Baile de corrales

Hubo baile de corrales en el ¨²ltimo festejo de feria: de los dos ,hierros anunciados -Domingo Hern¨¢ndez y Garcigrande, de la misma casa ganadera- s¨®lo se aprobaron tres toros; la corrida se complet¨® con ejemplares de tres ganader¨ªas, pero el sexto toro, de El Sierro, se parti¨® un asta en el estribo del caballo al tomar el primer puyazo -en ese maldito estribo matatoros, que deber¨ªa estar prohibido-,. fue devuelto y sustituido por otro de S¨¢nchez-Cobaleda. En total, seis hierros distintos, que ya es decir.Con ganado de tan diversa procedencia, Litri y Jesul¨ªn de Ubrique se esforzaron. Rivera Ord¨®?ez, no. Rivera Ord¨®?ez vino a Guadala - jara a darse una vuelta y ver el ambiente. Litri reaparec¨ªa despu¨¦s de la cornada de Albacete de hace dos semanas. Se le not¨® recuperado. Fue el mismo Litri de siempre: muchos gritos a los toros, muchos pases, muy buena voluntad... pero poco toreo. Logr¨® meter en la muleta al que abri¨® plaza, un toro muy rebrincado, a base de porfiar con ¨¦l y obligarlo mucho. Intent¨® pasarlo de muleta con la izquierda, pero no pudo templar la embestida. Mat¨® mal, sin recursos para sacar de las tablas a un toro muy acobardado.

Con el cuarto, un ejemplar encastado y con mucho que torear, Litri dio todo lo que lleva dentro, algo muy de agradecer. Pero el toro era de faena grande. Se anotan tres naturales y un pase de pecho largos y mandones.

Jaleadas por el Mangui

Ambas faenas fueron jaleadas con entusiasmo, como es costumbre, por El Mangui, pe¨®n de confianza del Litri. Esto debe de dar mucha moral al torero, que no intenta evitarlo, pero resulta de una pesadez insoportable.Jesul¨ªn hizo caso omiso de las continuas chanzas con que le zaher¨ªan las pe?as -le cantaban cosas como "te quiero toa param¨ª" y otras por el estilo- y estuvo muy serio con el quinto, un toro correoso.

Jesul¨ªn pis¨® terrenos muy comprometidos y se la jug¨® toreando al natural. Las pausas para tomar aire -Jesul¨ªn acab¨® jadeante- rompieron el hilo de una faena meritoria pero que no lleg¨® al p¨²blico.

Con el anterior Jesul¨ªn hab¨ªa pegado muchos pases, casi todos con la derecha, sin enjundia ni profundidad. Le dieron una oreja y en la vuelta al ruedo le tiraron dos gallinas que rehus¨® y fueron recogidas por los areneros.

Rivera Ord¨®?ez se dedic¨® en el tercer toro a los alardes temerarios, los circulares, los dobles pases de pecho, los muletazos mirando al tendido y otras zarandajas. Atropellado y sin temple, hizo una faena de corte pueblerino que entusiasm¨® a los espectadores.

Con el sobrero, al que dej¨® casi crudo en el caballo, no quiso complicarse la vida. No aport¨® ni un recurso lidiador ante un toro bronco, al que mat¨® de infamante bajonazo. Lo mejor de Rivera fueron dos quites que hizo a un banderillero en el cuarto. Pobre balance.