenolog¨ªa y las matem¨¢ticas, egoman¨ªaco y provocador, sus diatribas no se paraban en lo convencional. "Por naturaleza soy exagerado, siempre me han interesado los extremos", dijo durante una de sus visitas a Madrid momentos despu¨¦s de haber asegurado que la joven int¨¦rprete Anne-Sophie Mutter, protegida de Karajan, era "como una gallina tocando el viol¨ªn".Al morir Furtw?ngler en 1954, su sucesor no fue Celibidache, que hab¨ªa estado al frente de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn durante los a?os de desnazificaci¨®n de Furtw?ngler, sino Karajan, un hecho que le hiri¨® tanto que no volver¨ªa a ponerse delante de la orquesta hasta 37 a?os despu¨¦s. Celibidache se convirti¨® en una especie de lobo solitario heterodoxo, ap¨¢trida en su calidad de miembro ilustre de la di¨¢spora cultural rumana, un director que no debut¨® como titular en Estados Unidos hasta 1984 porque nadie aceptaba sus demandas de un m¨ªnimo de 12 ensayos. "He resistido", declaraba en Madrid en referencia a la presi¨®n del mercado. "Siento la enorme satisfacci¨®n de no haber cedido jam¨¢s a un solo compromiso. Para ello, he tenido que pelearme con una larga lista de cretinos investidos de una dudosa autoridad".Su propia autoridad la irradiaba desde el podio en forma de verdad art¨ªstica, con la melena blanca y una expresi¨®n ang¨¦lica que le hac¨ªa parecer como trasportado a otro mundo. Con su capacidad asombrosa para aclarar sentimentalmente la estructura de la m¨²sica, Celibidache deja en el recuerdo de los aficionados espa?oles -fue un asiduo visitante desde los a?os cincuenta y hablaba espa?ol- versiones incontestables de obras de Bruckner, Debussy, Ravel, Brahms, Faur¨¦ o Bela Bartok.
Babelia
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