Exigencias sociales
Proyectado en su gigantesca pantalla real (cuya misma amplitud induce a perderse en los detalles m¨¢s morbosos), el divorcio de los pr¨ªncipes de Gales, Carlos y Diana, nos concierne a todos, porque representa la tragedia a la que se enfrentan hoy muchas parejas. En efecto: se le sigue exigiendo a la pareja fidelidad a un contrato -a largo plazo o incluso de por vida- de ayuda mutua y educaci¨®n de los hijos. Pero tambi¨¦n se sostiene que va contra la dignidad personal y la sinceridad para con los dem¨¢s el permanecer en esa uni¨®n si desaparece el amor rom¨¢ntico que -se afirma tambi¨¦n- es lo que justifica dicha uni¨®n. La experiencia muestra que ese amor rom¨¢ntico es en gran medida involuntario, y no suele durar sino pocos meses o a?os. Y ahora ya no son considerados tolerables los amores ocultos compensatorios, los apa?os, que antes se admit¨ªan sin que quebrantaran el matrimonio, basado entonces en el inter¨¦s mutuo y los hijos, m¨¢s que en el amor rom¨¢ntico.
La soluci¨®n americana, como mal menor de m¨²ltiples matrimonios y sucesivos divorcios, tampoco vemos que resulte demasiado satisfactoria. Muchas personas se -ven, por tanto, abocadas a faltar a su contrato matrimonial o a su derecho-deber de amar. Ser¨ªa, pues, l¨®gico que -mientras la sociedad no encuentre una mejor soluci¨®n a este dilema- mostremos la m¨¢xima comprensi¨®n y simpat¨ªa hacia todas esas v¨ªctimas de estas exigencias sociales, demasiadas veces incompatibles.-
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