Toreros dentro de un orden
Ruiz / Urdiales, Ortega, Diego
Novillos de Juan Antonio Ruiz, con cuajo, sospechosos de pitones; 1? excelente, manejable el resto, salvo 6?, manso.
Diego Urdiales: estocada ca¨ªda y rueda desaforada de peones (dos orejas); estocada corta ladeada, rueda insistente de peones, bajonazo y descabello (silencio). Cham¨®n
Ortega: dos pinchazos y estocada ca¨ªda (palmas y saluda); pinchazo hondo, rueda de peones -aviso-, pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio).
Juan Diego: media estocada ca¨ªda, rueda de peones, pinchazo y media (silencio); dos pinchazos hondos y tres descabellos (silencio).
Plaza de Arganda, 10 de septiembre. 2? de feria.Tres cuartos de entrada.
Hay un plantel de novilleros que quieren ser toreros pero no a cualquier precio. Toreros seg¨²n y c¨®mo, dentro de un orden. Toreros, pero sin que la empresa les cueste un revolc¨®n. Toreros sin ce?ir ni ajustar. Toreros que tienen la lecci¨®n prendida con alfileres, y esa lecci¨®n se refiere al derechazo instrumentado a un torito esmayao.
De esos toreros dentro de un orden hubo una cumplida representaci¨®n en el festejo de Arganda. Los tres actuantes necesitaban el toro que sirve y a uno de esta guisa, Diego Urdiales le cort¨® las dos orejas. Cierto es que los restantes toros -se except¨²a el sexto- serv¨ªan tambi¨¦n, pero no estaban hechos a la medida de su derechazo. Aquello de aguantar y someter, aquello de ligar los pases -que es la t¨¦cnica adecuada para dominar los toros; la que emociona y da cortijos- no encajaba en sus estructuras.
La novillada sali¨® mollar para los toreros que quieren serlo, dentro y fuera del orden establecido. Unos novilleros con ambici¨®n habr¨ªan puesto en pie al gent¨ªo desarrollando el toreo bueno que aceptaban los novillos sin mayores problemas. Unos novillos como aquellos, de generoso cuajo y escaso pit¨®n, cortos de temperamento y de nobleza largos, los novilleros de toda la vida no se los habr¨ªan dejado ir de rositas.
A los novilleros de toda la vida les sal¨ªan unos novillos boyantes al estilo de los de Juan Antonio Ruiz (en la liturgia, Espartaco, presente en el grader¨ªo) y se los com¨ªan con patatas. Y si les sal¨ªan dificultosos, all¨¢ que se te iban, atropellando la raz¨®n, y rodaban por los morrillos si era necesario, pues nadie hab¨ªa de explicarles que la profesi¨®n torera exige valor y entrega, pundonor y sacrificio.
Ninguno de la terna rod¨® por los morrillos, loado sea Dios y, a cambio, ninguno triunf¨®, mecachis en la mar. Ninguno consigui¨® que la afici¨®n saliera del festejo satisfecha de haber descubierto una futura figura del toreo.
Diego Urdiales lo hab¨ªa parecido cuando en el transcurso de su animosa y pinturera faena al excelente novillo que abri¨® plaza, embarcaba toreramente el natural. Mas, al rematarlo, ven¨ªa la cruda realidad: no ligaba; rectificaba precipitadamente los terrenos e incluso cortaba las tandas para recomponer los cites y volver a empezar.
No se deber¨ªa condenar a Diego Urdiales por emplear tales formas. En realidad no hace sino seguir el ejemplo que marcan las figuras del momento. Degenerando, degenerando -que dir¨ªa el cl¨¢sico- el toreo se ha convertido en semejante bodrio.
Bajaba la mano Diego Urdiales y es un dato positivo que la afici¨®n valora, si bien cabr¨ªa a?adir que bajar la mano no lo es todo en la vida ni en el arte de torear. Bajando la mano se obliga a humillar al toro, lo que no empece que dependa de las caracter¨ªsticas del toro la altura a la que conviene embarcarlo. Y, adem¨¢s, la mano baja a nada conduce si luego el torero no templa o no remata donde procede o se quita de en medio.
La faena de Diego Urdiales al cuarto fue larga, anodina e inconexa. Las de Cham¨®n Ortega, tal cual y no muy templadas. La de Juan Diego al tercero, bullidora y con desplantes para la galer¨ªa. El sexto mansurre¨® y Juan Diego lo traste¨® voluntarioso. No es que fuera mucho pero tampoco se esperaba m¨¢s. Si la terna hab¨ªa sido incapaz de interpretar el toreo a una novillada buena, que de repente el m¨¢s joven se rebelara contra el conformismo y la mediocridad que tienen secuestrada la fiesta y lo intentara a toda costa con el garbanzo negro, habr¨ªa sido un milagro. Y en la fiesta ya no hay milagros. Dicen que ya no la salva ni Dios.
Triunfa Canales Rivera
Por otra parte, Canales Rivera triunf¨® en la tercera corrida de la feria de Albacete, celebrada ayer con tres cuartos de entrada.
Se lidiaron toros de Cebada Gago, bien presentados y bravos. Luis Francisco Pl¨¢, ovaci¨®n en su lote. Javier V¨¢zquez, ovaci¨®n y oreja. Canales, oreja en los dos.
V¨¢zquez sustitu¨ªa a Jos¨¦ Tom¨¢s, que est¨¢ lesionado, y Canales a Emilio Mu?oz, enfermo.
Babelia
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