Gracia Querejeta cierra la aportaci¨®n espa?ola con un sobrio y elegante ejercicio 'El ¨²ltimo viaje de Robert Rylands' se inspira en pasajes de una novela de Javier Mar¨ªas
Hace unos a?os, Gracia Querejeta se adentr¨® en los intrincados vericuetos de la elaboraci¨®n de pel¨ªculas con una arriesgada incursi¨®n, vagamente autobiogr¨¢fica, en los resbaladizos territorios del cine l¨ªrico, de la autoexpresi¨®n. Una estaci¨®n de paso, junto a toques magistrales, sorprendentes en una novata, adolec¨ªa de baches de arritmia, que la joven cineasta ya resuelve plenamente en su nuevo largometraje: El ¨²ltimo viaje de Robert Rylands, que lleva dentro cine de alta precisi¨®n, todo un riguroso ejercicio de esa sobriedad y contenci¨®n que requiere el tener algo propio que decir detr¨¢s de una c¨¢mara.
Pese a estar inspirada en algunos pasajes de la novela de Javier Mar¨ªas Todas las almas, nada hay en El ¨²ltimo viaje de Robert Rylands que recuerde a la habitual transcripci¨®n servil en escritura cinematogr¨¢fica de una escritura novelesca. La bella e intensa novela de Mar¨ªas expulsa hacia quien la lee varios hilos de los que tirar cuando se tiene una c¨¢mara en la mano; y Querejeta elige s¨®lo uno de ellos, al que imprime un desarrollo, una din¨¢mica propia, muy lejana del texto literario desencadenante, que as¨ª se convierte en pretexto.Estamos lejos, por tanto, de la actual epidemia de novel¨ªculas, de simples reconversiones en im¨¢genes de entramados literarios, que casi siempre, cuando son literatura, noble, se resisten a ser filmados tal cual fueron escritos, y requieren trasformaciones graves, incluso una reelaboraci¨®n completa desde las ra¨ªces. De ah¨ª proviene la primera singularidad de este noble filme: entra aparentemente en el redil de la moda de las adaptaciones, pero una vez dentro de ese redil, lo rompe y traza en la pantalla un itinerario propio e independiente de la novela adaptada, que as¨ª deja de serlo para convertirse en una poderosa referencia en lugar de la endeble traducci¨®n habitual. Es ¨¦ste un camino dif¨ªcil, elegido para una pel¨ªcula dif¨ªcil toda ella, pero que est¨¢ resuelta por guionista y directora con soltura, gran exactitud y pleno dominio sobre el entretejido de lo que filma.
Relato bien ordenado
Es El ¨²ltimo viaje de Robert Rylands la m¨¢s ambiciosa y mejor resuelta de las cuatro pel¨ªculas espa?olas que han acudido al concurso de esta edici¨®n del festival donostiarra. Es un relato escueto, muy bien ordenado e interpretado, que despega hacia territorios propios del cine autoexigentes desde desencadenantes literarios muy f¨¦rtiles, de cuya jugosidad se aprovecha la pantalla sin incurrir en el debilitamiento de la imagen que se deriva irremediablemente de su entera dependencia de un libro. Gracia Querejeta despega desde las p¨¢ginas de Todas las almas, pero vuela en busca de algo que no est¨¢ en esas p¨¢ginas, al menos como evidencia, sino s¨®lo como zona subterr¨¢nea. El resultado es un gui¨®n muy preciso, que da lugar a un filme que se cierra sobre s¨ª mismo y que propone a la mirada ¨¢reas de extrema sutileza.
Sorprende esta pel¨ªcula por lo que tiene de cine adulto, con marca o huella de un estilo acabado, libre y diferenciad¨ªsimo, cosa sorprendente por tratarse del segundo largometraje de una directora que por fuerza se encuentra todav¨ªa en a?os de aprendizaje. La tan ¨¢gil y sencilla resoluci¨®n de la cineasta de una secuencia que sobre el papel presenta serias resistencias a la visualizaci¨®n, es un hallazgo de oficio que emociona y desconcierta. Y m¨¢s a¨²n si se tiene en cuenta que el filme huye de cualquier tentaci¨®n de ca¨ªda en el exceso o en el subrayado, y discurre sobre un comedimiento formal que, en primera mirada, parece desterrar del relato cualquier ca¨ªda en los juegos de ¨¦nfasis y hace que el espectador se vea obligado a afinar y esforzar la mirada, en busca de los soterrados crescendos del filme.
Estas tienen la elegancia de lo transparente y fuerzan a una continua doble visi¨®n, o lectura, de lo que sucede o deja de suceder en la pantalla, que sin forzamiento alguno, transita del prosa¨ªsmo al lirismo y de la horizontalidad a la elevaci¨®n y la crispaci¨®n, sin que apenas nos percatemos de ello, o nos percatemos a posteriori, cuando ya estamos embarcados en su poderoso, por invisible, estilo y subyugados por las consecuencias visuales de ¨¦ste, que conducen a un ejercicio de cine de gran refinamiento, muy pudoroso, casi en permanente juego con lo inexpl¨ªcito, lo que obliga al espectador a ser part¨ªcipe de la peripecia, a distenderse o conmoverse, siempre con delicadeza, en sus suaves, matem¨¢ticos recodos. Gran cine.
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