Inspecci¨®n alimentaria

Cuando defiendes tus derechos de consumidor con la mejor intenci¨®n, esperas al menos un sistema de inspecci¨®n que funcione, las menores molestias y, por supuesto, la mejor disposici¨®n hacia quien detecta el fraude o el problema. Pero esto no parece ser as¨ª, al menos en el Ayuntamiento de Madrid.En diciembre de 1995 (navidades, ¨¦poca de gran y r¨¢pido consumo) compr¨¦ un derivado de pescado que se encontraba en oferta en un hiper de gran superficie (de buena gana pondr¨ªa el nombre, pero seguro que me costar¨ªa alguna querella m¨¢s); ya en mi casa apreci¨¦ en el etiquetado que no figuraban ni la fecha de caducidad ni el lote. Esto supone un riesgo para la salud del consumidor y una infracci¨®n grave a la norma de etiquetado. Regres¨¦ una semana m¨¢s tarde, y el alimento segu¨ªa all¨ª en las mismas condiciones.

Me dispuse entonces a efectuar una reclamaci¨®n, primero relat¨¦ la anomal¨ªa y el responsable de ¨¢rea habl¨® conmigo y confirm¨® lo se?alado; como era cierto, la hoja de reclamaci¨®n se curs¨®. Continu¨¦ efectuando compras y pude observar c¨®mo unos operarios retiraban el producto inmediatamente. Hasta aqu¨ª, todo me pareci¨® normal, pues realmente supon¨ªa un riesgo.

No puedo decir lo mismo sobre el sistema de inspecci¨®n del Ayuntamiento; en primer lugar, es el propio consumidor -y no el presunto infractor- el que ha de molestarse y enviar al ?rea de Salud P¨²blica la reclamaci¨®n a no se sabe d¨®nde, pues el Ayuntamiento ni se toma la molestia de se?alar la direcci¨®n de env¨ªo en las hojas. (?Qu¨¦ ocurrir¨¢ con las reclamaciones hechas por extranjeros?). En fin, me tragu¨¦ las molestias y lo envi¨¦.

Ah¨ª no acaban las cosas, mi sorpresa fue may¨²scula cuando el 29 de enero recibo de los servicios municipales (referencia: AA/mr 9600021) la siguiente respuesta: "Personados los servicios de inspecci¨®n adscritos a este departamento, en el centro comercial mencionado no detectan los problemas denunciados".Nuevamente, me tragu¨¦ las molestias de informarme y personarme para hablar con la jefe de servicio del departamento de Higiene Alimentar¨ªa del Ayuntamiento de Madrid, y despu¨¦s de tragarme su charla sobre lo bien que funcionaba y que los pocos expedientes abiertos indicaban una mejora, bla, bla..., Uni¨®n Europea..., etc¨¦tera, le coment¨¦ lo ocurrido y mi indignaci¨®n sobre el sistema, llegando a la conclusi¨®n de que no val¨ªa para nada, que favorec¨ªan al infractor, y que s¨®lo con cambiar-retirar el producto cuando se efectuaba la reclamaci¨®n -o ni siquiera eso si es una ¨¦poca-producto de r¨¢pido consumo- la posterior inspecci¨®n no encontrar¨ªa rastro alguno y que s¨®lo abrir¨ªan expediente a los tontos; en fin, que inventaran otra f¨®rmula. La cosa pas¨® a mayores y me tragu¨¦ una discusi¨®n con una pared que, no sabiendo dar argumentos ni explicaci¨®n coherente, me remiti¨® finalmente a que me tragara al concejal de Consumo. Pero ya no estaba dispuesto a m¨¢s tr¨¢galas y pens¨¦ que lo m¨¢s efectivo segu¨ªa siendo una nota a los medios de comunicaci¨®n.

El resultado final: el infractor no se molest¨® ni en poner un sello, y yo, por defender mis derechos, ya lo han visto. Pero el problema sigue estando ah¨ª, y el sistema de inspecci¨®n no funciona. ?Qu¨¦ hubiera ocurrido si se produce una intoxicaci¨®n u otro problema grave? Seguro que el Ayuntamiento habr¨ªa detectado: nada anormal.-