Diecis¨¦is a?os, hero¨ªna y sida
Un adolescente sigue pinch¨¢ndose y muri¨¦ndose sin lograr que le escuchen ni los jueces ni la Administraci¨®n
"He conocido una morenita que me gusta. Es bonita, y yo le atraigo. No es drogadicta, no. Me ha dicho que le atraigo, pero que despacio. Me falta un a?o y medio para los 18. Y me ha dicho que me espera".La ilusi¨®n con esa morenita es pr¨¢cticamente lo ¨²nico que tiene ahora este chaval de 16 a?os, gitano, con el pelo corto y mechones en la nuca, muy delgado, heroin¨®mano desde los ocho, seropositivo desde hace unos diez y enfermo ya de sida, con una esperanza de vida que no va mucho m¨¢s all¨¢ del a?o. Se ha quedado sordo de un o¨ªdo y est¨¢ perdiendo la vista de un ojo."Yo lo ¨²nico que quiero es encontrar un trabajo y vivir en un piso y salir con esta chica, ir al cine y a una hamburgueser¨ªa".
Su madre est¨¢ en la c¨¢rcel; tambi¨¦n sus cuatro hermanos mayores, enfermos de sida como ¨¦l. Todos entre rejas por tr¨¢fico de drogas. Su hermana peque?a, internada en un centro de la Comunidad de Madrid. Su padre, heroin¨®mano, muri¨® el a?o pasado de sida. Sus hijos se contagiaron muy peque?os de la enfermedad, seguramente Jugando con las jeringuillas que dejaba tiradas por la chabola de Los Focos, un barrio marginal de Madrid.Internado en un hospital madrile?o, en una planta donde pasean por los pasillos demacrados enfermos de sida con batas verdes, s¨®lo piensa en su morenita y en que no quiere alejarse de Madrid, en contra de lo dictado por un Juzgado de Menores. No sabe leer ni escribir.
Hablaba este mi¨¦rcoles pasado con la lengua pastosa y se mov¨ªa despacio. El dice que son las pastillas que le dan -"Me dejan gilipollas"-. Pero el jefe de planta del hospital da otra versi¨®n: se sigue metiendo hero¨ªna, aprovechando los tubos por donde le inyectan el medicamento. Y no s¨®lo eso, sigue haciendo trapicheos con droga dentro del hospital. "Est¨¢ guapo hoy", dice el m¨¦dico con cara de resignaci¨®n. "Cualquier d¨ªa, una sobredosis y al hoyo".
Seguramente el ¨²nico que se anda con delicadezas con ¨¦l es Fernando Aguado, psic¨®logo jur¨ªdico, de 34 a?os, que le conoci¨® en la residencia concertada, Puerta Bonita, en Madrid, que cuenta con diez plazas para menores toxic¨®manos. Ahora es una de las pocas personas que va a visitarle al hospital y que hace, por ¨¦l, memoria de su vida: "Te¨®ricamente ha estado desde peque?o en centros de la Comunidad. En realidad, ha vivido en los poblados de Los Focos, La Celsa, Fuentecilla y Pies Negros. Pas¨® por el centro de reforma de Altamira y despu¨¦s lleg¨® a Puerta Bonita"."Pero en una de sus escapadas rob¨® un coche. Le pill¨® la polic¨ªa. El juez orden¨® dos a?os de reclusi¨®n en un centro para toxic¨®manos fuera de la Comunidad de Madrid, para sacarle del ambiente. ?l conoci¨® la sentencia en febrero de 1995, la v¨ªspera de cumplir los 15. Le mandaron a El Patriarca en C¨®rdoba. All¨ª estuvo altern¨¢ndose entre ese centro y el hospital Virgen del Roc¨ªo, en Sevilla. Fui a verle en octubre y me pidi¨® que le dijera al juez que quer¨ªa hablar con ¨¦l para que revisara la resoluci¨®n y volver a Madrid, que el all¨ª no quer¨ªa estar. Como nadie le escuchaba, se fug¨® de Sevilla y se vino a Madrid, a Los Focos. Los educadores de Puerta Bonita le llevaron al hospital. Me siento impotente, en todo este tiempo no he conseguido que le escuche ni el juez ni el Instituto Madrile?o de Ayuda a la Infancia (IMAIN). Y le queda poco...".
Como el juez no le ha recibido, ¨¦l ha grabado una casete explic¨¢ndole su situaci¨®n -su vida- en cinco minutos. Tampoco ha escuchado la cinta; el juez est¨¢ de vacaciones. El mi¨¦rcoles le pregunt¨® a Fernando en el hospital:
- ?Ha escuchado ya la cinta?
