La reeleccion permanente
El 23 de agosto pasado, el Congreso del Per¨² "interpret¨®" la Constituci¨®n, aprobando la candidatura del ingeniero Alberto Fujimori a la reelecci¨®n en el proceso electoral del a?o 2000. Si todo sale como han planeado los parlamentarios del r¨¦gimen autoritario instalado el 5 de abril de 1992, ¨¦ste tiene pues la v¨ªa expedita para prolongarse hasta el 28 de julio del a?o 2005. Ninguna raz¨®n, desde luego, impide a los congresistas futuros seguir reinterpretando la Constituci¨®n, 0 enmend¨¢ndola, para que el r¨¦gimen se eternice, con pantomimas electorales legitimadoras, el 2010 y el 2015; cuenta para ello con verdaderos enjambres de 'constitucionalistas' armados de todos los argumentos legales ad hoc y, no sin raz¨®n, espera contar tambi¨¦n con mayor¨ªas parlamentarias venideras tan serviles como la actual.?Por qu¨¦ la dictadura peruana ha llevado a cabo esta demostraci¨®n de fuerzas, anticip¨¢ndose tres a?os a la pr¨®xima farsa electoral? No se trata de una mera bravata de un r¨¦gimen que, luego de haber desbrozado el terreno de todo obst¨¢culo serio, se considera lo bastante fuerte como para desafiar a la comunidad internacional quit¨¢ndose la careta democr¨¢tica y exhibiendo su verdadera faz. Se trata de distraer la atenci¨®n p¨²blica del Per¨² y del extranjero, de un esc¨¢ndalo que, a juzgar por el nerviosismo con que ha reaccionado frente a ¨¦l todo el aparato militar y civil del gobierno tratando de acallarlo, ha puesto en evidencia el aspecto que m¨¢s da?o puede causarle en el ¨¢mbito internacional: la vinculaci¨®n org¨¢nica de sus jerarcas con el narcotr¨¢fico.
El esc¨¢ndalo estall¨® el 17 de agosto, cuando el m¨¢s importante narcotraficante ca¨ªdo en manos de la polic¨ªa peruana (le fue entregado por Colombia, donde fue capturado), Demetrio Ch¨¢vez Pe?aherrera, apodado "Vaticano", que controlaba toda la zona cocalera del Valle del Huallaga, revel¨® ante el Tribunal que lo juzga, que desde 1991 hab¨ªa pagado mensualmente 50 mil d¨®lares mensuales a VIadimiro Montesinos -asesor de Fujimori, hombre fuerte del r¨¦gimen, ar-quitecto del golpe de Estado de 1992 y de la purga de oficiales democr¨¢ticos y constitucionalistas de las Fuerzas Armadas peruanas- para poder efectuar sus vuelos de avionetas cargadas de pasta b¨¢sica hacia Colombia sin ser molestado.
"Vaticano" explic¨® que, gracias a este acuerdo, el comando militar de la zona del Huallaga lo informaba sobre las operaciones de la DEA (Drug Enforcement Ageney) en la regi¨®n. Altos miembros de la jerarqu¨ªa militar destinados en la Amazon¨ªa, estaban tambi¨¦n a su sueldo. El pacto con Montesinos se rompi¨®, seg¨²n el testimonio de "Vaticano", en 1992, porque el asesor de Fujimori exigi¨® mensualidades de 100 mil d¨®lares, lo que habr¨ªa llevado al narcotraficante, luego de negarse a esta exigencia, a trasladarse a Colombia. Cuando este pa¨ªs lo captur¨® y entreg¨® al gobiemo peruano -un aut¨¦ntico regalo envenenado-, el Ej¨¦rcito se apresur¨® a confinarlo en una prisi¨®n secreta y a impedirle todo contacto con la prensa, con el pretexto de que el narco pod¨ªa' tener informaci¨®n relativa a la Seguridad del Estado. La ten¨ªa, en efecto.
M¨¢s que esta revelaci¨®n -pues los indicios de una colaboraci¨®n entre los c¨¢rteles de la droga y el r¨¦gimen de Fujimori se multiplican desde hace buen tiempo-, el verdadero esc¨¢ndalo lo protagonizaron el Gobierno y sus aliados, que se movilizaron en una grita desaforada, negando las acusaciones de "Vaticano" con tanta vehemencia y gestos tan destemplados que parec¨ªan una confesi¨®n de culpa. Generales, ministros, prensa y medios adictos, cac¨®grafos a sueldo, funcionarios y validos. salieron a la palestra a desmentir a "Vaticano" y a tratar de minimizar una denuncia (consiguieron el efecto contrario) que, en buena parte a causa de todo ello, tuvo una larga reverberaci¨®n en el mundo (V¨¦ase, por ejemplo las cr¨®nicas respectivas en The Economist y la revista Time).
