Crimen y castigo
La sociedad Mont P¨¦lerin, durante toda una semana reunida en Viena, se atrevi¨® a discutir la econom¨ªa pol¨ªtica del delito, sobre el que tanta gente de buena intenci¨®n dice tan abundantes tonter¨ªas: el delito y su prevenci¨®n.Esta sociedad de debates, cuyos miembros acuden de los pa¨ªses m¨¢s alejados del mundo, fue fundada por Friedrich von Hayek, en el a?o 1947, en un pueblecito del cant¨®n de Vaud, en Suiza. De hecho, el a?o que viene, en septiembre, celebraremos su 50? aniversario en Barcelona. No consigui¨®, Hayek poner de acuerdo a los entonces reunidos sobre el nombre de la sociedad y le dio el del pueblo del encuentro. La Mont P¨¦lerin no tiene empleadores ni sede, y a sus directivos, excepto el tesorero, los renuevan cada dos a?os. No hace falta que les diga que los fil¨®sofos, economistas, abogados, hombres y mujeres de empresa que la componen son liberales cl¨¢sicos, defensores del orden espont¨¢neo de la sociedad civil.
Las ideas debatidas en Viena, como la semilla echada a voleo, cayeron sobre toda clase de terrenos, desde las pensiones hasta el m¨¦todo cient¨ªfico, pasando por la corrupci¨®n pol¨ªtica y el nacionalismo. El principal orador de la sesi¨®n dedicada al crecimiento de la delincuencia en la sociedad actual fue lsaac Ehrlich, el economista que se ha hecho famoso por sus pruebas estad¨ªsticas de la proposici¨®n, de sentido com¨²n por otra parte, de que la pena de muerte reduce el n¨²mero de asesinatos, aunque menos de lo que lo hace la probabilidad de ser descubierto y detenido. La cuesti¨®n en todo el ¨¢mbito de la delincuencia se centra en si los delincuentes potenciales son v¨ªctimas de las circunstancias o si son individuos con libre albedr¨ªo, capaces de reaccionar ante los incentivos. El aumento de la probabilidad de descubrimiento y detenci¨®n, y posteriormente de castigo, har¨¢ pensar dos veces al violento celoso, al defraudador fiscal o al conductor borracho.
El problema con el que se enfrent¨® Ehrlich en Viena fue el de explicar el creciente n¨²mero de delitos penales de todo tipo en EE UU, a pesar del notable aumento del n¨²mero de presos en las c¨¢rceles estadounidenses en los ¨²ltimos 15 a?os. Estos dos hechos podr¨ªan parecer contradictorios con la tesis de que el castigo es disuasorio. Para intentar resolver la aparente paradoja emple¨® el profesor norteamericano (horror de horrores) los conceptos de "oferta y demanda del delito".
Un modelo econ¨®mico de la actividad delictiva ha de tener en cuenta muchos elementos, mas para el caso que nos ocupa podemos contentarnos con una especificaci¨®n sencilla. Si suponemos constantes la posibilidad de encontrar trabajo legalmente remunerado y los esfuerzos de protecci¨®n p¨²blica y privada, entonces una mayor expectativa de ganancias delictivamente obtenidas incrementar¨¢n el n¨²mero de delitos. Es decir, que cuanto mayor sea la riqueza de una sociedad m¨¢s aumentar¨¢ el n¨²mero de delitos contra la propiedad, especialmente con violencia.Pasando de la oferta a la "demanda de delitos", cuando disminuyen las actividades de disuasi¨®n p¨²blica y privada, es como si aumentar¨¢ la disposici¨®n a ser v¨ªctima de un delito. La concentraci¨®n de la polic¨ªa y los jueces en un tipo de delito, como la venta y consumo de droga, con olvido de otros m¨¢s cl¨¢sicos, tiene el mismo efecto que si aumentara la demanda social de estos ¨²ltimos.
En mi opini¨®n, el aumento de la tasa de criminalidad se explica principalmente por una menor probabilidad de castigo. De hecho, el ¨ªndice compuesto de todos los delitos por cada 1.000 habitantes en EEUU de 1960 a 1991 se multiplic¨® por tres, con especial crecimiento de las violaciones, el robo y las lesiones graves. Por otro lado, la probabilidad de encarcelamiento de los delincuentes cay¨® a menos de la mitad en esos 30 a?os. Adem¨¢s, el porcentaje de los encarcelados por drogas se multiplic¨® por tres, mientras que los encarcelados por otros delitos cayeron en un cuarto. Aqu¨ª est¨¢ la explicaci¨®n: dado el aumento de la delincuencia, el del n¨²mero de presos no indica un fallo del modelo, porque la probabilidad de castig¨® era mucho menor y las autoridades se obsesionaron con la droga: para que luego digan que los abogados no deben estudiar econom¨ªa.
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