Los insurgentes golpean y huyen en taxi
Un EPR con escasos medios ataca dos zonas tur¨ªsticas en la costa del Pac¨ªfico
Si el subcomandante Marcos y su amigo imaginario Durito lograron con su prosa florida que se acu?ara el t¨¦rmino guerrilla ilustrada, el reci¨¦n nacido Ej¨¦rcito Popular Revolucionario (EPR) demostr¨® que en M¨¦xico la insurgencia armada se redefine constantemente. Los integrantes del EPR pasar¨¢n a la historia como la primera guerrilla que abandona la zona de combate en taxi.Despu¨¦s de que en la madrugada del jueves cerca de un centenar de insurgentes trajeran el temor y la muerte al enclave tur¨ªstico de Huatulco, en la costa del Pac¨ªfico del Estado de Oaxaca, varios guerrilleros no tuvieron m¨¢s remedio que esperar en un cruce de carreteras durante m¨¢s de media hora a que pasara un veh¨ªculo que les llevara de vuelta a su escondrijo en la sierra. Los insurgentes que se subieron al taxi del que en el pueblo llaman el druso, tuvieron el detalle de compartir sus provisiones con el atemorizado conductor antes de ordenar que girara en redondo y volviera a su casa.Esta disparatada acci¨®n de combate sorprende al p¨¢rroco del pueblo, que vio a los guerrileros con sus reci¨¦n estrenados uniformes y sus relucientes fusiles AK-47 moverse con destreza y entrenada disciplina por las calles del pueblo. El padre To?o, un mocet¨®n de 35 a?os que se protege del calor tropical con un ventilador, vio c¨®mo su inconclusa iglesia, en medio del tambi¨¦n inacabado pueblo que es Huatulco (una poblaci¨®n creada hace un pu?ado de a?os por las autoridades mexicanas en un intento de emular el ¨¦xito tur¨ªstico del celeb¨¦rrimo Canc¨²n) se llenaba de vecinos asusta dos. El padre To?o critic¨® con dureza el camino violento elegido por el EPR, pero en el serm¨®n record¨® a las autoridades el sufrimiento de su pueblo.
Este admirador del obispo de San Crist¨®bal de las Casas, Samuel Ruiz, no quiere muertes ni amedrentamientos, pero subraya desde la profundidad de su mirada ind¨ªgena la miseria en la que viven la mayor¨ªa de los mexicanos. Esa misma pobreza de solemnidad de las familias de los dos civiles asesinados por el EPR en Huatulco. Carmela, la esposa de Gabino Castillo, aguant¨® las l¨¢grimas ante el cad¨¢ver de su esposo y la perspectiva de alimentar ella sola a sus cinco hijos con la venta ambulante de marisco como ¨²nico ingreso. Su imagen peque?a, morena, con un calcet¨ªn para sujetarse el cabello y unas ra¨ªdas chancletas de goma como calzado, es, muy singular a la del otro civil muerto en el ataque. El artesano mixteco Mateo Garc¨ªa muri¨® por no tener dinero y dormir en la calle. Eligi¨® como cobijo la portalada de la sede de la Polic¨ªa Judicial por su supuesta seguridad. Pero ¨¦sta acab¨® con una bala que se perdi¨® en el tiroteo.
M¨¢s de uno dir¨¢ en M¨¦xico que a Mateo le hubiese ido mejor de haberse arrimado a la Virgen de Guadalupe. Hasta los guerrilleros lo hacen. Su mensaje estaba junto a una imagen guadalupana en una c¨¦ntrica calle de Acapulco. La llamada an¨®nima recibida anteayer en la redacci¨®n de un diario del Estado de Guerrero desat¨® ¨¦l optimismo. Esperaban que el comunicado mencionara la ofensiva sorpresa de la v¨ªspera. Nada. No dec¨ªa ni palabra sobre eso. Eran las mismas reivindicaciones de siempre.
Tampoco el Ej¨¦rcito dice nada nuevo. Nadie quiso comentar ayer el ¨²ltimo enfrentamiento. Seg¨²n la prensa local, ocurri¨® anteayer en la carretera que une las dos ciudades m¨¢s importantes de Guerrero, Acapulco y la capital, Chilpancingo. Al parecer, la munici¨®n rebelde provoc¨® heridas graves a cuatro militares. La b¨²squeda y captura de la guerrilla contin¨²a en las monta?as. En Acapulco se ha reforzado la vigilancia. Eso s¨ª, de manera discreta para que los turistas que dan de comer a la ciudad sigan en la inopia."Aqu¨ª s¨®lo vemos a los soldados cuando llega un hurac¨¢n", aseguraba ayer Tom¨¢s. Adem¨¢s, dijo convencido que los insurgentes no atacar¨¢n esta mina de oro tur¨ªstica. Las autoridades no est¨¢n tan seguras. Por si acaso, ordenaron reforzar la vigilancia en las instalaciones que se ocupan de surtir de luz, gas y gasolina a la zona. No vaya a ser que a la guerrilla se le ocurra cortar por lo sano las vacaciones de los miles de veraneantes.
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