Apenas horas antes. de aprobar la candidatura a la tercera reelecci¨®n de Fujimori, el Congreso hab¨ªa rechazado admitir siquiera a debate las siete mociones de orden del d¨ªa, presentadas por el peque?o grupo de parlamentarios de la oposici¨®n, pidiendo que una comisi¨®n parlamentaria investigase las acusaciones de "Vaticano" contra Montesinos y los alcances de la infiltraci¨®n del narcotr¨¢fico en las Fuerzas Armadas y policiales. Un pintoresco 'constitucionalista' del r¨¦gimen -?beodo, como de costumbre?- explic¨® que la "Prestigiosa familia Montesinos" no pod¨ªa ser lesionada en su honor por la denuncia de un delincuente.
La familia del Rasput¨ªn del r¨¦gimen tal vez no, pero el r¨¦gimen s¨ª, y no s¨®lo en el extranjero, tambi¨¦n en el propio Per¨², donde, pese. al sistema de autocensura y control que el Gobierno de Fujimori ejerce sobre los medios de comunicaci¨®n -y que acaba de describir, con abrumadores ejemplos, el escritor Alfredo Bryce Echenique, en Palma de Mallorca, en un seminario sobre "La informaci¨®n en Iberoam¨¦rica"- el 'honor' del sistema pol¨ªtico instituido en el Per¨² por Fujimori, Montesinos y una camarilla militar desde abril de 1992, parece haber quedado seriamente resquebrajado ante una opini¨®n p¨²blica que, hasta estos ¨²ltimos tiempos, sin embargo, se hab¨ªa mostrado exiremadamente complaciente con el r¨¦gimen que revirti¨® la tendencia democratizadora en Am¨¦rica Latina en 1992, inaugurando un nuevo modelo de autoritarismo para el Continente, y que, seg¨²n el ¨²ltimo Inforine de Amnist¨ªa Internacional, disputa a Cuba el cetro del pa¨ªs del hemisferio occidental con mayores violaciones a los derechos humanos.
Contribuy¨® no poco a este sentimiento cr¨ªtico, adem¨¢s, la reaparici¨®n p¨²blica de "Vaticano", en un espect¨¢culo de Gran Gui?ol montado por el gobierno, para matizar sus -declaraciones anteriores y explicar a los periodistas que, presa de un s¨²bito ataque de amnesia, ya no recordaba si, en verdad, era a Montesinos a quien hab¨ªa entregado. aquellos 50 mil d¨®lares mensuales en 1991 y 1992. En vez de silenciar -la! cr¨ªticas y conjeturas, este episodio las atiz¨®, enriqueci¨¦ndolas con un debate suplementario, sobre si, para aceptar desdecirse, "Vaticano" hab¨ªa sido torturado, sobornado, o ambas cosas.
Las revelaciones de "Vaticano" son la gotita de agua que ha colinado el vaso de ese delicad¨ªsimo tema -las relaciones entre el narcotr¨¢fico y el r¨¦gimen-, que, hasta ahora, pese a la sucesi¨®n de comprometedores incidentes ocurridos en los ¨²ltimos meses, el gobierno de Fujimori se empe?aba en presentar como casos aislados, de individuos que, tanto en el aparato militar como en el pol¨ªtico, ocupaban posiciones de segundo o tercer nivel y cuya responsabilidad criminal en modo alguno pod¨ªa te?ir a la c¨²pula ni a la espina dorsal del Estado. La figura que va dise?¨¢ndose ahora indica m¨¢s bien lo opuesto: que, aunque en el r¨¦gimen haya figuras secundarias incontaminadas, son la c¨²pula pol¨ªtica y el brazo militar-represivo, que encabezan Montesinos, y el general Bar? Hermosa, las instancias a las que apuntan las ¨²ltimas revelaciones sobre ese doloso maridaje.
