La cuenta atr¨¢s
Europa se prepara para el ajuste fiscal que permita 'pasar el examen'
Una ola de optimismo sacude estos d¨ªas a Europa. Los inversores y especuladores que operan en los mercados financieros parecen haberse puesto de acuerdo para dar un voto de confianza al proyecto europeo de uni¨®n econ¨®mica y monetaria (UEM). Ello a pesar de que los datos no justifican esta euforia: el crecimiento sigue siendo d¨¦bil en la mayor¨ªa de los Quince, especialmente en los pa¨ªses que deben formar el eje fundamental de esta uni¨®n (Alemania y Francia), y la tasa de paro se mantiene en tasas insoportablemente altas -la media europea es del 11%-. S¨®lo tres de los quince Estados miembros cumplen en la actualidad con los cinco requisitos de convergencia: Dinamarca, Irlanda y Luxemburgo. Los ajustes fiscales que se avecinan no parecen, adem¨¢s, que vayan a aliviar el an¨¦mico crecimiento y el problema del desempleo. M¨¢s bien al contrario.Pero la raz¨®n detr¨¢s de este repentino europtimismo ha sido precisamente la presentaci¨®n o el anuncio, como en el caso de Espa?a y otros Estados miembros, de unos presupuestos particularmente restrictivos para 1997, a?o sobre cuyos datos se basar¨¢ el examen de entrada en la uni¨®n monetaria. Estos planes han ayudado a dar credibilidad a las reiteradas declaraciones de los l¨ªderes pol¨ªticos europeos a favor de la puesta en marcha de la uni¨®n monetaria en la fecha prevista: enero de 1999. No s¨®lo Alemania y sus pa¨ªses sat¨¦lite (Benelux y Austria) y Francia est¨¢n comprometidos con este objetivo. En el pelot¨®n de cabeza pretenden estar tambi¨¦n Espa?a, Portugal y los pa¨ªses n¨®rdicos. Italia, con mayores desequilibrios en sus finanzas p¨²blicas, quiere darse un plazo de entrada m¨¢s amplio para acceder a la uni¨®n monetaria, pero ha dejado clara su firme voluntad de participar en la misma. S¨®lo Grecia, con un d¨¦ficit p¨²blico del 9,2% del PIB y una inflaci¨®n del 8,6%, queda fuera de juego.
Para equilibrar las cuentas p¨²blicas sin recurrir a pol¨ªticas impopulares que desmantelen el Estado de bienestar, la mayor¨ªa de los gobiernos de los Quince se apoya en tres ejes de actuaci¨®n: recorte del gasto p¨²blico, agresivos planes de privatizaciones y un moderado aumento de los impuestos, medida esta ¨²ltima contraria en el caso de los gobiernos espa?ol y franc¨¦s a las promesas electorales de sus respectivos partidos. Las previsiones de recaudaci¨®n fiscal pueden adem¨¢s verse comprometidas si la actividad econ¨®mica no recobra el pulso. El objetivo de todas estas pol¨ªticas es el mismo: reducir el d¨¦ficit p¨²blico al 3% del producto interior bruto (PIB) que exige el Tratado de Maastricht para participar en la moneda ¨²nica.
Tres cuestiones ensombrecen las perspectivas de ¨¦xito de los esfuerzos de saneamiento- fiscal: la contestaci¨®n social a los ajustes anunciados -sobre todo en el sector p¨²blico-, las tensiones entre los pa¨ªses que participen en la UEM y los que queden fuera en parte despejada ayer, por el peligro de que estos ¨²ltimos efect¨²en devaluaciones competitivas, y, por ¨²ltimo, la inc¨®gnita de si los miembros que formen parte. de la moneda com¨²n ser¨¢n capaces de mantener sus d¨¦ficit p¨²blicos c¨®modamente por debajo del 3%. Algo deben de temerse los responsables de los bancos centrales europeos, cuya principal cr¨ªtica a los ajustes que vienen es que haya s¨®lo t¨ªmidas reformas para eliminar la parte estructural de los d¨¦ficit.
De momento, Espa?a est¨¢ preparando unos presupuestos restrictivos con el fin de cumplir ese objetivo de d¨¦ficit. El gasto p¨²blico crecer¨¢ del orden del 2% sobre la previsi¨®n de liquidaci¨®n de este a?o, lo que supone seis d¨¦cimas por debajo del ¨ªndice de precios al consumo previsto (2,6%), y la econom¨ªa crecer¨¢ un 3%.
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