Pacificaci¨®n
Como todos los veranos, las juventudes etarras siembran su pa¨ªs de hogueras pacificadoras, celebrando las fiestas populares con atentados dirigidos, contra su propio pueblo. Pero, en este mes de agosto, la Intifada de Jarrai se ha visto reforzada por la oportuna cruzada emprendida por Izquierda Unida y el PNV contra la decisi¨®n gubernamental de no desclasificar los papeles del Cesid. La consecuencia previsible, que no se ha querido eludir ni evitar, ha sido la desestabilizaci¨®n de las Mesas de Ajuria Enea y Madrid. ?Era preciso quemar estas naves s¨®lo por af¨¢n justiciero? ?O es que apetec¨ªa vengarse del PSOE y castigar al Gobierno a cualquier coste?Conviene que los pol¨ªticos sean pragm¨¢ticos, sobre todo cuando tienen responsabilidades de gobierno. Y esta vez no ha sido as¨ª, pues PNV e IU han entrado al trapo, despreciando las consecuencias esperables en t¨¦rminos de apoyo pol¨ªtico a los violentos. ?Por qu¨¦ lo han hecho? En el caso de IU, la explicaci¨®n es simple. No aspirando a gobernar, sino s¨®lo a recriminar, se da el lujo autista de contemplar desde su orilla c¨®mo arden los dem¨¢s en el incendio de la de enfrente. Y, como no sabe hacer pol¨ªtica ni puede hacer la revoluci¨®n, finge hacer justicia cuando lo que busca es hacer piroman¨ªa.
Pero el PNV no es un pir¨®mano: como tiene responsabilidades de gobierno, es de suponer que trata de lograr lo mejor para su pa¨ªs. Y, sin embargo, objetivamente, les hace el juego a los violentos. ?Por qu¨¦? De creer su teor¨ªa, eso es lo que exige una pol¨ªtica de pacificaci¨®n. Pero no parece muy convincente, pues a veces la pacificaci¨®n se confunde con la claudicaci¨®n. As¨ª sucede, por ejemplo, cuando hace suyos los argumentos pol¨ªticos que esgrime HB, intentando rob¨¢rselos para privarle de armas electorales. Ya se sabe: contra terrorismo, m¨¢s nacionalismo. Pero esta l¨ªnea, llevada hasta el extremo, conduce a la cabeza de la manifestaci¨®n abertzale. Y all¨ª siempre le ganar¨¢ HB, que se guarda la baza de ETA como un as bajo la manga. Por eso el PNV les acusa de fascistas, pese a lo cual sigue claudicando ante ellos al sumarse a sus reivindicaciones pol¨ªticas. ?Acaso cree que se puede aplacar a los violentos con m¨¢s concesiones? ?No recuerda a d¨®nde condujo el Pacto de M¨²nich que intentaba pacificar a los nazis?El PNV peca de ingenuo si espera apaciguar a ETA por las buenas. La teor¨ªa de juegos ha demostrado que los conflictos s¨®lo pueden resolverse mediante la capacidad de represalia: para que el adversario coopere es preciso obligarle, pues, si se le hacen concesiones, poniendo la otra mejilla como aconseja el Evangelio, terminar¨¢ por abusar. Sucede como con los ni?os, que, si les das un dedo, se quedan con la mano y el brazo entero. Pues bien, el PNV se comporta con HB como un padre permisivo que le consiente a su hijo todos los desmanes, alert¨¢ndole objetivamente: ?C¨®mo se explica esta tolerancia suicida? Sin duda, el PNV se comporta con mansedumbre porque espera redimir as¨ª a los violentos, convenci¨¦ndoles de que deben apaciguarse. Y en esto demuestra su fe democristiana, que le hace aceptar la par¨¢bola del hijo pr¨®digo. Pero recompensar la belicosidad del hijo que se tira al monte no conduce a comprar su apaciguamiento ni lo devuelve a casa, pues s¨®lo sirve para entregarle las llaves del redil.
Con ello, el PNV demuestra no dar la talla como partido nacionalista con voluntad de Gobierno, dada su incapacidad para ejercer el liderazgo de su propia sociedad civil. En vez de esperar que el hijo pr¨®digo se canse de asolar el monte y decida volver al redil, m¨¢s le valdr¨ªa tomar el mando e imponer la ley, oblig¨¢ndole a aceptar la autoridad moral de sus mayores. Es cierto que no habr¨¢ pacificaci¨®n completa sin que se depuren antes las responsabilidades hist¨®ricas sobre la guerra sucia contra ETA. Pero eso no exime al PNV de su actual deber pol¨ªtico, que le obliga a liderar la insumisi¨®n de los vascos contra el chantaje de sus peores hijos pr¨®digos. Pues mientras la sociedad vasca no recupere su propio respeto la pacificaci¨®n no ser¨¢ posible.
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