Una cosa sanguinaria
Concha / Cuatro rejoneadoresCinco toros de, Concha y Sierra desmochados y 5? de Mar¨ªa Lourdes Mart¨ªn. 2? inv¨¢lido, Y diminuto e impresentable.
Ferm¨ªn Boh¨®rquez: rejonazo baj¨ªsimo (oreja con escasa petici¨®n). Pablo Hermoso de Mendoza: tres pinchazos y rej¨®n bajos (silencio). Miguel Garc¨ªa: pinchazo y metisaca bajo (oreja con insignificante petici¨®n). Paco Ojeda: rej¨®n descordando (silencio). Por colleras: Boh¨®rquez-Mart¨ªn: silencio. Hermoso-Ojeda: oreja.
Plaza de Guadalajara, 19 de septiembre. 1 a de feria. Tres cuartos de entrada.
Saltaron a la arena los famosos toros de Concha y Sierra y los rejoneadores les zurraron de lo lindo. Les dieron para ir pasando. Les pegaron hasta en el carn¨¦ de identidad. A media paliza las capas de los famosos toros de Concha y Sierra apenas se ve¨ªan ya, cubiertas por el arsenal de hierros que los rejoneadores les iban clavando sin miramiento ni compasi¨®n, y aquello acab¨® siendo una cosa sanguinaria y repulsiva.
Muy farrucos se pon¨ªan los rejoneadores cada vez que clavaban hierro donde cayera -galopadas, sombrerazos, risotadas, brazos en alto cantando victoria- pero la verdad es que no era para tanto. Uno no deber¨ªa ponerse a presumir cuando le zumba la badana al d¨¦bil, aprovechando que va a caballo y se sirve de largo palo que le permite herir sin riesgo ni esfuerzo. Uno no deber¨ªa siquiera llamarse rejoneador, menos a¨²n torero, cuando lo que torea o rejonea es un pobre animal mutilado, una v¨ªctima de la brutalidad, un toro que fue el rey de la dehesa y puede humillarlo y escarnecerlo pues la mano vil de siniestro ga?¨¢n lo convirti¨® en piltrafa.
Vendr¨¢n ahora los argumentos capciosos de la grey rejoneadora y sus propagandistas para justificar el afeitado: un caballo de rejoneo vale mucho dinero y no se le debe exponer a una cornada. Bueno, pues la soluci¨®n es f¨¢cil: que lo saquen a pasear por la alameda. Nadie est¨¢ obligado a rejonear. Si el rejoneo exige mutilar un toro o no hay funci¨®n, que no la haya.
Y, adem¨¢s, a cualquier cosa llaman afeitar. No es lo mismo quitar la punta del asta que aserrarla y transformarla en mu?¨®n del tama?o de un pl¨¢tano.
Eso es lo que sacaron en Guadalajara para que los rejoneadores lo acribillaran y se pusieran a pegar sombrerazos, risotadas, los brazos en alto y todos los excesos triunfalistas que utilizan habitualmente a fin de calentar a la galer¨ªa y conseguir la orejita.Orejita consiguieron algunos, s¨ª, mas no porque la galer¨ªa se calentara, sino porque hab¨ªa una presidencia verbenera. La galer¨ªa no pod¨ªa calentarse con lo que all¨ª se vi¨®, salvo un toreo buenode Ferm¨ªn Boh¨®rquez o par de quiebros de Miguel Garc¨ªa. El resto, aparte alg¨²n espor¨¢dico detalle, constituy¨®, m¨¢s que corrida, correr¨ªa; alardes de Hermoso con el inv¨¢lido, el mencionado Garc¨ªa reventando su toro de un metisaca que provoc¨® repugnante derrame, rejonazos de Paco Ojeda donde cayeran, y sol¨ªan caer por la paletilla o por los aleda?os del rabo. Mejor¨® Ojeda en la modalidad del viol¨ªn, s¨®lo que utilizaba al efecto unas banderillas largu¨ªsimas, que se las deben de hacer donde fabrican las porter¨ªas de f¨²tbol. Los cuatro rejoneadores perpetraron las impresentables colleras, y la ¨²ltima se llev¨® una oreja, que hac¨ªa tercera. Las orejas abultaban m¨¢s que los cuernos de los pobres Concha y Sierra.Luguillano, herido grave
Luguillano sufri¨® una cornada grave que le afecta a la pleura, en la corrida de ayer en Valladolid. Pese al percance, mat¨® al toro y cort¨® las dos orejas. Tambi¨¦n cortaron dos orejas Enrique Ponce -que escuch¨® un aviso- y Jesul¨ªn. Se lidiaron cuatro toros de Juan Pedro Domecq, pobres de cara y aborregados, 4? de Carrascosa y 6? de Sep¨²lveda.
En Salamanca, Vicente Barrera hizo un toreo de calidad -informa Perel¨¦tegui- y cort¨® una oreja. C¨¦sar Rinc¨®n tuvo un aviso y Rivera Ord¨®?ez, palmas. Se lidiaron cinco toros de Juan Pedro Domecq, blandos, y 40 de Joaqu¨ªn N¨²?ez, bravo.
Babelia
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