Aqu¨ª es la eternidad
Camilla y sus camisones. Chusa y Fran en apuros. Idilio de Pen¨¦lope Cruz y Jorge Sanz
La imagen de Rappel soplando -su pastel de cumplea?os, no piensen mal- pasa a engrosar mi particular galer¨ªa de horrores de este verano, con un horror a?adido. ?Es dos a?os m¨¢s joven que yo! Si no miente, que no creo, pues Saturno le castigar¨ªa con un descuelgue de anillamen, ha cumplido 51, una estupenda edad, desde luego, siempre que no produzca efectos colaterales; que, en su caso, son devastadores. En cambio, la imagen del Rey junto a Samaranch me recuerda aquel chiste de Pepito, un tipo tan famoso y tan visto que, cuando se asoma con el Papa al balc¨®n de la plaza de San Pedro, el p¨²blico pregunta qui¨¦n es ¨¦se que est¨¢ al lado de Pepito. No s¨¦ si se debe a que en cuanto tuve uso de raz¨®n ya vi a Samaranch en todas partes -aunque con camisa azul- y que desde entonces no he dejado de sentirle presente, de una forma u otra y con uno u otro atuendo, en la vida p¨²blica.Porque somos un pa¨ªs de eternizantes y eternizados, y estoy segura, por ejemplo, de que dentro de unas d¨¦cadas, cuando siga viniendo a Mallorca a pasar unos d¨ªas y siga siendo dos a?os mayor que Rappel, aqu¨ª continuar¨¢n discutiendo qu¨¦ demonios hacen con Gabriel Ca?ellas. Mejor dicho: c¨®mo se las arreglar¨¢n para que Gabriel Ca?ellas no les haga algo. Porque este asunto se ha convertido en la Hormaecheada balear, una antiepopeya larga y pesad¨ªsima. Aburrida, prolongada y machacona ha sido tambi¨¦n la discusi¨®n sobre los acuerdos para echar m¨¢s f¨²tbol por las televisiones -yo estoy encantada: voy a leer como nunca en mi vida-, y otro tanto amenaza con ocurrir con su secuela, la protesta de hosteler¨ªa contra la competencia que supone.
Y es que los periodistas, cuando cogemos algo no lo soltamos, y menos mal que cogemos eso: no como los dos presuntos de Egin, que agarraron el amonal y ahora dir¨¢n sus abogados que lo que hac¨ªan era periodismo de opini¨®n. Puestos a exprimir, prefiero insistir en otro personaje del siglo, la futura no se sabe qu¨¦ del futuro no se sabe si rey de Inglaterra, Camilla Parker-Bowless: es enternecedor que, tras tantos a?os de relaciones eternas, se haya gastado casi un cuarto de mill¨®n en cinco camisones para impresionarle. Cuando lo normal, a tales alturas de una relaci¨®n, es meterse en cama con un valium.
Otro tipo de periodismo es el de mira lo que pill¨¦ y me debes un favor, como me han dicho que ha ocurrido en el caso de la hija de Jes¨²s Puente, Chusa, y su supuesto idilio con el castigador Fran Rivera, que hay que reconocer que es monillo y tiene menos circunferencia de muslos que su difunto padre. Parece que unos osados reporteros captaron a la ni?a, que es menor de edad, y al ni?o, que es mayor de talla, en situaci¨®n comprometida aunque natural entre hombre y mujer, me digo. Y bien: una revista del coraz¨®n ha pagado cuatro millones de pesetas por las fotos, pero no para publicarlas -al menos, no las m¨¢s audaces-, sino para guardarlas como elemento disuasorio para el d¨ªa en que, a cualquiera de los dos, resulte oportuno hacerle una oferta que no podr¨¢ rechazar.
Sobre todas estas frusler¨ªas reflexionaba yo, y tambi¨¦n sobre el rumor de que Pen¨¦lope Cruz y Jorge Sanz han ca¨ªdo en love -a ver si la espabila y la hace olvidar al Dalai Lama, que se est¨¢ dando una vida brutal, por cierto, de copas en Hollywood-, cuando me dirig¨ªa a la casa que Jos¨¦ Luis Dicenta, tantas veces embajador en Am¨¦rica Latina, posee en Mallorca, una casa tan mallorquina como americana por dentro. Reflexionaba cuando una especie de turbulencia se salt¨® un stop, a una velocidad que no s¨®lo casi me mata, sino me pareci¨® que era Montserrat Caball¨¦, lanzada vertiginosamente, cual bola de fuego, a grabar Una Macarrena poco fa para convertirla en el hit de las pr¨®ximas y funestas Navidades. Pero era una alucinaci¨®n de eternidad.
Ya en casa de Pipo Dicenta, el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique me consol¨® habl¨¢ndome de su Fujimori. Hipando, de los nervios, me desahogu¨¦ sobre nuestro Fujimari Y no he tenido que ir a urgencias. De momento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.