- No. Est¨¢ de vacaciones.Hasta el 2 de septiembre, nada.
- ?Eso cu¨¢nto es?
- Dos semanas.
- Dos semanas. Bueno, yo espero. Pero quiero desgrabarla y grabarla otra vez la cinta. Para dec¨ªrselo de forma m¨¢s educada al juez, y contarle todo, lo de mi familia y la chica que me gusta. Ese mismo d¨ªa el fiscal de guardia de Menores envi¨® un fax al hospital, autoriz¨¢ndole a quedarse en la residencia Puerta Bonita. A ¨¦l se le abrieron todas las puertas. Demasiada suerte para ¨¦l. El mismo d¨ªa, una hora despu¨¦s, la juez de guardia de Menores envi¨® otro fax anul¨¢ndolo.En el juzgado de Menores de Madrid, la juez de guardia contest¨® con dos secas frases: "Lo siento. Yo no hablo con periodistas". Colg¨®. En el IMAIN tampoco quisieron hablar del asunto. Alegaron que era puente festivo.
"Ayer estuve muy triste. Estuve cuatro horas llorando, empec¨¦ a darle vueltas a lo que dir¨¢ el juez y lo que no dir¨¢, a mi familia, a lo que estoy haciendo sufrir a esta gente de aqu¨ª y a ti, Fernando".
A Fernando, que ha trabajado muchos a?os como educador social en la Comunidad de Madrid, se le ha quedado grabado lo que le dijo un responsable de un centro para menores de la Comunidad de Madrid: "Parece mentira que lleves tanto en esto. Qu¨¦ ingenuo. ?No sabes que lo ¨²nico que intenta un gitano es siempre enga?ar al payo?". El psic¨®logo apostilla: "Ya ves. Con esa mentalidad trabaja en la rehabilitaci¨®n de adolescentes...
"La cinta, grabada el 8 de agosto, dice: "Quiero buscar un trabajo y una mujer. S¨®lo eso. No quiero volver a un sitio de ¨¦sos donde est¨¢n encima de m¨ª todo el rato. Quer¨ªa bajar a Madrid. Me escap¨¦ del hospital". "Llevo casi un a?o para poder hablar con el juez y nada. Hemos mandado fax y de todo, y nada. No han contestado. No s¨¦ si ahorcarme con una cuerda. Todav¨ªa le estoy esperando. Han pasado de m¨ª totalmente". "?Y si me muero en Sevilla? Quiero estar en Madrid, porque estoy muy mal, quiero estar cerca de mi familia y mi casa".
Su casa es un cubo de hormig¨®n en el poblado de Los Focos, un amasijo de escombros, chabolas, ni?os desnudos, miseria y mierda, camellos, hero¨ªna en cualquier rinc¨®n y gente entrando y saliendo a por la mercanc¨ªa. Su familia fuera de la c¨¢rcel es un pu?ado de t¨ªos y t¨ªas que se pierden en el recuento de sus sobrinos: "S¨ª que est¨¢ mal, s¨ª. Ya se lo notamos cuando estuvo por aqu¨ª, y le dijimos que donde me jor estaba era en el hospital. Claro que habr¨ªa que ir a verle. Es que tiene el sida". "?Jes¨²s!", dice una vecina.
Al salir del hospital en este d¨ªa de agosto que no acaba en tormenta sino que lo deja todo en un pastoso y agobiante suspense, Fernando Aguado hace, por ¨¦l, balance: "El. hospital le quiere dar el alta. En el centro de El Patriarca dicen que no le vuelven a admitir por haber tenido relaciones sexuales con una menor; ya ves, adem¨¢s no es verdad. Su familia, mira c¨®mo est¨¢. El juez no nos quiere escuchar. La Comunidad de Madrid se ha desentendido de ¨¦l, vulnerando toda la legislaci¨®n, ni siquiera le visitan ni le dan ropa. S¨¦ que se puede hacer poco. Pero por lo menos que pueda quedarse en Madrid y dejarles en evidencia de c¨®mo se han portado con ¨¦l".
?l es consciente de su enfermedad y sabe que su padre muri¨® de sida. Pero su balance, desde la habitaci¨®n del hospital, es mucho m¨¢s optimista: "Mira qu¨¦ guapo me se queda el pelo ahora, con este champ¨²".A fin de cuentas son 16 a?os: "Tengo una foto de ella de cuerpo entero. Y, mira, quiero darle la mitad de esto". Se?ala dos cadenas que lleva al cuello. Cada una con medio coraz¨®n.
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