La perturbaci¨®n
El malhadado asunto de los GAL envenena nuestra vida pol¨ªtica, mucho m¨¢s que cualquier otro, corrupci¨®n incluida. Es una batalla perdida y no digerida; si con esas acciones se pretendi¨® la victoria final contra el terrorismo, ah¨ª est¨¢ el resultado; si se buscaron objetivos menores, t¨¢cticos o estrat¨¦gicos, no sabemos lo que se consigui¨®, porque est¨¢ en el ¨¢mbito de lo secreto; pero, cualquiera que sea el resultado oculto, con los GAL se perdi¨®, a posteriori, la batalla de la opini¨®n; no es que no abunden los partidarios y defensores de aquellos hechos-, pero son partidarios vergonzantes, no se atreven al apoyar en p¨²blico, no forman opini¨®n expresada de una manera airosa, esas actitudes entre la negaci¨®n y la justificaci¨®n carecen de la gallard¨ªa necesaria, no son pol¨ªticamente presentables.Tambi¨¦n es cierto que en la condena de los GAL ha habido mucha hipocres¨ªa individualizada, lo que no hace al caso; el resultado es el que vemos, y el olvido, que es una manera eficaz de quitar importancia a los hechos, no llega, y es que esos espisodios se enmarcaron en, una lucha antiterrorista que, por desgracia, tiene que continuar, y los GAL, sin depurar pol¨ªticamente, son un absceso que perturba esa lucha, ya que son un bal¨®n de oxigeno para los siniestros terroristas en cuanto al apoyo social de que disfrutan; todo lo limitado que se quiera, pero ah¨ª est¨¢.
Es in¨²til invocar antecedentes "gloriosos" (De Gaulle y la OAS, por ejemplo); De Gaulle gan¨® su batalla en el terreno y en la opini¨®n; aqu¨ª no ha sido as¨ª, como es ingenuo buscar precedentes propios m¨¢s o menos v¨¢lidos, que a lo m¨¢ximo podr¨ªan servir, de ser ciertos, para procurarse aliados estrat¨¦gicos en la pol¨ªtica de b¨²squeda del dulce olvido, pues no resuelven el problema pol¨ªtico actual que el casi remoto GAL plantea todos los d¨ªas. La presencia terrorista de ETA es la que impide despachar el asunto GAL como una aburrida cuesti¨®n pasada. Dadas las connotaciones pol¨ªticas del asunto, entonces y ahora, la batalla antiterrorista exige la correcci¨®n de cualquier notorio desorden producido en la lucha antiterrorista, que es, como se sabe, una cuesti¨®n de opini¨®n, de actitud pol¨ªtica, y no s¨®lo, ni mucho menos, de habilidad policial, en general entre nosotros, y mucho menos en el Pa¨ªs Vasco, que tambi¨¦n es nosotros.
Las tretas utilizadas para esquivar el bulto no han hecho m¨¢s que perturbar nuestra vida p¨²blica de relaci¨®n; y nuestras instituciones, singularmente, aunque no exclusivamente, las judiciales. Ahora el asunto que no cesa parece que impide hacer una razonable actualizaci¨®n de la. Ley de Secretos Oficiales; que un Gobierno sea el ¨²ltimo juez de s¨ª mismo cuando se trata de cuestiones secretas, seg¨²n criterio, tambi¨¦n, del Gobierno, es una soluci¨®n excesiva, si nos tomamos algo en serio la legalidad de la acci¨®n de Gobierno y el consiguiente control judicial; se pueden producir conflictos entre el inter¨¦s del Estado democr¨¢tico y la legalidad, pero no se pueden resolver tirando, no por la calle de en medio, sino por la de encima; insisto en que hay soluciones posibles, pero quiz¨¢ el asunto GAL las impida. Hagamos algo coherente con el Estado de Derecho y con el inter¨¦s de la democracia, hay f¨®rmulas; y seamos un poco coherentes con nosotros mismos.
Porque, eso s¨ª, todos se escandalizan cuando se habla de una ley de punto final o soluci¨®n de valor equivalente. Pero esos mismos escandalizados est¨¢n dispuestos a adoptar leyes que, para salvar el caso concreto, dejen un hueco en que puedan caber, y para siempre, unos cuantos puntos finales o intermedios. Para esto, mejor un punto final, dando la cara.
Y, mientras tanto, dale con el asunto de este o aquel juez, y con que si dice lo que no debe o lo que s¨ª puede (aunque, desde luego, resuelva en el ¨¢mbito de su pura competencia) y con el presunto hero¨ªsmo o conformidad de los diputados que quiz¨¢ sean llamados a declarar, y otras lindezas por el estilo. Al caso GAL no se le ha dado una soluci¨®n pol¨ªtica que salve la limpieza del Estado en su lucha antiterrorista; y, adem¨¢s, vamos a hacer una ley, al menos, dudosa, algo vergonzante: malo para nuestras expectativas de legalidad razonable, y malo para la acci¨®n no policial de la lucha antiterrorista.
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