Vuelve la belleza
Media docena de revistas, entre extranjeras y nacionales, han tratado estos meses el nuevo valor de la belleza. No se trata, como siempre, de acuciar a las gentes para afinar la silueta de cara al verano, sino de una aportaci¨®n cient¨ªfica sobre la atracci¨®n. Los guapos o las guapas no s¨®lo obtienen mayor provecho activo y pasivo en las relaciones rom¨¢nticas, ganan m¨¢s dinero, persuaden con mayor facilidad, logran mejores calificaciones y ascensos, ganan ocasiones de felicidad.La simetr¨ªa, por ejemplo. Seg¨²n unos estudios de 1994 en torno a las hip¨®tesis del psic¨®logo Steven Gangestad, un rostro bien centrado hace adelantar hasta cuatro a?os las ocasiones de relaci¨®n sexual y, seg¨²n una prueba realizada con 86 parejas, en 1995, para las mujeres era dos veces m¨¢s f¨¢cil experimentar un orgasmo con un hombre de morfolog¨ªa sim¨¦trica que con cualquier otro.
El progresismo ha sido contrario a discriminar en funci¨®n de la apostura o la fealdad, como una subforma de racismo, pero el fen¨®meno trasciende a lo pol¨ªticamente correcto. Sin predeterminaci¨®n, sin querer, inconscientemente, los hombres y las mujeres se ven premiados o no de acuerdo con su aspecto f¨ªsico. En cierta medida, la beautiful people es rica porque est¨¢ rica.
Por principio, hace unos a?os, a la chica guapa se la supon¨ªa tonta, y Josep Pla dec¨ªa que la mujer hermosa deb¨ªa ser siempre "una mica pava". Pero ahora, por principio, en la sociedad de la imagen, la guapa obtiene una consideraci¨®n libre de sospechas. Extendida la igualdad en la educaci¨®n, la diferencia radica en la diferenciaci¨®n del aspecto. Con un agregado: mientras la investigaci¨®n gen¨¦tica va seleccionando poco a poco entre los 100.000 componentes del genoma humano, la cirug¨ªa est¨¦tica avanza con celeridad. En las megal¨®polis de la comunicaci¨®n, Nueva York, hay m¨¢s de cien cl¨ªnicas de cirug¨ªa est¨¦tica a pleno rendimiento. Hasta ahora, se trataba de corregir una u otra deformidad, pero, en lo sucesivo, los estudios determinan el canon del conjunto entero.Con el nacimiento de la cr¨ªtica de arte, en el siglo XVIII, una obra comenz¨® a valorarse menos por su respeto a las proporciones acad¨¦micas que por su grado de novedad, y, no hace tanto, coincidiendo con el auge y valoraci¨®n de las vanguardias, se apreciaba el f¨ªsico de un hombre o de una mujer a?adi¨¦ndole la distinci¨®n de "original". El fin de siglo devuelve, no obstante, ahora, junto al exotismo, un concepto de belleza universal. Nunca nadie como Claudia Schiffer se propag¨® tanto en im¨¢genes deseables para todas las razas, religiones y culturas. M¨¢s que una modelo de belleza es la belleza modelo.
Los ojos grandes y hundidos, la mand¨ªbula delicada, la barbilla peque?a, los pechos iguales y firmes, la proporci¨®n 0,7 entre cintura y caderas, las mu?ecas y codos sim¨¦tricos, los labios carnosos, los p¨®mulos prominentes. Todos los datos posibles se encuentran a disposici¨®n de la inform¨¢tica, y la inform¨¢tica se encuentra en condiciones de entregar la estampa del rostro ideal. El tipo 10 se construye ahora en Internet tecleando http:/www-psych.nmsu.edu/?ic/faceprints/. Si alguien desea participar en el juego de la superperfecci¨®n facial, aqu¨ª le espera un grupo ocupado en el rostro m¨¢s deseado.
La biotecnolog¨ªa no se ha atrevido a¨²n con la ingenier¨ªa humana, pero, entretanto, mientras son las cobayas las trasfiguradas, el Internet dibuja el porvenir. Cada cual puede representarse como habr¨ªa so?ado ser y siendo no otro sino ¨¦l mismo optimizado.
A Fran?ois Mauriac le preguntaron una vez qu¨¦ le habr¨ªa gustado ser de no ser el que era. Respondi¨®: Moi m¨ºme, mais reussi. Yo mismo, pero bien hecho. En la ingenier¨ªa gen¨¦tica radicar¨¢ la soluci¨®n definitiva, pero, entretanto, cada cual puede observarse perfeccionado, si no en el espejo del ba?o, en el espejo de la pantalla, seg¨²n su gusto y al gusto can¨®nico que seduce a todos los dem¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.