El PRI mexicano. abandona el liberalismo de Salinas para sustituirlo por el "nacion¨¢lismo revolucionario"
La XVII Asamblea Nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la formaci¨®n que rige los destinos de M¨¦xico desde hace 67 a?os, lleva visos de convertirse en un ajuste de cuentas con la pujante "generaci¨®n de tecn¨®cratas" y el liberalismo econ¨®mico que estos cuadros promueven desde hace - una d¨¦cada. Despu¨¦s de dos d¨ªas de reuniones plagadas de insultos, las delegaciones aprobaron ayer de un tir¨®n unos acuerdos que definen perfectamente el rumbo que desea tomar el partido: recuperar sus esencias "revolucionarias" y corporativas y regresar a los tiempos gloriosos de la victoria indiscutida.En primera instancia, y como estaba previsto, los 3.700 delegados pri¨ªstas reunidos en la Ciudad de M¨¦xico borraron de su declaraci¨®n de principios la doctrina del "liberalismo social" acu?ada por el ex presidente Carlos Salinas y la sustituyeron por otra a¨²n m¨¢s imprecisa, pero con m¨¢s raigambre: el "nacionalismo revolucionario" que el PRI utiliza desde sus or¨ªgenes para vestir su ideolog¨ªa camale¨®nica. Un nacionalismo revolucionario, eso s¨ª, "compatible con la globalizaci¨®n", y que propugna "la democracia, la soberan¨ªa y la justicia social".
Al margen de las frases huecas, la resoluci¨®n supone un rev¨¦s para el gabinete del presidente Ernesto Zedillo, cuya pol¨ªtica ec¨®nomica, puesta en marcha tras el estallido de la crisis de diciembre de 1994, sigue fielmente las pautas de ajuste marcadas por los organismos financieros internacionales. Y es que los buenos resultados macroecon¨®micos logrados hasta ahora no se traducen en los maltrechos hogares mexicanos.
Como bot¨®n de muestra, los delegados rechazaron por unanimidad la privatizaci¨®n la industria petroqu¨ªmica, proyecto esencial de la actual Administraci¨®n para liberar a las arcas p¨²blicas de su costoso mantenimiento. -
Como parte de este embate contra la casta pol¨ªtica de la ¨²ltima d¨¦cada, formada por gente m¨¢s joven y preparada en universidades extranjeras, las bases pri¨ªstas dieron un golpe de mano a la propuesta oficial para la elecci¨®n de candidatos a la presidencia de la Rep¨²blica, al Senado y a los gobiernos de los Estados, que hasta ahora se hac¨ªa por el procedimiento del dedazo.
Los delegados, en plena rebeld¨ªa, consiguieron sacar adelante la propuesta de que los candidatos, que ser¨¢n elegidos por el partido, tengan al menos diez a?os de militancia pri¨ªsta y hayan ejercido un cargo de elecci¨®n popular. Ninguno de los ¨²ltimos cinco presidentes mexicanos (incluido Zedillo), cumple con los requisitos: todos fueron nombrados por sus antecesores y ninguno ostent¨® cargos de elecci¨®n previos.
De alguna manera tanto las bases, cansadas de su escasa participaci¨®n en los destinos del partido, y los grupos resentidos contra el aperturismo (las posiciones m¨¢s duras provienen, no en vano, de los Estados donde el PRI ha perdido terreno electoral en favor de la oposici¨®n) buscan retornar a los or¨ªgenes populistas del partido. Los vientos electorales soplan de nuevo:en 1997 habr¨¢ comicios legislativos y, por primera vez, saldr¨¢ de las urnas el regente de la capital. Por lo dem¨¢s, pocas sorpresas, ya que los documentos estaban consensuados de antemano.
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