M¨¢s f¨²tbol
El lunes televisaron f¨²tbol y las calles de Madrid quedaron medio vac¨ªas. Muchos madrile?os lo celebraron porque con poca circulaci¨®n por Madrid se va divino. Otros lo condenaron porque perjudicaba su negocio. Dicen que en d¨ªas de f¨²tbol televisado los restaurantes se quedan sin clientela.El incremento de las retransmisiones de f¨²tbol por televisi¨®n ha levantado numerosas voces airadas, entre las que no se encuentra la de un servidor. A un servidor, que televisen f¨²tbol le trae absolutamente sin cuidado.
Que un servidor sepa, a nadie le ponen una pistola en la nuca para que vea el f¨²tbol por televisi¨®n. Que un servidor sepa, hay otros canales donde a la hora del partido dan programas distintos y basta pulsar un bot¨®n para verlos.
Buena parte de la intelectualidad tambi¨¦n est¨¢ contra el enorme incremento del f¨²tbol televisado que se ha producido en la presente temporada. Al parecer, esa buena parte de la intelectualidad ha descubierto un antagonismo irreconciliable entre f¨²tbol y cultura.
Parece como si quien ve f¨²tbol en televisi¨®n fuera analfabeto. Cierta pretendida intelectualidad reduce la afici¨®n al f¨²tbol a extremos simplistas: un pa¨ªs culto y moderno no puede perder el tiempo viendo f¨²tbol por televisi¨®n; o, expresado en sentido contrario, un pa¨ªs que pierde el tiempo viendo el f¨²tbol por televisi¨®n es obsoleto e inculto.
He aqu¨ª la inevitable invocaci¨®n a la modernidad, de la que tan pagada est¨¢ la sociedad civil en los albores del siglo XXI. Y, sin embargo, algunos ciudadanos que se consideran a s¨ª mismos cultos a¨²n no se han percatado de que la humanidad se ha venido sintiendo moderna en cada segundo de su existencia.
La ciudadan¨ªa siempre fue consciente de que viv¨ªa en un mundo moderno y le satisfac¨ªa su desarrollo, donde entraban desde la creaci¨®n de la escritura hasta el estallido de las grandes guerras, que se suelen declarar en inter¨¦s de una ¨¦lite (normalmente econ¨®mica) y se pretenden justificar por la defensa de la religi¨®n y de las ideolog¨ªas.
He aqu¨ª la inevitable invocaci¨®n a la cultura, que es -sostienen aquellos pretendidos intelectuales- leer y cultivar los bienes del esp¨ªritu. Y a¨²n precisan m¨¢s: si de leer se trata, Kierkegaard, por ejemplo.
Numerosos ciudadanos creen de buena fe que eso es la cultura y, al objeto de no pasar por analfabetos, ocultan pudorosamente sus debilidades, que, a lo mejor, consisten en ver partidos de f¨²tbol por televisi¨®n.
Si un encuestador preguntara a los ciudadanos de a pie qu¨¦ programas debe emitir la televisi¨®n, la mayor¨ªa responder¨ªa: an¨¢lisis de las instituciones, espacios culturales, conferencias de catedr¨¢ticos de universidad. Pero de vuelta a la intimidad del hogar se enfrascar¨ªa en la contemplaci¨®n de lo que m¨¢s les gusta, que son cine y f¨²tbol.
Uno tiene la impresi¨®n de que los ciudadanos buscan en la televisi¨®n entretenimiento y emociones. Quienes menosprecian el f¨²tbol y la incultura que dimana no reparan en cu¨¢nto pueden hacer sus semejantes al cabo del d¨ªa. Seguramente madrugaron, cumplieron la jornada laboral aportando lo mejor de s¨ª mismos en el desempe?o de su profesi¨®n, conversaron con los amigos, de regreso a casa se relajaron viendo un partido de f¨²tbol. Y siguieron viviendo. Incluso en un momento dado hasta leyeron a Kierkegaard y, mecidos en las profundidades de su pensamiento, cayeron dulcemente en los brazos de Morfeo.
Uno tiene asimismo la impresi¨®n barruntativa de que estos inquisidores de los gustos de los ciudadanos, agresivos portaestandartes de la modernidad y la cultura, son unos intelectuales de pacotilla, que no han le¨ªdo a Kierkegaard ni nada.
Un servidor hace un llamamiento a la insumisi¨®n; arenga a las masas para que se rebelen contra la tiran¨ªa de quienes pretenden organizarles la vida, y les invita a que se recluyan en sus casas para ver f¨²tbol por televisi¨®n, si eso es lo que les place.
Y mientras ven tan ricamente el f¨²tbol, uno se dedicar¨¢ a dar largos paseos por el Madrid libre de atascos y aglomeraciones. S¨®lo en plan cient¨ªfico -enti¨¦ndase- y con el exclusivo prop¨®sito de meditar en sus soledades sobre la modernidad, la cultura y la obra de Kierkegaard.
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