Los detenidos por el "caso Cools" ya fueron acusados por un juez, hace -cuatro a?os
B¨¦lgica vivi¨® ayer un d¨ªa de sereno dolor y al mismo tiempo de esperanza. Los funerales por las dos ¨²ltimas v¨ªctimas de Marc Dultroux, celebrados por separado, se tomaron en un canto a la equidad y la justicia frente a los clamores de venganza. La detenci¨®n, la v¨ªspera, de cuatro acusados de planear el asesinato del pol¨ªtico Andr¨¦ Cools, en 1991, ha devuelto una pizca de fe en el sistema judicial, pero al mismo tiempo ha puesto sobre la mesa los terribles errores del pasado: todos los detenidos el viernes hab¨ªan sido ya acusados en 1992 por un juez que acab¨® siendo marginado de las investigaciones.
Ann Marchal y Eefje Lambrecks eran amigas ¨ªntimas.. Pasaron juntas su ¨²ltima noche en libertad. Juntas padecieron el calvario de caer en las garras de Marc Dutroux, raptor confeso de las dos j¨®venes hace poco m¨¢s de un a?o. Nadie duda de que murieron juntas. Juntos estaban sus restos, enterrados a cinco metros bajo tierra en una de las propiedades de Dutroux. Desde ayer reposan por separado. La enemistad creada entre las dos familias durante un a?o de sufrimiento y desencuentros no pudo ser superada pese a los intentos de todos.Toda B¨¦lgica se uni¨® al dolor de los Marchal y los Lambrecks. Cuatro cadenas de televisi¨®n retransmitieron los funerales en directo. Fueron dos ceremonias unidas por el dolor pero separadas en el fondo y las, formas. La de Eefje, a primera hora de la ma?ana, quiso ser ¨ªntima por encima de todo. No hubo reproches a la justicia. S¨®lo rezos, canciones y, por encima de todo, la m¨²sica de Juan Sebastian Bach. Esta vez, el representante del rey s¨ª fue aceptado y ocup¨® el lugar de honor que le reserva el -protocolo. Los ministros de Justicia y de la Funci¨®n P¨²blica ocuparon discretos asientos en segundo plano en la peque?a parroquia de Nuestra Se?ora de los Pobres, en Hasselt, provincia de Limburgo.
Los Marchal, en cambio, convirtieron el funeral de Ann, en la catedral de Hasselt, en un alegato por su memoria: "Tenernos una herida - que nunca sanar¨¢ y que no queremos que sane. El mundo ha de reaccionar ante este crimen abominable. La muerte de Ann, de Eefje, de Julie, de Melissa, es una se?al: que su esp¨ªritu siga viviendo. So?emos por un mundo mejor. Pero actuemos juntos. No basta con so?ar. Luchemos por un mundo mejor. Nosotros continuaremos luchando", tron¨®, imponente, la serena voz del padre. Sus palabras fueron saludadas con un cerrado aplauso.
El pa¨ªs sigue sacudido por la catarata de acontecimientos de las ¨²ltimas tres semanas. La detenci¨®n de cuatro sospechosos de haber planeado el asesinato del pol¨ªtico socialista Andr¨¦ Cools en julio de 1991 puede devolver el cr¨¦dito a un sistema judicial puesto en entredicho por el caso Dutroux. Pero su primer efecto ha sido el de mantener las dudas sobre las investigaciones del pasado. Las cuatro personas detenidas el viernes hab¨ªan visitado antes los juzgados. Jean-Marc Connerotte, ahora juez instructor del caso Dutroux por el juzgado de Neufch¨¢teau y en 1992 instructor del casa de los t¨ªtulos bancarios falsos, ya defend¨ªa entonces el v¨ªnculo entre los hoy detenidos y el asesinato de Cools.
Nunca pudo probarlo y acab¨® siendo apartado de la investigaci¨®n en beneficio de la juez Veronique Ancia. La llamada guerra de los jueces, que dividi¨® agriamente al mundo judicial y los medios de comunicaci¨®n belgas, puede acabar siendo ganada por Connerotte.
Ayer, la radio p¨²blica belga inform¨® ayer que un antiguo ministro, Alain van der Biest, fue interrogado en el marco de la investigaci¨®n sobre el asesinato de Cools.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.