Caso abierto
EL PLENO de la Sala Segunda del Tribunal Supremo desautoriz¨® ayer al juez M¨®ner. La resoluci¨®n adoptada por los magistrados no entra en la cuesti¨®n de fondo -si hay o no que llamar a declarar a Felipe Gonz¨¢lez en relaci¨®n al caso GAL- pero al remitir el asunto a una vista p¨²blica opta por una salida que seguramente satisfar¨¢ m¨¢s a los acusadores que a los defensores del ex presidente. Dar¨¢ pie a una escenificaci¨®n ante el tribunal -y la prensa- de esa cuesti¨®n de fondo, la cual remite a su vez a la de si Gonz¨¢lez conoc¨ªa o ignoraba. En todo caso, a un a?o de la asunci¨®n del caso por el Tribunal Supremo, no parece excluida la posibilidad de que siga navegando por un proceloso mar de recursos y apelaciones durante bastante tiempo a¨²n. Ello tendr¨ªa consecuencias pol¨ªticas como, en particular, la prolongaci¨®n de esta especie de marcha neutralizada en que se ha convertido la lucha entre los dos principales partidos.M¨®ner hab¨ªa rechazado un recurso de apelaci¨®n de la acci¨®n popular y del procesado Damborenea contra una decisi¨®n anterior del juez desestimando su petici¨®n de que tomase declaraci¨®n a Gonz¨¢lez. Los apelantes reclamaban que su recurso fuera elevado al pleno de la Sala Segunda. El juez instructor M¨®ner se tom¨® su tiempo para decidir. Finalmente decidi¨® que contra su resoluci¨®n anterior no cab¨ªa apelaci¨®n a la Sala Segunda, puesto que en las causas contra aforados el instructor act¨²a por delegaci¨®n de ¨¦sta. Es una cuesti¨®n t¨¦cnica, discutible; pero se pensaba que la resoluci¨®n de M¨®ner contaba con el benepl¨¢cito impl¨ªcito de los dem¨¢s magistrados. Ahora se ve que no era as¨ª. Ha sido desautorizado, y las consecuencias pueden ser m¨¢s que procesales.
En principio, que la cuesti¨®n se discuta en una vista p¨²blica, por el procedimiento contradictorio y con presencia del ministerio fiscal, acusaciones y defensa, refuerza las garant¨ªas de las partes. Precisamente porque el asunto es delicado, conviene extremar esas garant¨ªas para evitar situaciones que puedan invocarse en el futuro como argumento para cuestionar la resoluci¨®n final. Pero ser¨ªa ingenuo ignorar el significado, penal y extrapenal, de una vista p¨²blica con alegaciones de las acusaciones tendentes a demostrar, la implicaci¨®n de Gonz¨¢lez. Haya o no al final procesamiento, ya habr¨¢ habido algo parecido a un juicio p¨²blico, aunque sin presencia del acusado. Algo tal vez equivalente, por su efecto psicol¨®gico, a la petici¨®n de suplicatorio.
Por otra parte, abierto el camino de extremar las cautelas procedimentales, podemos asistir a una serie de peticiones,, denegaciones, recursos y apelaciones que prolonguen la cosa indefinidamente. As¨ª, la esperanza en un r¨¢pido desenlace que al menos despeje las inc¨®gnitas relativas a Gonz¨¢lez parece desvanecerse de nuevo. Ello es bastante lamentable, porque a nadie conviene prolongar las incertidumbres. 0 a casi nadie.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.