La reina de Inglaterra choc¨® continuamente con las pol¨ªticas de Margaret Thatcher
La imagen de neutralidad pol¨ªtica que ofrece la soberana brit¨¢nica es enga?osa, seg¨²n Ben Pimlott, profesor de Historia de la Universidad de Londres y autor de una nueva biograf¨ªa de Isabel II titulada precisamente, La Reina, Una biograf¨ªa de Isabel II, que ayer comenz¨® a publicar el diario The Independent. El autor ofrece numerosos ejemplos de la considerable huella que ha dejado la soberana en la vida pol¨ªtica nacional a lo largo de sus m¨¢s de 40 a?os de reinado y su tendencia a contrapesar la impronta derechista del partido tory (conservador), coloc¨¢ndose un poco a su izquierda. Pimlott confirma como historiador lo que ha sido constante comidilla period¨ªstica, que Isabel II y Margaret Thatcher discrepaban.Los datos que recoge Pimlott no son del todo nuevos, pero sabiamente reunidos por el historiador en un minucioso trabajo basado en 85 entrevistas a miembros de la Familia Real, cortesanos y colaboradores de los Windsor, ofrecen un perfil intensamente pol¨ªtico de la soberana. La reina se opuso claramente a la invasi¨®n de Egipto durante la crisis del canal de Suez en 1956, lleg¨® a reaccionar con furia ante la invasi¨®n de la isla de Granada' por Estados Unidos en 1983 y no ocult¨® su desagrado por la decisi¨®n de su Gobierno de autorizar a Washington a utilizar las bases brit¨¢nicas cuando los bombardeos a Libia en 1986.
Acaso lo m¨¢s sorprendente del libro, elaborado por Pimlott, es la conclusi¨®n de que la reina ha estado siempre a la izquierda de los tories, el partido que ha controlado , el poder durante la mayor parte de su reinado, con la excepci¨®n de los Gobiernos laboristas de Harold Wilson y James Callaghan. La reina se revela adem¨¢s en las p¨¢ginas de esta nueva biograf¨ªa como una defensora casi apasionada de la Commonwealth, la comunidad de naciones formada sobre las ruinas del Imperio brit¨¢nico, en 15 de cuyos pa¨ªses Isabel II se mantiene como jefe de Estado. De ah¨ª su irritaci¨®n cuando se enter¨® de la invasi¨®n de la isla de Granada, en la que ostenta todav¨ªa el t¨ªtulo que la soberana est¨¢ lejos de considerar honor¨ªfico.
Inc¨®moda con el derechismo
Claro qu¨¦ las tensas relaciones entre la reina y Thatcher, perfectamente documentadas, por otra parte, ten¨ªan ra¨ªces m¨¢s profundas. Seg¨²n Pimlott, que retoma aqu¨ª un tema muy querido de la clase pol¨ªtica y period¨ªstica brit¨¢nica, Isabel II se sent¨ªa profundamente inc¨®moda con los excesos "derechistas" del thatcherismo, y en concreto, con la falta de atenci¨®n a los m¨¢s pobres y desfavorecidos miembros de la sociedad brit¨¢nica. La actitud del Gobierno de Thatcher ante la huelga minera de 1984 caus¨® en la soberana la impresi¨®n de que hab¨ªa da?ado considerablemente el tejido-social del pa¨ªs. Tampoco vio Isabel II con buenos ojos la resistencia de Thatcher a imponer sanciones econ¨®micas al r¨¦gimen blanco de Sur¨¢frica.Pero, en lo m¨¢s profundo de estas desavenencias pol¨ªticas yac¨ªa una verdadera rivalidad personal. Absoluta falta de qu¨ªmica. La reina reaccionaba con desconcierto ante las maneras regias de la primera ministra, cuya tendencia a marearse en las cenas en el palacio de Buckingham mereci¨® algunos comentarios mordaces de Isabel II. La afinidad de sexo y de edad -ambas en los setenta hoy- no contribuy¨® a acercar a las dos damas m¨¢s importantes de la vida p¨²blica brit¨¢nica obligadas a cohabitar durante casi 11 a?os, entre 1979 y 1990.
Thatcher pod¨ªa detestar a los perdedores, pero sent¨ªa el m¨¢ximo desprecio tambi¨¦n por los que heredan fortuna y posici¨®n por la gracia de Dios. As¨ª es que el thatcherismo se convirti¨®, de alguna forma, en una corriente m¨¢s antimon¨¢rquica que la procedente del laborismo y la izquierda. Ambas damas mantuvieron el tipo hasta el final.
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