Que cante en catal¨¢n
Sonaba la introducci¨®n inconfundible de Paraules d'amor, y el haz de luz blanca siluete¨® a Joan Manuel Serrat sentado en su taburete ante el micr¨®fono.Quienes le seguimos de antiguo hemos cantado esa letra con ¨¦l, desde el p¨²blico y por lo bajinis, decenas de veces, siempre en catal¨¢n, lo mismo en Madrid que en Burgos o Barcelona. Pero el 'viernes pasado, con aquellas notas que presagiaban esos versos emocionantes a muchos nos entr¨® esta vez cierta angustia. Nos vinieron a la memoria del coraz¨®n los silbidos que el pasado mayo mancharon Las Ventas cuando Serrat abr¨ªa el festival conmemorativo de los 20 a?os de EL PA?S: cantaba Ara que tinc vint anys, una insignia de la nova can?¨® (el movimiento de cantautores catalanes que en aquellos tiempos, cuando lo que no era obligatorio estaba prohibido, nos agrup¨®, tambi¨¦n en Madrid, contra la dictadura de Franco). Cierto que 500 insensibles pitando vencer¨¢n siempre a 40.000 ojos emocionados en silencio, pero aquella fiesta se congregaba en tomo a un diario como EL PA?S y no pod¨ªa esperarse una reacci¨®n as¨ª.
Por eso algunos sentimos un miedo especial el viernes cuando el piano nos invadi¨® anunciando las notas de Paraules d'amor. ?Podr¨ªa alguien pitar una de las m¨¢s hermosas canciones compuestas en Espa?a en los ¨²ltimos treinta a?os? ?Podr¨ªa alguien? Porque quien desahogara as¨ª sus complejos no s¨®lo herir¨ªa a los viejos seguidores de Joan Manuel, sino tambi¨¦n al propio Serrat, al personaje que ha constituido el m¨¢s conmovedor ejemplo de la lucha por la convivencia de dos idiomas espa?oles que son sus dos propios idiomas, a ninguno de los cuales renunci¨® jam¨¢s. A ¨¦l, que en esa riqueza hist¨®rica de la que pueden disfrutar los catalanes ha sabido ser un gran poeta en las dos lenguas. A ¨¦l, que se llama Joan Manuel y tambi¨¦n Juanito, porque naci¨® fruto de un mestizaje que conserva intactas las dos culturas mezcladas. A ¨¦l, perseguido y vetado por la propaganda franquista porque quiso cantar en catal¨¢n en Eurovisi¨®n, y proscrito por los radicales catalanes por haber compuesto decenas de canciones en castellano. A ¨¦l, hijo de catal¨¢n y de aragonesa, a un hombre que tiene tanto derecho a sentirse madrile?o como vecino de Poble Sec.No hubo ocasi¨®n. Termin¨® la introducci¨®n de Horacio Icasto y entonces Serrat se arranc¨® con Palabras de amor, en castellano. Por primera vez, Serrat iba a prescindir en Madrid del idioma propio de su tierra. Muchas veces antes hab¨ªa traducido brevemente desde los escenarios madrile?os el contenido de sus letras catalanas antes de comenzar cada canci¨®n. Lo mismo en los teatros reducidos de cuando entonces, y para la progres¨ªa en ejercicio, que en los espacios abiertos de cuando despu¨¦s -Pare, ?qu¨¦ l'hi han fet al riu, que ja no canta?- para toda la chavaler¨ªa de jarana. Jam¨¢s nadie protest¨® por eso. Al contrario. Pero Serrat cambi¨® en Madrid paraules, por palabras y nos llen¨® de tristeza. Una mujer grit¨® desde el tendido: "?En catal¨¢n!". Y un hombre desde el ruedo: "?S¨ª, en catal¨¢n!". Tal vez algunos m¨¢s tambi¨¦n, ciertamente pocos, muchos menos que quienes patearon la petici¨®n con pitos.
Y comenz¨® Serrat la canci¨®n en castellano, haci¨¦ndonos aflorar los susurros que formaban las eses en la versi¨®n catalana. Mediada la letra, fue Ana Bel¨¦n quien cambi¨® de idioma y la gente se vio desconcertada. Una madrile?a de la calle del Oso se arrancaba en catal¨¢n -i jo l'estimo encara-, y los desalmados se quedaron en la duda de si los abucheos que ten¨ªan previstos tomar¨ªan el camino del idioma o de la madrile?a. Algunos, no obstante, lanzaron un t¨ªmido silbido para que se dirigiera ¨¦ste a donde quisiese. La renuncia de Serrat y el truco de Ana nos recordaron aquella argucia ol¨ªmpica, cuando el Rey entr¨® en Montju?c la los acordes de Els Segadors para que quienes se hab¨ªan puesto los labios de silbar tampoco supieran qu¨¦ hacer.
Ojal¨¢ todo pudiera ocurrir otra vez en Madrid como en los a?os en que un catal¨¢n era por definici¨®n alguien que estaba de nuestro lado. Ahora, maldita sea, la demagogia de los aprovechados, la ignorancia de unos cuantos y el f¨²tbol mal entendido nos llevan a absurdos como el del viernes en Las Ventas, nos sumen en la perplejidad y nos dejan en la duda de si pedirle, o no, a Joan Manuel Serrat que la pr¨®xima vez lo intente en catal¨¢n como, si, realmente, en Madrid estuviera en su propia casa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.