Abandonados en ?frica
Espa?a crey¨® por tres, meses que los expulsados a GuineaBissau hab¨ªan sido repatriados
Uno muri¨® de un tiro en nuca, tres est¨¢n en el hospital, 30 en una prisi¨®nn militar y 11 desaparecidos. La polic¨ªa los busca casa por casa. Dosmujeres fueron detenidas, -interrogadas y torturadas ayer acusadas de socorrer a los inmigrantes ex pulsados de Espa?a. Nunca, desde que en 1974 se sacudieron la colonizaci¨®n portuguesa, los dos millones de habitantes de Guinea Bissau estuvieron tan unidos, tan preocupados, tan enojados. Buena parte del m¨¦rito es de Espa?a.Todo empez¨® una noche de finales de junio. De un avi¨®n militar espa?ol baj¨® un hombre rubio y fuerte con un malet¨ªn. Se llamaba Marcos Vegay ofrec¨ªa en nombre del Gobierno espa?ol una recompensa de 50.000 d¨®lares (unos siete millones y medio de pesetas) por aceptar un cargamento de 50 hombres negros sin documentacion. La cantidad, que puede parecer insignificante en Espa?a, no lo es tanto en este pa¨ªs del Africa tropical, donde la deuda exterior es tres veces superior al Producto Interior Bruto (PIB), no hay asfalto ni luz el¨¦ctrica en las calles, los funcionarios no cobran desde hace tres meses y Ladislao, un ni?o negro de 12 a?os, agoniza sin remedio en el hospital nacional Sim¨®n Mendes por culpa de la malaria. Su madre, Carla Robado, viene andando a verle cada d¨ªa, porque el viaje en taxi compartido cuesta 50.000 pesos (60 pesetas). Lo mismo que un plato de arroz.
As¨ª que hubo trato. La decisi¨®n, adoptada por funcionarios del Ministerio del Interior que nunca llegaron a explicar qu¨¦ hicieron con el dinero, ha sido maldecida en las cuatro religiones del pa¨ªs y por los ciudadanos de las 32 etnias distintas. Aquel malet¨ªn, y los tres meses de desesperaci¨®n de los 50 hombres sin papeles, han llevado a Guinea-Bissau al desasosiego. Hasta Nino Vieira el presidente, oy¨® quejas de su partido el pasado martes durante la conmemoraci¨®n de la independencia: "Queremos una soluci¨®n r¨¢pida para una situaci¨®n vergonzosa".
La sangre de Ahire Naruna Wahifo, el imnigrante nigeriano de 26 a?os que muri¨® por el disparo de un polic¨ªa el pasado lunes a¨²n estaba caliente sobre la tierra roja. Los inmigrantes, hartos de esperar una soluci¨®n a su problema, se manifestaron violentamente. Cortaron las calles, volcaron veh¨ªculos oficiales, agredieron a la polic¨ªa. La poblaci¨®n les ech¨® una mano hasta que se oy¨® un tiro.El disparo de kalashnikov que mat¨® a Naruna despert¨® por fin a las autoridades espa?olas. Durante tres meses, el c¨®nsul honorario de Espa?a en Bissau, un empresario de origen liban¨¦s llamado Hamadi, maquill¨® la realidad en sus conversaciones telef¨®nicas con el embajador de Espa?a en Dakar (Senegal). "Ya no est¨¢n, un cami¨®n militar los llev¨® hasta la frontera, aqu¨ª ya no queda ninguno", repet¨ªa Hamadi al embajador y a cualquiera que llamara desde Madrid, fuera un periodista o un funcionario de Interior.
Pero s¨ª estaban. De hecho, todav¨ªa est¨¢n. David Adetoro Damolekum, nigeriano de 26 a?os, todav¨ªa conserva una camiseta a rayas que consigui¨® traer de Melilla. Un tiro le traspas¨® el brazo y otro le dej¨® un rasgu?o importante. Nunca hab¨ªa pasado tanto miedo: "Cre¨ª que me hab¨ªan matado. Naruna tambi¨¦n lo crey¨®. Por eso lo mataron, por intentar ayudarme. Lo mataron por detr¨¢s, de un tiro en la nuca".El Gobierno guineano dice que fueron los inmigrantes quienes intentaron desarmar a un ninja, como llaman aqu¨ª a los polic¨ªas de ¨¦lite, y ¨¦ste. se defendi¨®. Debe ser dif¨ªcil matar por la espalda en defensa propia, pero como nadie sabe d¨®nde fue enterrado Naruna -el silencio oficial es absoluto-nunca se podr¨¢ saber qu¨¦ paso. S¨®lo que los guineanos, acostumbrados a sonre¨ªrle al hambre y a vivir en paz, tienen verg¨¹enza. Lo explica muy serio el presidente de la C¨¢mara de Comercio, Canjura Injai: "Siempre hab¨ªamos sido solidarios, sobre todo con nuestros hermanos africanos, es una verg¨¹enza nacional tratar as¨ª a unos hombres por no tener papeles".A Abami Gomes da Silva, de 21 a?os, a¨²n le quedan l¨¢grimas. Ayer fue detenida, interrogada, zarandeada e insultada por la polic¨ªa de informaci¨®n. La acusaban de ser la novia de un deportado, de esconderlo, de ayudarle a escapar: "Me llamaron puta".
Hace unos d¨ªas, el pasado jueves, volvi¨® a Bissau el hombre rubio del malet¨ªn. Vega escuch¨® al principio las excusas del Gobierno de Guinea. Reuni¨® en torno a s¨ª a tres ministros y a los directores de la polic¨ªa. Fue recibido por el primer m¨ªnistro con honores. Marcos Vega le ech¨® un rapapolvo. Le dijo que Espa?a hab¨ªa pagado y ellos no hab¨ªan cumplido.
Por miedo a nuevos des¨®rdenes, las autoridades metieron a 30 deportados -tres consiguieron fugarse y unirse a los ocho desaparecidos- en camiones militares y los llevaron hasta Cumer¨¦, a unos 30 kil¨®metros al norte de Bissau. Desde all¨ª, encerrados en unas instalaciones militares, contaron ayer sus ¨²ltimas experiencias. "Apenas nos dan de comer, estamos muy tristes, aqu¨ª, tan lejos de la poblaci¨®n que nos ayudaba, estaremos mucho tiempo sin que, nadie sepa nada de nosotros se quej¨® el camerun¨¦s Niguekarri Alexandre. Alrededor de ellos, los guardias, las alambradas y los baga-baga, los mont¨ªculos de tierra m¨¢s altos que una persona que construyen incansables las termitas.
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