El Gobierno franc¨¦s revisa a la baja su nueva reforma fiscal
El Gobierno franc¨¦s tendr¨¢ que aplazar de nuevo la puesta en pr¨¢ctica de su m¨¢s popular promesa electoral: la reducci¨®n de la presi¨®n fiscal. En 1997 los ciudadanos van a seguir soportando una fiscalidad que, desde la llegada al poder de los conservadores, ha supuesto para los contribuyentes aportar 120.000 millones de francos (unos tres billones de pesetas) m¨¢s cada a?o. El primer ministro, Alain Jupp¨¦, asegur¨® sin embargo que, en 1998, el Estado podr¨ªa renunciar a 20.000 millones de francos (500.000 millones de pesetas) pero los datos fiscales que maneja ya le han hecho revisar a la baja la disminuci¨®n de la presi¨®n fiscal: la renuncia ser¨¢ pues de 15.000 millones de francos.Una econom¨ªa que, seg¨²n muchos expertos, ha entrado en recesi¨®n no permite la plasmaci¨®n de promesas tecnocr¨¢ticas: el aumento del IVA en dos puntos ha contribu¨ªdo a reducir el consumo y, por consiguiente, s¨®lo ha ingresado en las arcas p¨²blicas la mitad de lo previsto; el impuesto sobre la renta de este a?o tampoco cumple las previsiones; la actividad econ¨®mica ha crecido la mitad de lo esperado y no han podido reducirse los gastos sociales. El Estado recauda menos de lo que preve¨ªa y sigue gastando m¨¢s de lo que querr¨ªa: el d¨¦ficit, que en 1996 debiera reducirse en 34.000 millones, se manten¨ªa estable a primeros de julio.
Alain Jupp¨¦ sit¨²a ahora el futuro radiante en el horizonte de 1998 y escalona su progresi¨®n hacia ese para¨ªso de fiscalidad blanda en cinco a?os, los mismos de que ya habr¨ªan dispuesto en dicha fecha los conservadores para hacer justo lo contrario. Es m¨¢s, los rumores sobre un nuevo aument¨® de las tasas que pesan sobre la gasolina la m¨¢s cara de Europa- o el tabaco, no han sido desmentidos por ministro alguno. Las pr¨®ximas legislativas -oficialmente previstas para la primavera de 1998- y la actual cota de impopularidad del Gobierno parecen estar en el origen de esas nuevas promesas.La reforma fiscal varias veces anunciada tendr¨¢ pues un alcance reducido. De momento las profesiones liberales o determinados asalariados, que ten¨ªan derecho a desgravaciones importantes por gastos que no hab¨ªa que justificar, perder¨¢n esos supuestos privilegios. Quienes compraron su vivienda en los ¨²ltimos a?os tambi¨¦n ver¨¢n c¨®mo la desgravaci¨®n por cr¨¦ditos inmobiliarios se reduce. Incluso los seguros de vida, que han servido de refugio para el ahorro y de locomotora del crecimiento de muchos bancos y cajas, entran ahora en el punto de mira de un Estado atrapado por una l¨®gica infernal: reducir deuda y d¨¦ficit r¨¢pido sin asfixiar la econom¨ªa.
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