He aqu¨ª algunas de ellas. En mayo de este a?o, se encontr¨® 174 kilos de coca¨ªna nada menos que en el avi¨®n presidencial ' de Fujimori, un DC-8 piloteado por el edec¨¢n del Presidente, el comandante Alfredo Esc¨¢rcena Ichikawa. Un par de. mes despu¨¦s, en Vancouver, Canad¨¢, un barco de la Marina de Guerra, el "Mataran?", fue registrado y en su interior se hall¨® un alijo de 120 kilos de coca¨ªna. Apenas una semana m¨¢s tarde, otro barco de la Armada, el"Ilo", fue sorprendido con m¨¢s de 60 kilos de coca¨ªna escondidos. a bordo. Antes de estos hallazgos, y desde comienzos de 1995, un n¨²mero crecido de oficiales del Ej¨¦rcito -cerca de 300, seg¨²n el corresponsal de The Economist- se han visto involucrados en complicidades con los narcos, algunos de ellos de alta graduaci¨®n, como los generales R¨ªo y Bellido, acusados de colaborar con "Vaticano", investigaci¨®n que detuvo en embri¨®n el propio jefe del Ej¨¦rcito, general Bar? Hermosa, as¨ª como la que afectaba a los generales SobreviIlla y MacDonald P¨¦rez, por colusi¨®n con otro c¨¢rtel de la coca, el de Abelardo Cachique. ?stos son s¨®lo algunos ejemplos de una serie, que esclarecen el diligente celo con que los "padres de la Patria" del fujimorismo, se apresuraron a impedir la creaci¨®n de una comisi¨®n parlamentaria que investigara asunto tan espinoso como la colusi¨®n del r¨¦gimen con la industria peruano-colombiana de la droga.
?Qu¨¦ pasar¨¢ ahora? Puede que nada, como esperan Fujimori, Montesinos, Bar? Hermosa y la cala?a de politicastros, empresarios, negociantes y periodistas que los sirve y que medra a la sombra del r¨¦gimen autoritario. Es decir, que, distra¨ªdos por la cortina de humo de la tercera reelecci¨®n presidencial de FuJimori que el Congreso acaba de aventarles, los peruanos se olviden de lo otro, la putrefacci¨®n interna sobre la que reposa el sistema y que, pese a la censura y autocensura, acaba de mostrar su fea cara, y una vez m¨¢s se dejen adormecer por las tesis de los corifeos, seg¨²n los cuales quitarle el apoyo a la dictadura y combatir por el retomo del Per¨² a un r¨¦gimen de legalidad y libertad, significar¨ªa volver a los horrendos tiempos de Alan Garc¨ªa, es decir, a la hiperinflaci¨®n, la corrupci¨®n y la violencia terrorista de Sendero Luminoso y del MRTA. Hasta ahora, esta manipulaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica ha funcionado, y, si son ciertas las encuestas, un gran n¨²mero de peruanos acepta todav¨ªa vivir en dictadura pues cree que ¨¦se es el precio que debe pagar ?para qu¨¦? ?Para vivir mejor, con m¨¢s trabajo y mejores niveles de vida y m¨¢s oportunidades que antes? No, nada de eso: solamente para no estar peor de lo que est¨¢. Esa es la lastimosa consecuencia pol¨ªtica -la p¨¦rdida de los reflejos democr¨¢ticos de casi todo un pueblo- del terrible fracaso de los doce a?os de democracia que disfrut¨® el Per¨² desde1980 hasta 102.
En el ¨¢mbito internacional, sin embargo, pese a las buenas notas que le sigue concediendo el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y a las inversiones de empresas extranjeras, la imagen del r¨¦gimen peruano se deteriora gradualmente. Este proceso s¨®lo puede agravarse con esc¨¢ndalos como los relacionados con el narcotr¨¢fico, pues, si es verdad que a las potencias democr¨¢ticas no parece importarles mucho lo que ocurra con la legalidad y la libertad en los pa¨ªses del Tercer Mundo -sobre todo, si esos pa¨ªses les permiten hacer buenos negocios a sus empresarios- en el tema de la droga s¨ª suelen parar las orejas y alarmarse, sobre todo los Estados Unidos, como acaba de verse en las relaciones de Washington con el gobierno colombiano.
La desbaratada, imagen que ofrece en la actualidad el presidente Samper, ?ser¨¢ una premonici¨®n del destino pol¨ªtico final que espera al ingeniero Fujimori? Formulo la pregunta sin apetito ni nostalgia y hasta con cierto asco. En verdad, desde mi punto de vista, ser¨ªa m¨¢s que trist¨ªsimo que quien destruy¨® la democracia que le permiti¨® llegar al poder, no fuera sancionado por los peruanos a quienes retrocedi¨® a la tradici¨®n de despotismo con la que empezaban a romper y como castigo a este liberticidio, sino por el State Department y la DEA y s¨®lo por los s¨®rdidos enjuagues cremat¨ªsticos de sus compinches con los g¨¢nsters del Huallaga.
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