"Cuando llegue al Parlamento se acabar¨¢ todo", proclama el pistolero serbio Arkan en un mitin
"No queremos vivir nunca m¨¢s con nuestros enemigos naturales musulmanes y croatas. Hemos acabado con ellos de una vez y cuando lleguemos al Parlamento se terminar¨¢ con todo esto... Somos un partido humanista y luchamos por la justicia social". La fr¨ªa llovizna que cae al atardecer en B¨ªjeljina no arredra al cerca del millar de vecinos que han acudido al mitin del Partido de la Unidad Serbia de Zeljko Raznatovic, Arkan, uno de los siete que compiten en la parte serbia de Bosnia en las elecciones del s¨¢bado
En un estrado presidido por una gran fotograf¨ªa del jefe del partido con el lema "Creo en Dios y en Serbia" se alinean bajo los focos, marciales y vestidos como un consejo de administraci¨®n, una docena de hombres y una mujer. Todos tienen las manos cruzadas delante y van siendo presentados a un auditorio indiferente.El hombre de la gran foto no ha llegado y los candidatos del escenario dirigen unas breves palabras a la concurrencia explicando lo que quieren para la Rep¨²blika Srpska (una de las dos entidades de Bosnia-Herzegovina): paz, un futuro para nuestros hijos, independencia.
El telegr¨¢fico mensaje de quienes aspiran a representar al pueblo serbobosnio va desde lo inofensivamente gen¨¦rico a lo incendiario. En todos los casos sus portadores no mueven un m¨²sculo ni descomponen la figura. S¨®lo el tono crecientemente amenazador de las intervenciones no casa con su hieratismo.
Un murmullo acoge a poco de comenzar el acto la llegada a la gran tarima del protagonista del acto, Zeljko Raznatovic, m¨¢s conocido como Arkan, liberador de Bijeljina, que se coloca bajo su fotograf¨ªa. Viste, como todos los dem¨¢s, traje oscuro y a?ade un chaleco gris perla. Bien parecido, sus modales son los m¨¢s discretos de un grupo discreto, y su aspecto de ani?ado prohombre que va a recibir un diploma por alguna contribuci¨®n al bien com¨²n s¨®lo se ve traicionado por el del pu?ado de gorilas situados estrat¨¦gicamente cerca.
Blieljina, en el noreste de Bosnia, junto al Drina y la frontera serbia, es desde el comienzo de la guerra un basti¨®n de los ultranacionalistas serbios, que la purificaron ¨¦tnicamente en abril de 1992. Refugiados llegados de otras partes de Bosnia, muchos desde Sarajevo este a?o, han triplicado su poblaci¨®n, que ahora ronda las 100.000 personas.
Arkan ha venido a Bijeljina, en su condici¨®n de salvador oficial de la ciudad, a pedir el voto para su partido. "Llegu¨¦ aqu¨ª en 1992 para evitar el genocidio de los serbios a manos de los musulmanes", explica a un auditorio poco entregado. Sus 200 mercenarios, los tigres de Arkan, acabaron en cuatro d¨ªas, en una org¨ªa de sangre y saqueos, la obra de eliminar o expulsar de la ciudad a los musulmanes que la habitaban, casi el 70%.
El mitin de Arkan s¨®lo adquiere temperatura cuando toma la palabra su candidata a la presidencia de la Republika Srpska, Ljilja Peric, una mujer vestida de azul turquesa y dotada para la oratoria.
La joven Peric desgrana a gritos ante sus "hermanos y hermanas" el ideario del partido. Asegura que los serbobosnios pasan hambre mientras la ayuda humanitaria acaba en el mercado negro, lo mismo que las medicinas. Alaba el sacrificio de las mujeres y les pide hijos. "No permit¨¢is que seamos minor¨ªa en nuestro Estado, necesitamos sangre nueva para nuestra rep¨²blica". Y ruge sus aspiraciones: "Todos los serbios en un s¨®lo Estado, con una capital, un presidente y un s¨®lo Ej¨¦rcito". "Construyamos un Estado el 14 de septiembre para decidir qui¨¦n va a vivir en este pa¨ªs". Pocos aplausos.
Peque?os h¨¦roes
Arkan acaricia la cabeza de los ni?os que ofrecen ramos de flores a su candidata. El comandante de la Guardia de Voluntarios Serbios, como se le presenta, saluda "especialmente" a los ni?os y anuncia que su mujer espera "uno de estos peque?os h¨¦roes". El exterminador convertido en pol¨ªtico va directamente al grano. Vocifera. "Los ustachis [croatas] y los turcos [musulmanes] ser¨¢n destruidos. ( ... ) Serbia es tierra santa y los l¨ªderes mundiales tendr¨¢n que entender que nunca abandonaremos nuestra tierra". "Si Dios lo quiere no habr¨¢ otra guerra", contin¨²a, "pero Izetbegovic [el presidente bosnio] ha dicho que su Ej¨¦rcito nos destruir¨¢". "Defender¨¦ a mis siete hijos y la tierra serbia".Arkan acaba santigu¨¢ndose. Los aplausos son encendidos entre los candidatos del Partido de la Unidad Serbia que se alinean en el estrado, pero discretos por parte del auditorio, que pasa fr¨ªo en la gran plaza. Suena la Marcha del Drina y al poco Zeljko Raznatovic abandona el lugar entre una cohorte de guardaespaldas. Algunos adolescentes le siguen como a una estrella del rock.
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